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De vuelta al ruedo

Lolita y el tigre

Martha Figueroa

Aunque se supone que las vacaciones deben ser para descansar cuerpo y mente, yo no pude. Por más que traté, el aprendizaje se cruzaba en mi camino. Daba un paso y ahí estaban las lecciones y enseñanzas, acosándome. Así que aproveché para absorber como esponja un montón de cosas. ¡Ah qué días tan productivos!

Es que era prender la televisión y enriquecer los conocimientos de medicina. Ir al cine y aprender de la naturaleza. Conectarte a Twitter o Facebook y empaparte de poesía o consejos de cómo ser mejor en la vida. Sí, las redes sociales se llenaron los últimos días de poetas, superados con gran paz interior y "echadores de luz". Hijos de la nueva era.

Gracias a personajes como Lolita Ayala, por ejemplo, mis días de descanso no pasaron en blanco. Por su culpa, este 2013 lo empiezo con palabras nuevas en el vocabulario, como onicomicosis, candidiasis vaginal, lactobacillus acidophilus, osteoartritis, cavernosometría, folículo piloso y gastroesofágico, que nada más estoy esperando la oportunidad para aventarlas en cualquier conversación. ¡Gracias, Lolita!

Hice algunas pruebas en sobremesas familiares y más de una tía se quedó sorprendida con mi erudición científica. Una tarde les aventé 'cavernosometría' y una dijo "mira cómo aprende cosas esta niña en México, ¡ya hasta escribió un libro!". La verdad es que no le quise romper la ilusión a la hermana de mi madre y confesar que mi primer libro era de aventuras con Luis Miguel, no de ciencias. Por cierto, dichas aventuras ya llegaron a librerías y tierras tan lejanas como Italia, Australia, Brasil y la India (gracias queridos lectores de "Micky, un Tributo Diferente").

Pero siguiendo con el aprendizaje vacacional, uno nunca se imagina que irá al cine y saldrá iluminado. Así, de ese tamaño. ¿Ya vieron Una Aventura Extraordinaria? En realidad se llama La Vida de Pi, pero se ve que los distribuidores de la cinta dijeron "se trata de un chavo y un tigre juntos en una lanchita en altamar. ¡Ya sé! Hay que ponerle Una Aventura Extraordinaria". Que si lo ves a simple vista, pues sí. Pero no. Trata de mucho más. La cosa es que ahí aprendes que la convivencia es posible (jaja) y que un tigre enorme puede respetar a un humano aunque se muera de hambre, porque en un momento dado logran una "conexión a nivel de almas". Alma de persona y alma de animal salvaje. Lo malo es que te emocionas porque la película de Ang Lee es preciosa, y cuando estás a punto de llorar de gozo por la maravillosa comunión entre los seres vivos del mundo, un aguafiestas muy conocedor de la cinematografía te despierta con un "el tigre no es de verdad, está hecho en computadora". Y tú terminas con el corazón roto y el buche lleno de palomitas.

Otra película que me enseñó bastantes cosas fue Lo Imposible, de Juan Antonio Bayona. Aunque un amigo mío dice que no es bonito ver una película en la que una familia sufre tanto, yo le contesto que no hay que tomárselo tan a pecho, primero porque ya sabemos que al final se salvan (no es secreto, ya se sabe, como en Titanic) y luego porque los efectos son fantásticos. Eso sí, de que vas a llorar, vas a llorar, porque el director hace que te sientas en medio de la tragedia, super vivencial.

Pero aparte del viaje emocional tan intenso, aprendes cosas prácticas, como que o lloras o le muerdes a los nachos, no se puede al mismo tiempo. Es que la tráquea se te cierra un poco cuando comes y con el llanto es tremendo, sientes que te ahogas. Lolita diría que es por la 'inflamación de la epiglotis'.

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