Los partidos ya descabezaron una vez al Instituto Federal Electoral. Lo hicieron con la ley electoral de 2007. La Constitución decía entonces, como ahora, que los consejeros eran inamovibles; pero para darle la vuelta los políticos la enmendaron.
El consejero presidente Luis Carlos Ugalde, que era el destinatario fundamental de la enmienda-venganza, prefirió renunciar por dignidad el 14 de diciembre de 2007. Un acuerdo entre los partidos políticos permitió que los demás consejeros fueran desechados de manera gradual… para no borrar de un golpe toda la experiencia acumulada por el consejo general del IFE.
¿Cuál fue el pecado de los consejeros del IFE? Haber hecho su trabajo como marcaba la ley en el proceso electoral de 2006. El PRD, sin embargo, exigía en 2007 la cabeza de los consejeros para aprobar una nueva reforma electoral. ¿Y por qué aceptaron el PAN y el presidente Felipe Calderón? Porque el PRI, en boca de Emilio Gamboa, decía: "Si no hay reforma electoral, no hay reforma fiscal." Al final el PAN y el presidente respaldaron el descabezamiento del IFE a cambio de una reforma fiscal que ni siquiera merece ese nombre y que hoy hay que volver a empezar.
Los partidos políticos volvieron a su sistema de cuotas para nombrar a los nuevos consejeros del IFE. Tuvieron cuidado, para satisfacer a la izquierda, de darle la presidencia a Leonardo Valdez, militante de la izquierda de toda la vida quien se forjó políticamente al lado del ingeniero Heberto Castillo. ¿De qué sirvió el esfuerzo? De nada. Una vez más los perdedores de la elección exigen la cabeza del árbitro. Sólo que ahora el PAN se une al PRD en el esfuerzo.
Andrés Manuel López Obrador ha ofrecido una repetición de su papel de 2006 y ha llamado corruptos a los nuevos consejeros del IFE y a los magistrados del Tribunal Electoral. Todos son "empleados de la mafia del poder" que conspira permanentemente para mantenerlo fuera de la presidencia.
En la Comisión Permanente del Congreso, el PAN promovió un punto de acuerdo con los partidos de izquierda para exigir la destitución de Alfredo Cristalinas Kaulitz, titular de la Unidad de Fiscalización del IFE, y la comparecencia de los nueve consejeros del IFE. El punto de acuerdo no fue aprobado, ante el voto en contra de los legisladores del PRI y el PVEM, aunque de poco hubiera servido porque la Constitución establece la autonomía del IFE.
¿De qué serviría descabezar nuevamente al IFE violando los principios constitucionales de inamovilidad de los consejeros y de autonomía de la institución? ¿Vamos a ver linchamientos como éstos después de cada elección? ¿Qué ocurriría con una liga de futbol que ejecutara a los árbitros después de cada partido porque siempre hay algún inconforme al terminar? ¿Son nuestros políticos simples émulos de la Reina de Corazones que ante cualquier contrariedad ordenaba la decapitación de súbditos y servidores?
La verdad es que no hay manera de que las decisiones de los consejeros vayan a satisfacer a todos los actores políticos. Los partidos han realizado, con su sistema de cuotas, todos los esfuerzos para tener a consejeros independientes. Han elegido de listas de decenas o centenares de especialistas. Pero las decisiones que los consejeros tomen nunca dejarán satisfechos a todos.
Como ya señalaba Héctor Aguilar Camín en 2007, decir que necesitamos nuevos consejeros porque los que tuvimos en 2006 (o en 2012) no hicieron bien su trabajo "equivale a decir que necesitamos también otros legisladores pues los actuales nacieron de una elección que estuvo mal". Pero no veo que las reinas de corazones del Congreso estén dispuestas perder ellas la cabeza.
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