Nunca sé cómo hablar de los muertos. No sé si tienes que verte apenadísima o comportarte 'cool' ante la pérdida.
Pero a lo que iba, es que soy gran admiradora de Sara Montiel y siento que, con su muerte, las mujeres mayores con novios jóvenes se quedan un poco huérfanas. Ya no tendrán a la española fantástica que se casó a los 74 años con un cubano 35 años menor. Ya no escucharán "¡venga mujeres, ataquemos a los pollitos!", corriente amorosa actual de la que fue gran impulsora. Perdón que hable de este tema, pero en otros medios sólo han resaltado su filmografía y al público le faltan datos.
Por ejemplo, poco se ha dicho que era dueña de unos de los famosos molinos de Don Quijote de la Mancha y lo convirtió en museo (de esos datos que uno sabe).
Pero siguiendo con la heroína erótica del cine español, rejuveneció mucho durante los nueve meses de matrimonio con el santo hombre de 39 años, ya después se nos vino abajo. Según Tony, el ex marido, casi viudo y actual bocón, Sarita era un desastre en las artes amatorias, fingía los finales sexuales y gritaba excesivamente (datos históricos).
Yo lo que digo es que Sarita era increíble, fuerte, guapa, talentosa y, como ella misma aseguraba, 'una persona muy buena persona, nada borracha y un poquito suelta'. Además, agradezco que una de mis canciones favoritas de niña era suya "alza pa'arriba el polichinela, cata catapum catapum, catapum, como los muñecos en el pim pam pum", (soy loquita de siempre).
¡Por poco me pierdo la noticia de la muerte de las señoras Montiel y Tatcher!, porque estaba en los Altos de Jalisco, donde la mayor preocupación de los lugareños era seleccionar a la "Señorita Tepatitlán 2013" y ya. Sin imaginar que venían un par de decesos memorables.
¿Han estado en Tepa? Yo tampoco, hasta ahora ("vamos a Tepa, tierra soñada, donde la vida es un primor") y acabo de descubrir que me desenvuelvo muy bien en aquella región. ¡En serio! Las mujeres son tranquilas y los señores se la pasan en un lugar precioso llamado "Bar Ramón", donde se desestresan y 'testosteronean' en paz porque no hay clientes del sexo femenino.
No crean que se trata de un asunto discriminatorio, sino que las mujeres prefieren no entrar para evitar corajes. Esta columnista, por supuesto, entró y se sentó en la barra con una "yerbabuena" (que es como un mojito gigantesco, pero con licor ruso), mientras los parroquianos observaban en plan "y a ésta, ¿qué se le perdió?".
Lo que pasa es que me estaba entonando para ser miembro del jurado del certamen de belleza y esas cosas a mí me ponen muy nerviosa.
Esa noche, lo primero que vi fue a una mujer que parecía la imitación travesti de Lady Gaga, maquilladísima con sombra morada en los párpados, delineador de gatito azul eléctrico y rubor de Heidi. Cuando me acerqué para ver quién era: ¡era yo! Es lo malo de no entenderte con la estilista (jajaja, castigo divino).
Lo bueno es que el concurso estuvo divertido y muy completo, porque incluyó una especie de Pastorela de los orígenes de la ciudad y un show de dos horas de Ha*Ash con explosiones y pirotecnia nivel 6. Menos mal que las pestañas modelo Olga Breeskin que me pusieron no eran flamables.
La ganadora fue Janeth (mi favorita), quien desfiló con acompañamiento de la banda municipal interpretando el éxitos de Queen "oh mama mía, mama mía, mama mía let me go." .
Una joya.