"¿Qué sería lo más extraño que tendrías que explicarle a un viajero del tiempo que viene del pasado sobre nuestras costumbres actuales?". -Mira, aquí en mi bolsillo tengo este dispositivo que contiene toda la información existente en el mundo, lo uso para ver fotos de gatos.
La respuesta anterior la leí hace algún tiempo y me resultó particularmente graciosa porque en una frase refleja y define a la sociedad actual, como una estampita de nuestra generación. Estamos repletos de herramientas y dispositivos que nos abren las puertas a la información, cosas verdaderamente extraordinarias, instrumentos con inteligencia propia que sustituyen casi a la nuestra y estamos tan pero tan acostumbrados a todo esto que no nos sorprendería si de pronto inventaran la teletransportación, creo que ni nos daríamos cuenta.
Imaginen que esa persona que cité al principio realmente existiera, el viajero del pasado. De repente se muda a la casa de al lado y empezamos a formar una amistad con él. Piensen en todas las cosas de las que habríamos que ponerlo al tanto. Le tendríamos que decir que ya no se necesita sobresalir en algún área para volvernos conocidos, basta con grabar un video bailando como anguila para ser famosos aquí y en China. Le contaríamos que podemos mantener una conversación con una persona en otro país sin tener que abrir la boca, con sólo mover los dedos. Quizá se sorprenda cuando le contemos que no hace falta hablar con una chica para conocerla, sólo es cuestión de acosarla un rato por el Facebook.
Hasta este punto de la conversación con nuestro amigo el viajero, parecería que todo ha sido asombro para él, pero como en una buena plática se necesita retroalimentación también hay que escuchar lo que él tenga que contar. Nos diría que el dispositivo más fantástico en sus tiempos era uno bastante sencillo, no tenía wifi ni cámara fotográfica, estaba lleno de letras y hojas de papel, también contenía toda la información del mundo sólo que había que buscarla y que precisamente en eso radicaba la diversión y el entretenimiento; la gente los llamaba libros. También nos cuenta que había lugares construidos especialmente para almacenar todo tipo de libros, aquí llegaban desde los estudiosos que realizaban sus arduas investigaciones hasta los que sólo buscaban en qué páginas meter sus narices para pasar el rato. A este lugar lo conocían como biblioteca.
Nos contaría muchas cosas con las que el asombro cambiaría para nuestro lado: que la música se hacía con instrumentos y no con computadoras, que un grupo llamado "Los Beatles" dominaba el mundo (sobra decir que no conocía el Gangnam style) y que las personas en su época tenían una visión y sobretodo un mensaje que dar al mundo. Que para conocer a una chica se necesitaba ingerir una fuerte dosis de valentía para acercarse a hablar con ella y que, para su fortuna, las anguilas, en aquel entonces, todavía no aprendían a bailar.
Sin lugar a dudas ésta sería una muy buena plática, tampoco es mi intención decir que vivimos en un mal lugar, a final de cuentas es un proceso cultural evolutivo en el que estamos inmersos. Creo que tanto ustedes como nuestro amigo imaginario tendríamos muchas cosas que aprender uno del otro, pero también hace falta abrir los ojos de vez en cuando y darse cuenta que la boca está para hablar, no los dedos. Invito a todo aquél que me lee a salir a comprar un libro, un disco y a buscar una buena conversación. Verán que no hace daño salir de nuestro mundo digital de vez en cuando.