Un militar de edad madura les contó a sus antiguos compañeros de armas un suceso muy penoso que le había acontecido. "Conocí a una linda muchacha -relató-, y fui con ella a un discreto motelito". "¡Fantástico!" -exclamó uno de los oyentes. "Ni tanto -confesó, mohíno, el veterano mílite-. Cierta parte mía causó una baja deshonrosa"... Saturnia tenía muchas arrugas, a pesar de no ser añosa todavía. Su arrugado rostro la mortificaba mucho, pues por causa de su notorio arrugamiento la gente se le quedaba viendo. Acudió a la consulta de un cirujano plástico, y éste le dijo que podía hacerle una operación que le resolvería el problema. Se llevó a cabo, en efecto, la intervención quirúrgica. Cuando Saturnia volvió en sí de la anestesia lo primero que hizo fue pedir un espejo para verse. Lo que el espejo le mostró le causó espanto: ¡su cara estaba tan arrugada como antes! En eso entró al cuarto el cirujano. Saturnia le reclamó, indignada: "¡Usted me dijo que me quitaría las arrugas, y míreme!". "Perdone usted -aclaró el facultativo-. Yo no le dije que le quitaría las arrugas. Le dije que le resolvería su problema, ése de que todo mundo se le quedaba viendo su arrugado rostro. No se ha ha dado cuenta todavía, pero ha de saber que le implanté una tercera bubis. Con eso ya nadie se fijará en su cara"... Un agente viajero les comentó a sus amigos en el bar: "Mi esposa se alegra mucho cuando regreso de un viaje. Se asoma a la ventana, y a todos los hombres que se acercan a la casa les grita: '¡Mi marido está aquí! ¡Aquí está mi marido!'"... Carlos Salinas de Gortari no es un santo de la devoción de muchos. Me cuento entre esos muchos. Alguna vez me enteré de un dato curiosísimo: para firmar los correos que dirigía a sus amigos el ex Presidente lo hacía con el nombre de uno de mis personajes: Babalucas. Protesté. ¿Por qué usaba el nombre de ese pobre inocente, si él no era ni una cosa ni la otra? Pero así como digo una cosa digo la otra. Durante el gobierno de Salinas se rompieron muchos tabúes y se tomaron medidas importantes que contribuyeron grandemente a modernizar este país, tan atado a los dogmas del pasado. Uno de esos cambios fue el relativo a las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado mexicano. Surgió un nuevo entendimiento a partir del cual se instauró un trato diplomático normal entre México y el Vaticano. Sin dejar de lado el laicismo vigente en la República, valiosa herencia de la Reforma liberal, se superó aquel jacobinismo decimonónico que los gobiernos anteriores habían mantenido por temor a ser calificados de reaccionarios. Nadie ya -salvo probablemente algún tontiloco trasnochado- tomará a mal que Peña Nieto vaya a Roma y salude al Papa Francisco. Por encima de cualquier consideración ambos son jefes de Estado, y el Presidente mexicano está muy en su lugar al cumplir ese protocolo. No hace muchos años esto habría sido inconcebible. Abstracción hecha de muchas, muchas cosas, no cabe duda de que Salinas de Gortari le dio al país un fuerte impulso hacia la modernidad... Picia, muchacha poco agraciada, les contó a sus amigas: "Siempre hago esperar seis meses a mis novios antes de tener con ellos relación sexual. Claro, todos me piden que no los haga esperar medio año. Insisten en que los haga esperar un año, o más"... La novia le dijo a su prometido: "Cuando nos casemos compartiré contigo todas tus penas y todos tus problemas". "Eres muy linda, amor -respondió él-, pero a Dios gracias no tengo penas ni problemas". Replica ella: "Las tendrás cuando nos casemos"... Viene ahora un chiste que no entendí. La persona que me lo contó me aseguró que ese chascarrillo es sumamente rojo, de manera que espero que quienes lo lean tampoco lo entiendan... Afrodisio Pitongo, galán concupiscente, gustaba de los juguetes eróticos. Así, se compró en un sex shop un paquetito de condones que -decía la caja- brillaban como neón en la oscuridad. Llevó a una chica a su departamento, y le habló de su reciente adquisición. Cuando llegó el momento Afrodisio apagó la luz, con lo que la habitación quedó completamente a oscuras. Empezaron las acciones, y la chica le preguntó, curiosa: "¿De veras el condón se ve en la oscuridad?". Respirando agitadamente Afrodisio respondió: "Sí, no, sí, no, sí, no..."... Lo dicho: no le entendí... FIN.