Antes de que otra cosa suceda, quisiera felicitar desde aquí a los señores Mumford & Sons por ganar el Grammy más importante. La verdad no los conozco, sólo sé que son británicos y uno toca el banjo, pero me da pena que nadie se enteró de su premio porque estábamos todos muy ocupados con la renuncia de Su Santidad. La Iglesia siempre en el fragor noticioso.
Ni tiempo nos dieron de festejar como Dios manda a Lila Downs, quien fue la única mexicana que ganó un gramófono en la ceremonia 2013. Se ve que Benedicto XVI, quien pasó gran parte de su gestión pidiendo disculpas por un montón de cosas, esta vez dijo "ni modo, pero si no lo suelto ahorita, se me van los 15 días que marca la ley" (el famoso "two weeks notice"). Ni modo, mundo de la música, las prioridades son las prioridades.
Personalmente, debo confesar que me impresionó mucho la renuncia, un poco por el personaje y otro poco porque estoy más acostumbrada a que te corran de los empleos a que tú solito digas "gracias, ¡me les voy!". Quería compartir con los lectores las joyas, chistes y bromas que me han hecho llegar sobre la dimisión histórica, básicamente porque reflejan el gran momento de creatividad y sentido del humor que estamos viviendo en el ámbito mundial, pero mejor no. No quiero ser etiquetada como la columnista que se mofaba de los sumos pontífices en desgracia. Con lo que dolerá soltar ese trono, como para que, encima, hagan burla a tus costillas.
Pero, a lo que iba, es que hay que dejar pendientes los grandes eventos hasta el 1 de marzo, porque las próximas dos semanas serán benditas y sólo se hablará del Papa.
Por lo pronto, he visto un montón de reportajes sobre personas que cuentan su relación con Ratzinger. Ya saben, algunos lo vieron pasar, a otros les dio la bendición, a una le rozó la mano en el Cerro del Cubilete, a los más suertudos les firmó personalmente la anulación de matrimonio, etc. Así que me puse a pensar en los lazos que me unen al Papa Benedicto y me llevé una desilusión tremenda porque no encontré. La verdad, fui más unida a Juan Pablo II ("te quiere todo el mundo"), de siempre.
Lo que sí puedo decir es que jamás pensé conocer a tantos vicarios de Cristo. Cuando vas al catecismo te dicen que ellos son más duraderos que los diamantes (bueno, así me lo aprendí yo) y viven por siempre. Pero desde la primera vez que fui a 'ofrecer flores' a mi parroquia, ya rezaron el 'angelus', desde el balcón, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Me acuerdo que a Juan Pablo I le rezamos sin parar mis compañeras y yo porque un día, a la mitad de las clases, entró corriendo la 'hermana Carmen' para anunciar que el "Il Papa del Sorriso" había muerto, y que, por favor, eleváramos nuestras plegarias. Oficialmente nunca se aclararon las circunstancias extrañas de su muerte, pero creo que la 'hermana' tenía información privilegiada porque nos soltó un dramático y contundente "¡nos lo mataron, nos lo mataron!".
Y luego, un año más tarde, fui con la estudiantina (porque fui una virtuosa de los crótalos tipo Sonia Amelio) a cantarle a Juan Pablo II el tema "Amigo", que por cierto es muy fácil de interpretar cuando eres crotalista: cada dos palabras o tres haces 'ding'.
Los vas sintiendo. "Tú eres, ding, mi hermano, ding, del alma, ding, realmente el amigo, ding".
Esa era mi única preocupación, atinarle. ¿Cómo iba a adivinar que, 35 años después, escribiría una columna de renuncia papal.
(Columna dedicada al 'love of my life', quien seguro se está riendo).
