Todas las historias de todos nosotros comenzaron con un viaje. Tal vez no uno de ciudad a ciudad ni de país a país, sino un viaje por nuestras propias vidas. Desde el día en que se nos ocurrió la primera idea, desde que en nuestra mente empezamos a caminar. En este viaje no necesitamos de maletas y el destino no siempre es necesario, tal vez al final lo único que importe sea disfrutar todas las peripecias que el camino pueda llevar. La vida misma es un gran viaje, una gran aventura. Un gran cliché.
En este año nuevo a mí (como a muchas personas) me gustaría hacer muchos viajes, conocer otras ciudades y respirar nuevos aires, ese generalmente es el propósito de viajar. A veces, con tanta prisa en la que vivimos, el tedio hace que queramos escapar de todo y que pensemos que salir de aquí nos traerá la felicidad. Quizá sí, tal vez nos sirva como un descanso, como un respiro en nuestra vida. Quizá no. Tal vez salir de la ciudad no nos lleve a ningún lado, al menos no emocionalmente, no como una solución a nuestros problemas.
Podemos viajar a un montón de lugares sin tener ningún medio de transporte. Cuando no se tiene dinero, el cine y la literatura se vuelven un destino muy seductor, a través de ellos podemos viajar hacia el genio de alguien más, a sus sueños, a su mundo.
También, de vez en cuando, es necesario viajar hacia nosotros mismos: introspección. Necesitamos ver cuáles son las conexiones nerviosas que no están funcionando bien y saber si las podemos reemplazar o las tenemos que arrancar de raíz. Conocer cuáles son las cosas que están fallando dentro de nosotros mismos, nuestros miedos y nuestras inseguridades, para así poder comprendernos mejor y poder llegar a un estado superior.
Hace tiempo me quejaba yo con la ciudad por no proveerme de medios útiles para desarrollar y explorar mis inclinaciones hacia el arte, mis viajes mentales. Tal vez, a mi manera de entender al mundo en ese entonces, quejarme y reprocharle a la ciudad por la falta de espacios me resultaba más fácil que realmente hacer algo al respecto.
Con el paso del tiempo, mi manera de solucionar mis quejas y reproches fue buscando arte en cada rincón. El arte no está escondido, está presente en todo lo que hago, está en las calles, está en la alegría, está en el llanto. Ahora puedo escribir que tengo la fortuna de poder apreciar esos pequeños destellos de creatividad que el arte me regala, mi viaje es el arte.
Todas las personas vivimos una gran aventura a lo largo de nuestras vidas, lo único que cambia es la manera en cómo lo hacemos. Algunos ya saben su destino, otros lo buscan por siempre, y hay a quienes simplemente no les importa cuál sea el rumbo, viven al día.
Hablando de los caminos, hay gente que siempre supo lo que quería ser y otra que vivió confundida. Cada quien hace su andar según su visión de lo que el éxito debe ser, es normal que busquemos cosas que nos hagan felices. Unos buscarán alimentar su bolsillo, otros su alma, otros su creatividad.
Los viajes siempre van a ser un estímulo para el alma. Un espacio para contemplar nuestro alrededor y así, sin más, disfrutarlo. Que este Año Nuevo les ofrezca una sonrisa distinta cada día y les otorgue un viaje diario a un nuevo puerto: un viaje a la alegría.
@gaboacosta89
