A lo tonto a lo tonto, leí en una sola tarde la autobiografía oficial de Jenni Rivera. Me dije: "Anda, entérate de la vida de La Diva de la Banda, nunca sabes lo que puedes aprender".
El libro se llama Inquebrantable y cuando terminas de leerlo te quedas muy oronda y contenta pensando: "Ah, qué vida tan sosa la mía", porque a Jenni le pasó de todo.
Por ejemplo, se casó con tres patanes, el amor de su vida fue un adicto a las drogas, sus papás se divorciaron luego de 40 años, la violaron, fue rechazada en el mundo de la música por su físico (decían que era gorda y fea) y se peleó a golpes con varios pandilleros.
A su hermano lo metieron a la cárcel y a los padres de sus hijos también, la estafaron, triunfó como cantante, violaron a sus hijas, la amenazaron de muerte y su último marido la traicionó de manera horripilante.
Pero a mí lo que realmente "me pudo" (como diría mi madre) es que Jenni confiesa que tuvo su primer orgasmo a los 34 años. O sea que, si hacemos cuentas, sólo vivió plenamente 10 años. Y no es que yo crea que el buen sexo es básico, lo dicen los expertos: Donde hay orgasmo, hay ilusión.
Debo decir que el libro es inspirador a ratos, porque la cantante fue una súper guerrera desde niña y te dan ganas de hacerle un homenaje por luchona.
Pero también hay momentos en que la quieres zarandear para que entre en razón (ja ja, perdón) porque en materia amorosa fue un verdadero desastre.
Ahí es donde el libro te levanta la autoestima y te hace sentir que eres una verdadera sabia del amor. Ella no. Por un lado, andaba por la vida como un mujerón y, por otro, se dejaba maltratar bien y bonito.
Parece que decía: "¿Cuál es el peor hombre para enamorarme? ¡Ése! ¡Lo quiero!".
Me quedé tan impresionada con la historia romántica de la Rivera, que le pregunté a una experta qué opinaba, y dicha experta me dijo: "Jenni estaba llena de culpas y por eso se autoboicoteaba, para lastimarse".
¡Qué fuerte! Qué maravilla son los psicólogos, ¿no? Te resuelven cualquier cosa.
Y, por favor, no crean que la estoy juzgando. ¿Quién soy yo para juzgar? No. Sólo le doy armas al lector para cuando alguien le pregunte en alguna tertulia: "¿Ya leíste Inquebrantable?".
A lo que iba es que la autobiografía de Jenni tampoco es tan autobiográfica que digamos porque, aunque ella escribió la mayor parte, algunos capítulos fueron hechos por su hermana Rosie y familia. Y se nota que ahí hicieron de las suyas.
Yo, sinceramente, me quedé con ganas de saber tres cosas que me intrigan (¡en serio!): ¿Qué le hizo Esteban Loaiza? ¿Por qué era tan amiga de Miguel Bosé? ¿Y por qué se peleó con su hija Chiquis y tardó semanas en perdonarla?
Aquí es donde debo recomendarle a Bosé que no lea el libro, porque seguro se va a deprimir. Tanto que le lloró Miguel y ni una línea le dedicaron. Bueno, no sólo a él, ni a Paulina Rubio ni a Espinoza Paz ni a nadie de La Voz... México, donde pasó sus últimos días.
Del beisbolista no hay nada emocionante, sólo que se casó con él nomás porque sí, sin amor. Pero casi al final (ya que llegas a la página 230) cuenta que Loaiza le hizo algo "tan terrible, que no estaba dispuesta a permitirlo. Decir la verdad sería algo horroroso".
¿Peor que todos los sufrimientos que sí contó? ¿Más grave que las violaciones? Ay, Esteban, ¿pues qué habrás hecho?
Me carcome la duda, porque aunque los cercanos aseguran que le fue infiel con Chiquis (la primogénita de Jenni, que ayer apareció como coconductora en el programa The View, de la Walters), no lo creo.
Sobre todo porque se necesita tener muy mala sombra para robarle el galán a tu propia madre. Digo yo. Reflexiones de escritora.