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¿Dónde naciste?

ALAN BARRAZA

Uno de los temas predilectos dentro de la mexicanidad en el extranjero, si no es que casi el principal, no sólo en cuanto a política sino en la generalidad de ámbitos, es el relacionado con los efectos del flujo migratorio, es que fuera del impacto globalizador que mostramos al exterior con nuestro contenido cultural, ser nacional mexicano muchas veces también implica ser inmigrante, todos lo saben y pareciera que no habría más que abundar en el tema. Y es que el pasado 12 de agosto en conmemoración del Día Internacional de la Juventud, el secretario general de la ONU, Ban ki-Moon, declaró que según datos de la propia organización mundial, emigran al año en el mundo más de 27 millones de jóvenes por condiciones de pobreza, inseguridad y violencia.

Si bien es cierto que esa información estadística evidencian un problema de índole internacional, debido a las causas del fenómeno migratorio acrecentado, también lo es que en México se torna aún más alarmante como muestra representativa de las condiciones internas, como de costumbre, somos un ejemplo para el mundo de lo que debe evitarse y banco de experimentación para cómo solucionarse. Pues dentro de las propias estadísticas de los organismos especializados de la ONU, México es el país que más exporta población al mundo, referencias numéricas desde años anteriores. Entre 2005 y 2010 la migración neta ascendió a 145 mil emigrantes anuales, en 2010 se registraron 1,112,273 migrantes internacionales de los que el 48% se encuentra entre los 20 y 34 años de edad. Aquí es donde las palabras pronunciadas por el secretario general de la ONU como causa del fenómeno: "violencia e "inseguridad" revisten de mayor peso cuando se aplican a nuestra realidad.

Por otro lado, cabe aclarar que en este nuevo esquema migratorio mundial, las implicaciones se han venido modificando de diversas formas y a distintos alcances. A inicios del siglo pasado el flujo migratorio era de características más bien concentradas, el 90 % de los emigrantes acudía para radicar sólo a Estados Unidos, Argentina, Brasil, Canadá y Australia. Actualmente, en parte debido a esas mismas naciones foco de globalización, ya no es así, pues las recepciones demográficas se han diversificado ampliamente ayudado por el reacomodo económico del orden mundial y por los constantes cambios que la mundialización ha provocado en este siglo. La oportunidad que un mexicano promedio pudiera tener para emigrar y así, sustraerse de la complejidad de acceso al mercado laboral, a la falta de competitividad académica y que digamos de la inseguridad, acompañado de la facilidad que implica esto, ha provocado que residir donde se es oriundo sea una opción ya no muy atractiva.

Bajo esta nueva estructura, hay países que se resisten al libre tránsito poblacional, por no convenir a sus intereses internos en diferentes proporciones. Estados Unidos como el país migrante por antonomasia, muestra incesantemente una tendencia proteccionista frente a la aceptación de inmigrantes y a la regulación de los que ya están ahí, cada vez más dura, con el conservadurismo republicano acompañado de la mojigatería demócrata. Pues en el paquete de reforma migratoria ya aprobado por el Senado este verano, se acordó parcialmente la legalización de más de 11 millones de indocumentados, pero con la inclusión de reforzadas medidas fronterizas que incluyen aumentar 36,000 millones de dólares más al presupuesto de la seguridad fronteriza y 70 millas más de muro, reforma que en síntesis es algo así como simular que es correcto aceptar resignadamente a los ya incorporados con la condición de asegurar el repudio a los que pretendan entrar.

Si conjuntamos, la tendencia ascendente en México de huir, o más propiamente dicho "emigrar", frente al rechazo definitivo de tolerar ilegalidad migratoria por parte de su principal receptor tenemos que el hito histórico que se presenta para la emigración mexicana es fundamental, ¿cómo equilibrar el flujo, tránsito y destino de mexicanos que piensan en el sueño americano?, pues a esto se añade que de 2009 para acá según estadísticas gubernamentales, se ha reducido la migración ilegal a los Estados Unidos un 36 %.

El colapso de los factores, dada la penetración de ambos, nos hace pensar que los mexicanos podrían dispersarse en una corriente migratoria más abierta que paulatinamente opaque su sello cultural (algo parecido a lo que sucedió a los judíos). Por ello, es necesario e impostergable transformar las circunstancias sofocantes en las que se encuentra nuestro país y así revertir la proporción de juventud extraída. Es verdad que el artículo decimotercero de la declaración universal de los derechos del hombre signada por la comunidad internacional como fuente de todos los derechos humanos, dice que "toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado", a su vez es también verdad que la identidad cultural histórica del ser mexicano le corresponde a un territorio específico de residencia, y que no es posible que el retroceso político obligue a los que aquí nacen a buscar fuera lo que por derecho les corresponde.

@alanbarrasa

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