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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Llegó lord Feebledick de la cacería de la zorra y encontró a su mujer, lady Loosebloomers, en apretado abrazo de coición con Wellh Ung, el toroso mancebo encargado de la cría de los faisanes. En el preciso instante en que milord entró en la alcoba el fornido mozo entraba en acción, y exclamó en lírico arrebato lúbrico dirigiéndose a lady Loosebloomers: "¡Mamasota!". Lord Feebledick lo reprendió, severo. "Jovencito -le dijo con enojo-. Adulterio sí; familiaridades no". Dos tipos bebían en el bar cuando un tercero tomó por las solapas a uno de ellos, y levantándolo con violencia le propinó una serie de sonoras bofetadas al tiempo que le decía, furibundo: "¡Eres un desgraciado, Salustino! ¡Un indecente, un bribón, un sinvergüenza, un cobardón, un estúpido, un soplón, un idiota, un ladrón, un imbécil y un cabrón!". Rubricó esa sonora serie de adjetivos con otra sucesión de estrepitosas cachetadas, y luego salió de la taberna. El amigo del abofeteado le preguntó lleno de indignación: "¿Por qué dejaste que ese individuo te maltratara así? ¡Y ni siquiera te llamas Salustino!". Responde el otro mansamente: "Es que salvo lo del nombre todo lo demás es cierto". Simpliciano, candoroso joven, le hizo una invitación a Pirulina, muchacha con bastante ciencia de la vida. Le dijo: "Vamos a mi departamento. Escucharemos música clásica, jugaremos una partida de ajedrez, leeremos algo de poesía y veremos una película de René Clair". "No, gracias -declinó Pirulina secamente-. No soy de esa clase de mujeres". Tal parece que el PRI está haciendo todo lo posible para entregar la Presidencia en la próxima elección. La reforma fiscal a nadie ha dejado satisfecho, pues golpeó a ricos y pobres por igual, y a quienes no somos ni una cosa ni otra. Fue ésa una reforma puramente recaudatoria hecha con criterio de financista que busca allegarse más dinero. Se supone que con esos fondos emprenderá el Gobierno programas para favorecer a los sectores desvalidos, y que con tales dádivas se ganará su voto. Pero en todo caso esos programas los pagarán también los marginados con impuestos como el de los refrescos, o la homologación del IVA en las fronteras. Así las cosas los nuevos gravámenes acarrearán más beneficio político a la Oposición que al PRI. Mucho tiempo falta todavía, desde luego, para la siguiente elección presidencial, y en ese lapso pueden ocurrir muchas cosas. Si algo me ha enseñado la experiencia -dura maestra a la que rara vez escucho- es que en los lapsos ocurren muchas cosas. Pero si al llegar esa elección prevalece en la nación el mismo estado de ánimo que he sentido últimamente en mis viajes por toda la República, entonces será cosa segura que el PRI deberá entregar la Presidencia. Y no la entregará al PAN, que perdió dos oportunidades valiosísimas de demostrar que sabe gobernar: tendrá que entregarla a la izquierda, que hoy por hoy, en lo que se refiere a posibles candidatos presidenciales, ofrece solamente dos opciones: Lo malo y lo peor. Desde luego todo esto constituye una especulación muy prematura. Pero también el Apocalipsis lo es. Y ¿qué tiene el Apocalipsis que no tengan mis especulaciones?... Fe de erratas: ayer algunos periódicos pusieron "esperanto" donde yo escribí "espejanto", jugando con la palabra "espejo" y con una frase escrita para leerse de derecha a izquierda, como en un espejo. Lo digo para beneficio de los conocedores del esperanto, si es que todavía queda alguno. Nuestro antiguo conocido Empédocles Etílez hizo una visita de cumplimiento con su esposa a doña Panoplia de Altopedo, señora de buena sociedad. "Señor Etílez -dijo la anfitriona-. ¿Le ofrezco un cafecito?". "Café no" -respondió Empédocles. "¿Un tecito?" -propuso ella. "Té no" -volvió a declinar Etílez. "¿Un chocolatito?". "Chocolate no". "Entonces -preguntó la señora- ¿un whisky con soda?". Y dijo Empédocles: "Soda no". El hijo adolescente de Capronio le comentó: "Mi mami piensa que ya es tiempo de que me hables de lo que hacen las abejitas y los pajaritos". "Muy bien -respondió el incivil sujeto-. ¿Recuerdas que te llevé a una casa donde había muchachas?". "Sí, lo recuerdo" -contestó el mozalbete. "Bueno -le dice Capronio-. Lo que hicimos ahí es lo que hacen las abejitas y los pajaritos". FIN.

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