Como los buitres con la carroña en el campo, en la política regional nunca falta quienes se interesen por los despojos. En los últimos meses, los laguneros hemos sido testigos de la lucha electoral que libran distintos grupos por hacerse del control de los ayuntamientos en medio del deterioro generalizado de la vida pública de nuestras ciudades. Guerra sucia, simulación, agresiones, casuales detenciones, divisiones internas y multiplicación de partidos dibujan un cuadro de descomposición política que lejos de alentar la construcción de la democracia, la paraliza y tiende a reducirla a su mínima expresión: la movilización de clientelas electorales. Lo importante, a fin de cuentas, es alcanzar o conservar el poder. Pero, ¿a quién beneficia toda esta degradación política? ¿Quiénes son los pescadores que recogerán las ganancias de este río revuelto?
La oposición dividida. El principal adversario del PRI en Coahuila y en Durango está fracturado. Desde hace algunos años, el partido de derecha, Acción Nacional, mantiene de este lado del Nazas una pugna interna por el control de las estructuras. El grupo de Guillermo Anaya se ha impuesto al grupo encabezado por su antiguo padrino político, Jorge Zermeño, quien no logró hacerse con la candidatura a la alcaldía de Torreón. Tras finalizar la elección interna, los zermeñistas denunciaron públicamente, mas no formalmente, irregularidades en el proceso y ventilaron el uso de "prácticas priistas", otrora tan cuestionadas por los panistas. Este señalamiento no es nuevo. Hay que recordar el proceso interno del año pasado para seleccionar a los candidatos a ocupar una curul en las cámaras del poder legislativo federal, sobre todo en el caso de Luis Fernando Salazar, exdelegado de Sedesol y actual senador, quien fue acusado por sus propios correligionarios de manipular el padrón del partido y de usar recursos públicos de programas sociales para impulsar sus aspiraciones.
Pero también del lado de Durango los azules traen pleito. Tanto en Gómez Palacio como en Lerdo, los grupos internos han puesto de manifiesto que, contrario al discurso de siempre, les importa más sus propios intereses. La inusual alianza del partido de derecha con el de izquierda PT fue impugnada por integrantes de Acción Nacional, al igual que las candidaturas de Ángel Luna, en Lerdo, y Augusto Ávalos, en Gómez Palacio. Cabe decir que quienes impulsaron tales impugnaciones, Jesús Martínez y Jorge Calero, querían ser los candidatos. El conflicto ha escalado a tal nivel que el propio presidente del comité directivo estatal del PAN, Víctor Hugo Castañeda, ha denunciado que detrás de las impugnaciones está la mano del gobernador Jorge Herrera Caldera.
A lo anterior hay que sumar la guerra de declaraciones que sostuvieron hace unos meses la exalcaldesa de Lerdo, Rosario Castro, y Raúl Villegas, presidente del comité municipal del albiazul, quien fue acusado en un desplegado, pagado por la también exfuncionaria federal, de tener nexos con el crimen organizado.
La escasa fuerza del PRD en Coahuila y Durango se ve mermada también por el divisionismo. De este lado del Nazas, un sector del perredismo ha intentado frenar la alianza del "sol azteca" con el PAN. De aquel lado del río, un grupo de los amarillos no está de acuerdo con la candidatura de Sergio Duarte para la alcaldía de Gómez Palacio. En ambos casos, el fantasma de los "intereses ajenos al partido" recorre las endebles estructuras locales del Partido de la Revolución Democrática.
Con este panorama de pugnas y fracturas, la oposición regional al PRI se muestra nada saludable para enfrentar el proceso electoral del 7 de julio próximo.
