"En cuestión de sexo mi marido es un volcán". Así le dijo una señora a otra. Y en seguida añadió, mohína: "Sólo entra en actividad de vez en cuando"... Al principiar la cuaresma Dulciflor le informó a su joven esposo: "Ofrecí hacer un sacrificio cuaresmal, Pitorro. Todas mis amigas lo harán: en estos 40 días Susiflor dejará de fumar, y Rosilí no comerá carne. Yo prometí que no haré el amor contigo en todo este tiempo''. El marido se molestó bastante. Le dijo con enojo: "¡Entonces el del sacrificio voy a ser yo!". "También a ti te conviene hacer un acto de mortificación --declaró ella, solemne--. Será por el bien de tu alma". "Pero protestará mi cuerpo --arguyó él--. En fin, me iré a dormir a la sala, pues si me quedo en la recámara no respondo de la mortificación". Pasaron cuatro días, y una noche que Pitorro dormía profundamente en el sillón sintió que alguien lo movía. Era su mujercita, que le dijo con voz de compunción: "Pitorrito: únicamente vengo a informarte que ayer Susiflor fumó, y Rosilí se comió una hamburguesa''... Don Añilio fue a la consulta de un urólogo. "Doctor -se quejó lamentoso-. No puedo hacer pipí". Le preguntó el facultativo: "¿Qué edad tiene?". "90 años" --respondió el provecto señor. "¿Y de qué se queja? --le dijo el galeno, autoritario--. Ya meó bastante ¿no?"... Libidiano invitó a una muchacha a salir con él esa noche. Respondió ella con determinación: "¡No, no, no, no, no y mil veces no!". Comentó Libidiano: "Veo que hoy estás algo indecisa. Volveré a invitarte después"... El adolescente le pidió dinero a su papá. "Hijo mío --lo amonestó el señor--. En la vida hay cosas más importantes que el dinero". "Ya lo sé --admitió el muchacho--. Pero necesitas dinero para salir con ellas"... Lord Feebledick invitó a sus amigos a la cacería de la zorra. El encargado de la jauría soltó a los 40 perros que irían en persecución de la presa. A media mañana lord Feebledick le preguntó al montero: "¿Cómo va la persecución, Hornblower?''. Respondió el hombre rascándose la cabeza: "Milord: es la cosa más extraordinaria que en mi vida he visto. Al principio de la cacería les grité a los perros: '¡A la zorra!', y todos se lanzaron tras el caballo en que iba su esposa, lady Loosebloomers"... En México las izquierdas siempre han estado divididas, quizá más que en otras partes. Entre la gente de la izquierda mexicana hay tantas direcciones y tan diversas corrientes que no debe extrañar su dispersión. Es una pena, porque el país requiere una izquierda unida --esa que según el tan cantado lema nunca sería vencida--, y en cambio vemos continuos enfrentamientos entre las principales figuras de la izquierda. Ahora resulta que Mancera no puede ver a Ebrard, y viceversa, y que entre Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador la distancia se va haciendo cada día más grande. Es una pena, porque eso disminuye las posibilidades de la alternancia, uno de los mejores frutos del ejercicio democrático. Pero no tiene la culpa el PRI, sino quienes lo hacen fuerte... Don Algón le dijo muy molesto a su jefe de personal: "Usted y sus ideas, Capatacio. Puso ese cartelito en la oficina, el que dice 'Piense', ¡y mi secretaria lo pensó!''... En el Motel K-Magua don Rucardo se dio cuenta de que no tenía ya los mismos arrestos de sus mejores años, pues no consiguió izar el lábaro de su masculinidad. Se disculpó con su joven compañera y fue al baño. Ahí le dirigió una airada reclamación a su entrepierna. "¡Mala amiga! --le dijo--. ¡Yo siempre me levanto cuando a ti se te ofrece!"... Aquel día la maestra tenía ganas de divertirse a costa de los niños. Les dijo: "Adivínenme esta adivinanza: Lana sube, lana baja". "¡La navaja!" --gritaron todos. "Se equivocaron --rió la profesora--. Es un borrego en un elevador. No se vayan con la finta. A ver: adivínenme ahora esta otra adivinanza: Agua pasa por mi casa, cate de mi corazón". "¡El aguacate!" --respondieron los niños a coro. "No --se burló de nuevo la maestra--. Es el lechero. No se vayan con la finta". Los niños quedaron corridos y avergonzados. Fue entonces cuando intervino Pepito. "A ver, maestra --le dijo a la profesora--. Adivíneme usted ahora esta adivinanza: Es larguito, es durito, y lo tengo aquí abajito". "¡Pepito! --se indignó la maestra--. ¡No seas grosero!". "Es mi lápiz, maestra --dijo Pepito triunfalmente--. No se vaya usted con la finta"... FIN.