En distintos países del mundo están en desarrollo proyectos de árboles artificiales como una respuesta al calentamiento global. Su objetivo es complementar a los árboles tradicionales en su tarea de captar el dióxido de carbono.
En la Universidad de Columbia, en Nueva York, por ejemplo, el profesor de geofísica Klaus Lackner propuso una especie de matamoscas gigante que tiene esa capacidad.