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Dragon Mart: asunto serio, pero sin la reacción necesaria

JULIO FAESLER

El proyecto "Dragon Mart" consiste en instalar cerca de Cancún un gran centro de operaciones chinas no sólo de exhibir y promover toda la vasta gama de productos de la República Popular China.

El Gobierno federal tiene que juzgar el asunto no sólo en términos del indudable atractivo económico que significa para sus promotores sino en cuanto a su coherencia con los programas que está comprometido a realizar a favor de los sectores de pequeña y mediana empresa para el desenvolvimiento de la economía no sólo de la región sureste sino de los sectores agrícolas e industriales de todo el país como por ejemplo las zonas centrales del norte de México.

El proyecto, semejante al inmenso "mall" que China montó en Dubái, se inicia con una inversión de 2,300 millones de pesos. Se afirma que busca eliminar intermediarios para impulsar la venta directa de miles de productos chinos. El asunto toca absolutamente toda la producción mexicana.

De acuerdo con la promotora, una inmobiliaria mexicana, son ya más de 4,500 empresas chinas interesadas en establecerse en el Dragon Mart. Los locales no sólo serán comerciales, habrá espacios para el ensamble de artículos y 20,000 metros cuadrados de almacenes fiscales. Además de esto se contempla un área de 722 villas para alojar el personal chino y sus familias, unas 1,500 personas, lo que requerirá el correspondiente número de visas expedidas por el Instituto Nacional de Migración el cual tendrá que aflojar la exagerada rigidez con que actualmente trata las solicitudes de ingreso para hombres de negocios, funcionarios de empresas extranjeras, sus empleados y hasta expertos que vienen a México a trabajar.

Los productos chinos entrarán a nuestro mercado nacional gracias a la sistemática desgravación arancelaria que la Secretaría aplicó en los últimos años y, más recientemente, a favor de productos chinos.

La experiencia de prácticamente todos los países miembros de la OMC con el comercio chino es inaceptable. Las tácticas de penetración de mercados se basan en los precios artificialmente bajos de sus productos. Las políticas del gobierno chino de apoyo a los productos de su país, contraste diametral con la exagerada apertura librecambista mexicana, les posibilitan ofrecer, a veces, por abajo de costo de sus materias primas de que están hechas; desde aparatos electrónicos, autopartes, muebles, bicicletas, juguetes, herramientas de toda dimensión, insumos industriales para no mencionar textiles y sus confecciones. El resultado es una competencia inequitativa que condena a la derrota comercial a los artículos de nuestro país.

Las autoridades mexicanas tienen cientos de expedientes en los que consta lo anterior. De igual manera saben que es el trabajador mexicano en quien en último término recala el resultado. Si no hay competencia equitativa la autoridad mexicana no debe exponer a nuestros productores a la derrota comercial.

Es a las autoridades federales a quienes corresponde el cuidado que la producción nacional goce de sanas condiciones competitivas, tanto internas como internacionales. Bien saben que el recurso de un proceso de anti "dumping" es extraordinariamente prolongado y caro y que está diseñado como reacción contra el daño inferido y nunca como medida preventiva, por lo tanto generalmente ineficaz.

El autorizar, como parece que se ha hecho a nivel municipal y estatal, la instalación Dragon Mart es someter todos los intereses de los productores mexicanos al de una gigantesca promoción inmobiliaria que no beneficia más que a los socios mayoritariamente chinos.

Es evidente que las reglamentaciones de uso de suelo, las ecológicas o ambientales o las demás de índole municipal o estatal no sirven para defender a la agricultura o industria nacionales. El respeto a ellas e nada abona a la necesidad nacional de defender la actividad productora nacional o los trabajadores que en ellas se encuentran.

Lo que más importa además es la implicación de que las autoridades mexicanas dan por aceptables para el mercado mexicano las prácticas nocivas de las autoridades chinas que así protegen a los suyos mientras que se niegan preferencias a los artículos fabricados por mexicanos.

La posibilidad de que triunfe el crudo interés mercantil sobre los intereses más trascendentales del desarrollo nacional sólo porque éstos últimos carezcan de la adecuada defensa por parte de los que han sido llevados funciones públicas es asunto de seria preocupación nacional. Su ejemplo pone en entredicho la anunciada política de promoción y apoyo a cadenas de producción que urgen y que son la única vía para crear empleo.

Hasta este momento todo indica que las autoridades municipales, estatales y hasta federales aprueban la construcción del gran mercado chino en Cancún. La maduración de una economía es un proceso que lleva muchos años de esfuerzos colectivos. Como en todos los países, la concordancia de sus ambiciones con la visión de largo aliento de las autoridades y su apoyo es indispensable.

Aquí, una vez más esa concordancia falta. Por eso México sigue rezagado. Por eso nuestra producción manufacturera se limita a armar ajeno.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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