Les juro que estoy muy pendiente de cuanto sucede en México y en el mundo: Granier, el conflicto sirio, la Copa Confederaciones. Pero hoy quiero poner sobre la mesa un tema que inquieta a parte de la población. Bueno, específicamente, a mi cuadra: ¡Cristian Castro es nuestro vecino!
Así como lo oyen, sólo un tabique de dos centímetros me separa del cantante. Hay quienes viven al lado de algún político o del nieto de Jack El Destripador (nunca se sabe); a mí me tocó en la lotería vecinal "El Gallito Feliz".
Lo que ahora me preocupa es avisarle al Presidente Peña Nieto, también habitante de esta manzana y quien está en la Cumbre G8, en Irlanda del Norte, de lo que se suscita en nuestro código postal. Yo digo que esas noticias se avisan, ¿no? Ahí le va: "Señor Presidente, ha ocurrido algo cerca de su vivienda.",
Y aunque no estaba entre mis planes convivir con una celebridad, quiero darle la bienvenida a Cristian. No soy buena horneando pastelillos de "buena voluntad", pero quiero que sepa que en mí tiene a una convecina en quien confiar.
Cuando alquilé el departamento chequé la distribución, la entrada del sol, el elevador, la edad de los baños y la cocina. La verdad, no reparé en los vecinos, pero deseaba codearme con gente excéntrica o alguna mujer descarriada, no puras familias normales y decentes.
Sinceramente, le veo ventajas a Cristian Castro en nuestra comunidad. Por ejemplo, ¡podría dar serenata con acompañamiento de marimba!, porque hay un conjunto que toca en la banqueta a cambio de propina. Si se instituye "la hora de las complacencias", pediré "Están Lloviendo Estrellas", que es preciosa, o "Azul", que siento que sonará muy bien con el xilófono. Eso traería mucha alegría.
La única competencia a nivel vocal en esta calle son el experto en cortinas ("¡se arreglan cortinerooos!") y un vendedor superentonado que grita "tamales caaalientitooos", con un do sostenido. ¡En serio! Es una calle llena de historia y sobresalto: un día salimos en las noticias de Loret porque se incendió el penthouse de enfrente y hay un vecino igualito a Ashton Kutcher.
El edificio al que se mudó el cantante está renovado y siempre hay extranjeros de paso, así que podría impulsar la exportación de sus discos a otros países. Por lo pronto, ya se aplicó en la promoción y lo he visto firmar autógrafos intervecinales.
Otra ventaja para él es que ahora vive muy cerca de sus primas-hermanas presidenciales (Sofía, Fernanda y Regina), y eso es una bendición no siempre valorada. ¿Tienen que salir a una cena y no hay quien cuide a las niñas? ¡No se preocupen!, el primo Cristian, al rescate.
Por lo pronto, escuché que los porteros están planeando abrir un negocio de memorabilia con todo lo que se le caiga a Cristian por el patio: calzones, playeras, sábanas, pinzas, mujeres. "Lástima que ya no ande con Malillany", se lamenta mi vecino. Pero "a ver si cachamos algo de su nuevo vestuario gótico", le contesto.
Eso sí, lo mejor que ofrece el inmueble es que ahí vive un brujo (sanador y vidente) de talla internacional, y así te ahorras el viaje a Catemaco. Creo que maneja una tarifa especial para lugareños, pero cuando lo vi, con melena tipo Merlín, sólo me nació hacerle el "saludo al sol", que es lo único místico que manejo.
En fin, estoy segura de que la mudanza de Cristian será provechosa. Sólo espero que le avisen de que las explosiones, balazos y quejidos que suenan a medianoche no son reales... es mi hijo jugando Xbox. Dice que mientras más muertos caigan, mejor. Mira tú, qué didáctico.