Pulverización de la oferta. Como si la división dentro de los partidos no fuera suficiente, en Coahuila éstos se multiplican. En la entidad existen trece -sí, ¡trece!- partidos políticos registrados, de los cuales seis son locales. Nadie tiene más agrupaciones político-electorales que Coahuila, y ninguna de ellas tiene opción real de triunfo. Algunas, incluso, son meros satélites del PRI. No obstante, reciben jugosos presupuestos. Nada más este año el instituto electoral de Coahuila aprobó más de 60 millones de pesos para los trece partidos, de los cuales, 16.5 millones van a los seis locales. El de más reciente creación, el Partido Progresista de Coahuila (Pro), recibió, junto a su registro, 1.2 millones de pesos. ¿A quién representan realmente estos partidos? ¿Cuál es su verdadera oferta de gobierno? Todo esto tiene un tufo a burla.
Guerra sucia y simulación. La guerra de lodo no es nueva. En 2011, durante el proceso para elegir gobernador de Coahuila, observamos anuncios espectaculares y espots que hablaban de la escandalosa megadeuda estatal, de la responsabilidad de los Moreira y de vínculos de panistas con el crimen organizado. Hoy vivimos una reedición de aquella batalla de inmundicias. En los anuncios, el PAN sostiene: "Torreón está listo para cambiar", y en la imagen se observa el logotipo de la administración municipal de Eduardo Olmos a punto de desaparecer. En el discurso, los panistas afirman: "El de Olmos es el peor gobierno que ha tenido Torreón". Sólo les falta decir que incluso peor que el de José Ángel Pérez. La respuesta no vino directamente del Revolucionario Institucional, sino de la "Revolución Coahuilense". En los anuncios firmados por el PRC aparece el referido exalcalde panista con el rostro descompuesto y el diputado federal Guillermo Anaya cercano a imágenes de presuntos secuestradores vinculados a su equipo. En medio, la leyenda: "¿Te acuerdas de este cambio?".
El órgano electoral ordena retirar los anuncios por denuncias presentadas por los afectados. Pero los patrocinadores de la "guerra sucia" burlan al débil árbitro electoral colocando otros anuncios el mismo día que retiran los denunciados. No hay forma de pararlos. Así se pueden llevar toda la campaña. Tal parece que este juego político consiste en aventar la porquería al ventilador y al que menos le salpique, ése será el ganador.
Entre agresiones y casuales detenciones. Por si fuera poco, la semana pasada se registraron tres hechos que, aunque desvinculados entre sí, vienen a enrarecer aún más el clima político-electoral. En Torreón, un grupo de priistas agredió verbal y físicamente a la regidora panista Margarita del Río, quien fotografiaba a los militantes que acudieron a la oficina del regidor José Ganem a recibir, según este último, "apoyo de gestoría". Por otra parte, José Luis Dovalina, integrante del equipo de campaña del expriista y exsecretario de Gobierno de Coahuila, Raúl Sifuentes, hoy candidato de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Torreón, fue detenido, de acuerdo con las autoridades de la Procuraduría de Justicia, por circular en un auto con reporte de robo y con placas sobrepuestas. Luego de que Dovalina fuera liberado bajo fianza, Sifuentes denunció que la detención fue arbitraria y de carácter político.
En Gómez Palacio, el exalcalde Octaviano Rendón, cercano al grupo de Carlos Herrera, fue detenido junto a otras personas acusado de los delitos de despojo y robo en lugar cerrado, al acudir como notario a la toma de las instalaciones de la Confederación Nacional Campesina en aquel municipio, organismo corporativo del PRI que se ha visto inmerso en disputas internas en los últimos meses. Al exalcalde se le negó la libertad bajo fianza y su situación legal será resuelta esta semana.
Este es el marco del proceso electoral en marcha. Los grandes pescadores se frotan ya las manos por conservar el poder en los ayuntamientos. Y en medio de toda esta degradación política, seguimos esperando las propuestas para sacar a los municipios de la comarca del atolladero en el que se encuentran. Seamos ilusos, pues.
Dialoguemos en twitter:
@Artgonzaga
O por correo-e: argonzalez@elsiglodetorreon.com.mx