¿De vuelta a la adolescencia?
Padecer acné durante la pubertad resulta hasta cierto punto normal, pues es sabido que este problema se relaciona con los cambios hormonales de esa etapa. Sin embargo hay muchos adultos que deben enfrentar esta enfermedad y para ello, lo primero es detectar lo que hay detrás.
Casi todos conocemos a alguien que guarda en el fondo del último cajón las fotos de su adolescencia, donde más allá de los brackets su rostro sobresalía por tener abundantes granos, consecuencia del acné.
No es un secreto que dicha enfermedad de la piel está altamente ligada a una lógica inconformidad con la imagen personal y en consecuencia a problemas de autoestima; también a tener que soportar apodos y burlas por parte de los demás, pues siempre resultan incómodos.
Contrario a lo que suele pensarse este padecimiento cutáneo no tiene fecha de caducidad: es una realidad que puede presentarse a cualquier edad. Y si bien un detonante común del acné en los adultos es la cronicidad del problema juvenil (es decir que si en la pubertad ya se enfrentó podría mantenerse o reaparecer), no es la única razón para encarar una ‘segunda adolescencia’: hay mucha gente que de joven nunca lidió con esta complicación y de pronto se encuentra llena de granos en la edad madura.
LOS CULPABLES
Tanto en la adolescencia como en la adultez, existen varios factores relacionados al acné. El primero de ellos es tener piel grasa. El segundo es el hormonal: los andrógenos y particularmente la testosterona, son hormonas que juegan un papel influyente en el desarrollo y secreción de las glándulas sebáceas.
La adolescencia termina, pero las hormonas siguen activas. En las mujeres adultas puede presentarse acné premenstrual que usualmente se manifiesta en la barbilla y/o el cuello, y va y viene con cada ciclo, pues durante éste disminuye la cantidad de estrógenos, los cuales inhiben las secreciones sebáceas. Mientras que en ambos sexos las responsables pueden ser las hormonas segregadas por la hipófisis, que intervienen en el metabolismo de las grasas.
Además de las anteriores, las principales causas del acné en adultos son:
-La alimentación. Este punto siempre ha sido motivo de controversia, algunos especialistas lo creen decisivo, otros no lo consideran así. Es un hecho que el estilo de dieta que se acostumbra influye en la composición del sebo del organismo; pero no se ha podido demostrar que sea el responsable directo del acné ni que con sólo seguir un plan nutricional balanceado se logre eliminar. Queda claro que hay alimentos cuya ingesta favorece la salida de estos granos, como el chocolate, los frutos secos (cacahuates, pistaches, nueces), quesos, y todo producto rico en grasas, además del alto consumo de hidratos de carbono. Por otro lado, la carencia de vitaminas B6, A o E también se relacionan con el acné.
-La digestión. Un proceso digestivo deficiente, así como los malos hábitos alimentarios que distinguen a numerosos adultos (por el ritmo de vida agitado que a menudo conduce a no tener horarios fijos para comer, beber pocos líquidos, recurrir a platillos chatarra, no hacer ejercicio), van de la mano con malestares gastrointestinales como el estreñimiento y al no ir al baño regularmente pueden acumularse sustancias tóxicas en el organismo favoreciendo así la formación de bacterias y la predisposición al acné.
-Los genes. Si los padres lo tuvieron, es más factible que los hijos lo desarrollen. También la raza interviene: los blancos (y en especial los nórdicos) suelen ser vulnerables; las pieles negra y amarilla son menos afectadas.
-El estrés. Quien tiene propensión al acné y pasa mucho tiempo bajo estrés o sintiéndose nervioso, acentúa fuertemente las crisis acneicas. Según un estudio realizado en Chile la gente nerviosa aumenta hasta mil veces su secreción sebácea.
-El medio ambiente. Aquellos que son sensibles a tener acné encuentran un enemigo en el clima cálido y húmedo, pues éste beneficia la formación y el crecimiento bacteriano.
-Ciertos fármacos. En algunos casos el detonante es la utilización de medicamentos como corticosteroides, tranquilizantes, esteroides, halógenos (flúor, yodo, cloro, bromo), anticonceptivos ricos en progesterona o dosis elevadas de complejo B.
-El trabajo. Hay individuos que por su actividad laboral tienen mucho contacto con determinados agentes cuyo uso prolongado ocasiona el acné: vaselina, detergentes, aceites y más engrasantes, productos clorados. En este caso se habla de ‘acné artificial’, ya que basta dejar de emplear tales elementos para que la erupción desaparezca.
-Exposición al sol. Se utiliza el término acné solaris o de Mallorca cuando la exposición a los rayos UV provoca la aparición de granos en nariz y mejillas, el pecho o los hombros.
-Problemas del sistema inmunitario. Si la causa es de este tipo, en general se ven pústulas más abundantes, proliferando en la espalda; a esto se le denomina acné conglobata.
En sí, el acné es una afección inflamatoria de las glándulas sebáceas y de los folículos polisebáceos. Los temidos granitos brotan con mayor frecuencia en cara, espalda y pecho, debido a una infección causada por bacterias como la corynae bacterium acnes, e incluso por estafilococos. El proceso es en realidad sencillo: cuando los folículos se mantienen abiertos, la grasa que normalmente genera la piel (para mantenerse lubricada) fluye sin problema. Pero si hay un exceso de producción grasa (por cualquiera de las razones mencionadas), las células muertas que continuamente se desprenden de la dermis pueden obstruir la salida del sebo, el cual se acumula en el folículo formando un ‘tapón’; y si una bacteria está en esa zona, transforma la grasa oxidada en una pústula.
ATIENDE TU PIEL
Incuestionablemente, ante la presencia de acné lo mejor es acudir cuanto antes al dermatólogo pues al tratarse de un padecimiento de origen multifactorial es prioritario determinar qué lo provoca, sólo así se podrá atacarlo de raíz para que en la medida de lo posible ya no siga apareciendo.
Una duda frecuente es saber si los productos que se encuentran en el mercado para el acné juvenil funcionan en los adultos. Es de esperarse que sea así, al menos tratándose de los cosméticos encaminados a reducir la grasa en la piel o exfoliarla, o bien a combatir la infección. Pero como ya se dijo, más allá de buscar un remedio provisional debe combatirse el fondo del problema y para ello es básica la asesoría profesional, sobre todo porque en caso de requerir un tratamiento farmacológico será importante la supervisión médica a fin de monitorear la eficacia de éste.
Aunque no existen fórmulas mágicas para desaparecer el acné, una recomendación universal a cualquier edad es mantener buenos hábitos de higiene y no reventarse las erupciones, ya que se corre el riesgo de infectar un área mayor y/o de quedar con cicatrices.
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