Se casó el joven futbolista. La noche de bodas se desconcertó, pues por más que se esforzaba no podía llegar a la anhelada meta de la consumación matrimonial. "-¿Qué sucede, Rosilí?'' -pregunta lleno de confusión a su flamante mujercita: "-Estás fuera de lugar'' -responde ella-... El doctor examina a la señora. Luego llama aparte al marido y le dice en voz baja: "-No me gusta nada el aspecto de su esposa''. Con voz igualmente baja responde el marido: "-Ya somos dos, doctor''... Le dice una señora a otra: "-En su juventud mi marido podía jugar dos partidos consecutivos de futbol. Era todo fibra, todo músculos''. "-¿Y todavía conserva ese cuerpo de atleta?'' -pregunta la otra-. "-No -contesta la señora-. Solamente le quedaron los pies''... La señora va con el siquiatra. "-Doctor -le dice-. Tengo un problema muy grave. Baquilio, mi marido, es un borracho''. "-Yo puedo quitarle lo dipsómano -le asegura el analista-. "-Bueno -responde la mujer-. Pero también me gustaría que le quitara lo hedo''... Propongo a mis cuatro lectores que nos apresuremos. Tomemos nuestra cámara fotográfica o cualquiera de los modernos artilugios con los cuales se puede ahora tomar fotografías y retratemos un árbol, cualquier árbol. Lo digo porque en México los árboles están en vías de extinción, y es necesario dejar testimonio gráfico de que alguna vez los hubo en este país. Quizá los hijos de nuestros nietos conocerán los árboles sólo por fotografía. A todas partes a donde voy en mi incesante peregrinar por el territorio de la Patria -hermosa frase- oigo quejas de cómo los taladores están arrasando las selvas y los bosques, y convirtiéndolos en páramos. Pocos amigos tan buenos tiene el hombre como el árbol. Sin él la vida sería imposible. No sólo son los árboles adorno y belleza del paisaje: son elemento indispensable para el sostenimiento de esta casa común que es el planeta en que vivimos. En otros países sus habitantes han aprendido a aprovechar los árboles y a renovarlos. Nosotros en cambio estamos acabando con nuestros árboles, y en su lugar creamos eriales y desiertos. La ignorancia y la ambición de unos, la negligencia o corrupción de otros se combinan para destruir esa riqueza. Cuidemos del árbol. Eso es cuidar de nosotros mismos y de nuestros descendientes. El rudo general decía en una conferencia: "-Fui militar durante 50 años. Combatí en cuatro guerras; anduve por los cinco continentes, y nunca me sucedió nada malo''. "-¡Qué suerte tiene! -dice en voz baja un recluta a su vecino de asiento-. ¡Le tocaron puras muchachas sanas!''.¡Irresponsable! -le grita muy indignada su señora-. ¡Mira no más a qué horas vienes! ¡Ya has de haber perdido la raya!''. El borrachito se baja la ropa y volviéndose de espaldas muestra a su esposa la parte posterior. "-No, viejita -le dice-. Mira, todavía la traigo''... Terminó el ardoroso trance de pasional libídine y erotismo incandescente. Todavía en el fingido tálamo donde la lid de amor tuvo palestra el enamorado galán declara su esperanza de volver a encontrarse con la chica. "-Rosibel -le dice-, me gustaría verte más''. Ella, sin entender, responde muy confusa: "-Pero, Vehemencio, ¡si ya no tengo más que me puedas ver!''... Aquel viejito hizo que le dibujaran un corazoncito "ahí'', para ver si le daba un paro cardíaco... FIN.