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Dos grados para cambiar al mundo (II)

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

En días pasados escuché y vi en la televisión un debate sobre la reforma energética, gran pompa, gente importante escuchando cómodamente instalados en un auditorio arreglado tipo restaurante y un panel de lujo con investigadores y consultores expertos en las cuestiones energéticas. Era la aristocracia académica y política encerrada en su círculo de cristal transparente que sólo permite que los veamos y los oigamos, pero ellos ni nos ven y nos escuchan menos, es una incapacidad crónica de interactuar con sus representados y de vivir en comunidad. Estaban resolviendo un asunto que nos compete a todos, más allá de una simple consulta, se leía entre líneas una decisión tomada: la de privatizar algunos sectores de Pemex.

En este ameno debate se habló de cómo ganar más con el petróleo, el carbón y el gas, pero ni por encanto se tocó el punto de las energías renovables que no contaminan, ni en la investigación que requiere este sector. No hubo el más mínimo asomo a los impactos que el mismo modelo que discutían está provocando, el calentamiento global y el cambio climático no parecen estar en esta agenda y me temo, para variar, que el crecimiento económico, tan llevado y traído, será como hasta ahora, insostenible.
Es una situación típica que se enlaza con lo que ocurre en otros países, en los que el consumo de combustibles fósiles es cada vez mayor y las emisiones de los gases de efecto de invernadero se incrementan en la atmósfera para sostener una tendencia clara hacia un mayor calentamiento que exacerbará los cambios climáticos a nivel de todo el planeta.

En este contexto, parece absurdo esperar que en el año 2020 se pueda cumplir el reto de evitar un aumento en la temperatura global de 2 grados centígrados. Muchos científicos se enfocan en los 2 grados de calentamiento, como el punto crítico que cambiaría la vida de este planeta. Por ejemplo, un tema que fue motivo de una movilización mundial el domingo pasado, el deshielo del Ártico, será, de acuerdo con algunos científicos, muy difícil de salvar. Pero no es el único caso de este tipo, las altas temperaturas están cambiando uno de los climas más severos, alterando el modo de vida de la gente de Groenlandia. De acuerdo con el National Geographic, le tomó a la naturaleza 150 mil años formar los glaciares de Groenlandia que ahora se derriten más rápido que nunca. El glaciar Jakobshaven, es el glaciar que se mueve con más rapidez en el planeta, mas de 40 m. por día y se derrite dos veces más rápido que hace una década, La cantidad de hielo que se derrite en dos días, contiene agua suficiente para satisfacer la demanda de un año en el área metropolitana de Nueva York.

No obstante, todo parece indicar que el impacto más severo será sobre los ecosistemas marinos: Lo arrecifes de coral, llamados también selvas de mar, son ecosistemas acuáticos que soportan una gran diversidad biológica, alrededor de un 25 % de todas las especies marinas viven en estos ecosistemas. Actualmente, los arrecifes de coral están mostrando cambios como la decoloración, que indican la debilidad de estos sistema y el riesgo de que desaparezcan. Este estado de salud de los arrecifes está directamente relacionado con el calentamiento del agua, cuando ésta se calienta más de lo que el coral tolera, 30 grados Centígrados, el coral expulsa el alga que lo alimenta, de ahí su decoloración.

Más de un millón de especies se refugian y se alimentan en el interior de los arrecifes, de sufrir una modificación severa debido al calentamiento del agua, más de 500,000 especies se extinguirían. Pero esto no es todo el problema, la pérdida de biodiversidad está siempre ligada a la pérdida de servicios ambientales, y en el caso de los arrecifes el beneficio ambiental está estrechamente relacionado con la fijación de dióxido de carbono, que es el principal gas de efecto de invernadero en la atmósfera.

Los océanos son el mayor lavado de carbono del planeta, pero hay indicios de que estos mecanismos no están funcionando, las pequeñas criaturas marinas que habitan en el arrecife absorben el carbono del agua y lo usan para construir sus caparazones y esqueletos. Sin embargo, cuando hay un exceso de dióxido de carbono en el agua la acidifica y disuelve los caparazones y esqueletos de dichas especies, impidiendo que se absorba mas dióxido de carbono para formar otros. El exceso de dióxido de carbono en el agua, proviene de la quema de combustibles fósiles, el uso cada vez mayor de todos nuestros aparatos eléctricos y mecánicos es el responsable de dicho consumo de combustibles, de esta manera, ocasionamos que un elemento vital para el funcionamiento del mundo desaparezca y que el riesgo de un mayor calentamiento de la atmósfera sea cada vez más una certeza.

(Para la elaboración de estas colaboraciones se consultó la página principal de National Geographic).

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