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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La curvilínea rubia estaba llenando una solicitud de empleo. A la pregunta: "¿Qué puesto le gustaría ocupar?", respondió: "Soy lo suficientemente flexible para desempeñarme bien en todas las posiciones"... Babalucas acompañó a Hubertino, amigo suyo, a la cacería de patos. Una bandada pasó volando sobre ellos. Hubertino disparó su escopeta, y un pato cayó a la orilla del lago. "Desperdiciaste una bala -le dice Babalucas-. Con la pura caída el pato habría muerto"... El director de la escuela secundaria llamó al instructor de manejo y le informó: "Ya no podrá usted usar todos los días el coche que emplea en su clase. En adelante dispondrá de él únicamente los martes y jueves". Preguntó el instructor: "¿Por qué?". Le explica el otro: "Porque los lunes, miércoles y viernes vamos a necesitar el asiento trasero del automóvil para la clase de educación sexual"... Doña Imo -se llama Imógenes, pero le decimos Imo- se escandaliza porque los anuncios de la Navidad empiezan tan pronto pasa el Día de Muertos. "¿Qué prisa es ésa?" -dice con enojo. Los hijos y nietos de nuestra vecina le explican que tal cosa se debe a que muchos padres y madres de familia deben separar con tiempo los juguetes que regalarán a sus hijos el 25 de diciembre, pues no pueden comprarlos más que pagándolos en abonos poco a poco. "Es la crisis, mamá grande" -le dice con aire de sabihondo uno de sus nietos, que cursa el primer año de Economía. Y responde ella: "Si eso es por la crisis, dentro de poco la publicidad de la Navidad de un año tendrá que empezar el 26 de diciembre del anterior". Doña Imo no sabe nada de Economía: No es economista. Doña Imo sabe más de Economía que cualquier economista: Es ama de casa. Ha visto entonces cómo han subido los precios de las cosas en el súper, y cómo se han elevado los recibos del agua, de la luz, del teléfono, del gas. También lee los periódicos -uno, los fines de semana- y ve todos los días las noticias de la televisión. Se ha enterado por eso de lo que se les viene encima con la reforma fiscal a ella y a su marido, y a sus hijos, y a todos -ricos y pobres y ni una cosa ni otra- en el país. Por eso doña Imo piensa que dentro de poco tiempo la propaganda navideña empezará el 26 de diciembre de cada año. Y al paso que vamos su predicción no tardará en cumplirse... ¡Insensato columnista! El ominoso augurio de tu Casandra de colonia me provocó un episodio de tricografismo supraposterior. Quiero decir que se me erizaron los cabellos en la nuca. Tan penosa impresión me causó el considerar ese sombrío vaticinio. Ea, procede en seguida a disipar la alarma que tal pronóstico causó no sólo en mí, sino en toda la República, de la cual soy humilde representante. Entréganos ahora algunos otros chascarrillos que sirvan para aquietar nuestro desasosiego, tanto el mío como el de la Nación... Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, se topó en el súper con la anciana tía de su esposa. Le dijo: "¿Cómo está usted?". Y aclaró al punto: "Es saludo, señora; no pregunta"... Eran los tiempos en que los hombres usaban para rasurarse aquellas grandes y afiladísimas navajas de una hoja. Dos vaqueros estaban conversando en el saloon del pueblo. Uno de ellos empezó a hablar mal de su suegra, que vivía en la misma casa con él y con su esposa. La mujer, dijo, era una bruja, una arpía, una furia, una gorgona, una anfisbena. Vivir con ella constituía un tormento, un calvario cotidiano. "Algo debo reconocerle, sin embargo -añadió-. Cierto día se puso tan insoportable que yo me iba a suicidar cortándome las venas con mi navaja de rasurar. Ella me salvó la vida". Le pregunta el amigo: "¿Te detuvo la mano?". "No -responde el otro-. En ese momento se estaba rasurando el bigote con la navaja"... Caminaban dos ejecutivos por la calle. Uno de ellos vio a dos mujeres que venían y le dijo apresuradamente al otro: "¡Escondámonos! ¡Ahí vienen mi esposa y mi querida!". "¡Uta! -exclama el otro igualmente asustado-. ¡Yo iba a decir lo mismo!"... Don Otonio había perdido por completo sus facultades amorosas. Un cierto médico le informó que con una operación quirúrgica podría restablecerle el paraíso perdido. El buen señor se sometió a la costosa intervención. Cuando volvió en sí de la anestesia el médico le anunció alegremente: "En adelante, don Otonio, su vida sexual será fantástica. Especialmente el del invierno"... FIN.

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