El cine, desde su llegada, se ha establecido como una de las mayores formas de entretenimiento de las sociedades, a lo largo de su evolución se le da más importancia a hacer mejores películas para el gusto del público y a tratar de innovar para que éstos tengan el mejor referente visual a la hora de presentarles una historia. Conforme pasan los años es más frecuente ver películas con presupuestos cada vez más altos que lo único que buscan es romper récords de taquilla. La expresión: "es lo mejor que han hecho, visualmente hablando" se vuelve cada vez más repetitiva y al mismo tiempo no tiene mucha duración puesto que cada semestre o cada año se lanza otra película todavía con mayor presupuesto, que se adueña del término.
Es natural y obvio que el dinero juega un papel más que importante en el desarrollo de una película. Desde pagar salarios millonarios a las estrellas del reparto, conseguir permisos de locación en los lugares más exóticos del planeta, hasta invertir el dinero en efectos especiales; el presupuesto toma un rol muy importante, mas no lo es todo. ¿Cuántas mega producciones hemos visto que ni con todo su dinero pudieron evitar convertirse en fracasos? Es ahí donde surge la importancia de un buen director de cine.
Existen muchos factores que tienen que conjugarse para que una película sea buena o mala, pero a final de cuentas quien se lleva el mayor crédito o la mayor culpa es el director, ya que el producto final es el resultado de adentrarnos en su cabeza. Todo lo que vemos en una película es lo que el director nos quiso compartir de su imaginación -o falta de ella- desde la manera en que quiere que actúen los personajes, la selección de escenas y las tomas en las que son filmadas, desde la más mínima hasta la toma más espectacular. El director es quien se encarga de darle vida a una película, encuentra en el cine un lenguaje único para contar historias, apoyado de otros elementos como la literatura, el teatro y la fotografía, entre otros.
El talento de un director no está asociado directamente con el presupuesto que maneja en una película, dentro de la industria existen varios ejemplos de excelentes directores que nos enseñan que la creatividad dentro del cine es mucho más valiosa que el propio dinero. Para mencionar un ejemplo, tenemos a Christopher Nolan, director y productor inglés, quien se hizo de un gran nombre en la industria cuando aceptó el reto de dirigir una nueva trilogía de la saga de Batman. El mayor talento de Nolan fue la capacidad que tuvo para encontrar un balance entre la realidad y la fantasía, se alejó del estereotipo juvenil y adolescente que, en ese entonces daba resultado, y nos mostró un lado más íntimo y profundo del hombre murciélago. Además de ello, Christopher se convirtió en el arma que Warner y DC necesitaban para contrarrestar a su compañía enemiga, Marvel, en la lucha por acaparar la taquilla. A partir del éxito de Batman, Christopher Nolan se ha encargado de dirigir otras grandes producciones como El Gran Truco y El Origen, en donde revoluciona la manera de ciencia ficción (aunque escribirlo suene muy arriesgado, en mi opinión las películas de este género encontraron en El Origen un parteaguas de donde surge todo).
Lo que no mucha gente conoce es que a pesar de su gran nombre en la actualidad, Nolan comenzó su carrera dirigiendo películas de bajo presupuesto como Memento, filme que con el tiempo se le agregó la etiqueta de "película de culto", e Insomnia, donde a pesar de la falta de recursos, tuvo la gran tarea de dirigir a dos actores de la talla de Robin Williams y Al Pacino.
Como Nolan hay muchos directores que han sabido mostrar su imaginación con o sin dinero; México no se queda atrás en la exportación de calidad al cine al tener en Guillermo Del Toro un excelente realizador que no siempre se caracterizó por trabajar con grandes presupuestos y logró evolucionar hasta consolidarse como uno de los directores más importantes del momento (recordemos que en algún momento se dio el lujo de rechazar la dirección de El Hobbit por participar en otros proyectos).
Es claro que el cine es una industria antes que nada, y aunque busca el entretenimiento del público, también busca enriquecerse los bolsillos. Existe todo público para toda la cantidad de películas que llegan a la pantalla, lo cual lo vuelve un arte muy enriquecedor. A mí me gustan las buenas historias, sin importar tanto la producción que haya detrás, igual puedo disfrutar de películas épicas como El Señor de los Anillos u otras más simples como Melancolía, de uno de mis directores favoritos, Lars Von Trier.
Esta semana tuve la oportunidad de ver la nueva película dirigida por Guillermo Del Toro: Pacific Rim (hago énfasis en la palabra "dirigida" porque han abusado de su nombre para acaparar más taquilla en otras películas que él sólo produjo). No les contaré los detalles ni les arruinaré el final, pero si han seguido la carrera de Del Toro, se darán cuenta del gran logro y la gran capacidad para trabajar en el proyecto más ambicioso y lograr de éste un resultado muy digno de ser comentado. Si llegan a ir al cine para matar sus ratos de ocio y no hay nada que les convenza, denle una oportunidad a esta película, que estoy casi seguro que no se arrepentirán y tal vez digan, como yo, que "es lo mejor que se ha hecho, visualmente hablando".