Quiero empezar esta columna transmitiendo el bonito mensaje de esperanza que nos envía la ONU, por conducto de Brad Pitt en su nueva película: "¡Vamos a morir todos, nadie se salvará!".
Me había prometido no ver "Guerra Mundial Z" porque a mí los zombis sólo me gustan cuando bailan en los videos de Michael Jackson, pero al final fui a verla por dos razones importantes.
Primero, porque una amiga en crisis la escogió y no quise contradecirla por miedo (uno nunca sabe de lo que es capaz una mujer en transición amorosa). Y luego, porque pensé que lo más cerca que estaré de Brad Pitt en la vida es en un cine con 3D.
No saben cómo cambia el panorama: estiras la mano y puedes tocar al hombre más deseado del mundo. Al marido que abandonó a la esposa perfecta por irse con la amante loca.
Pues allá vamos. Y tengo que decirles que la película me encantó. ¡Es preciosa! Con escenarios naturales, gente que grita y corre todo el tiempo, miles de muertos vivientes y el buen Brad que nos salva de la catástrofe.
A lo mejor hace algunos años hubiera odiado una cinta así, pero ahora que soy una mujer madura súper sensible la disfruté mucho. O sea, no me gusta la ciencia ficción, pero sentí que tenía que abrirme a otras posibilidades cinematográficas.
Fíjense, es que se trata de que Pitt (bueno, su personaje) es un ex empleado de la Organización de las Naciones Unidas con una mujer muy desabrida y dos hijas regularcitas, una gordita y otra gritona.
En un momento dado, van paseando en el auto familiar muy contentos y, ¿qué pasa?, que se dan cuenta de que se ha desatado en el mundo una epidemia de algo que parece rabia.
Entonces, cuando algún ser rabioso te ataca ¡zaz! te mueres y te conviertes en zombi a los 12 segundos. Por supuesto, la OMS no tiene remedio para tales males y ¡todos moriremos muy pronto! O eso fue lo que yo entendí (jaja).
Expertos en zombis, por favor, no me ataquen. La verdad es que no soy experta en monstruos de ese tipo. Sólo he visto "Guerra Mundial Z" y una de Will Smith que se llama "Soy Leyenda" en la que pelea contra millones de zombis escandalosos.
Hacían tanto ruido, que en pleno cine casi nos morimos de un infarto María Victoria (sí, la de "Cuidadito, Cuidadito, Cuiiidadito") y yo, quienes por obra del destino vimos la película juntas hace algunos años.
En esa película, Will Smith no encuentra la cura contra los zombis, en Guerra Mundial Z, Brad Pitt... ¡tampoco! Lo que quiere decir que los zombis son el Rolls Royce de las criaturas de destrucción masiva.
Pero a lo que iba es que estoy realmente preocupada por la obsesión de los cineastas por el fin del mundo. A mí se me hace que en Hollywood saben algo que el resto de los mortales desconocemos. Oigan, es que ya son muchas cintas mostrando cómo vamos a terminar nuestros días.
Si no son los muertos que regresan, son los extraterrestres, o Tom Cruise tratando de revivir a la humanidad (falta de confianza), la bomba nuclear, una explosión en la Casa Blanca, unos mutantes, alguna epidemia maligna, robots que salen del mar, una plaga de langostas o las profecías de Nostradamus.
Malditos cineastas aguafiestas ¡ya se parecen a Paco Rabanne!
¿Se acuerdan cuando el modisto español anunció que París explotaría completito porque una estación espacial rusa caería sobre la Torre Eiffel el 11 de agosto de 1999? No lo culpo. Dicen que todos terminan medio locos en el mundo de la moda con tanta cosa que aspiran.
Por suerte, se equivocó don Paco. ¿Y si no se equivoca Brad Pitt? ¿Y si nos carga el apocalipsis? ¿Corremos? Ay, no, qué cansancio eso de correr para salvarte.
Total, en la siguiente cuadra también se está acabando el mundo. Si llega el final, lo esperaré serenamente y aplicando la filosofía "zen": Amen'zen', Chupen'zen', Rían'zen'.