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Dragon Mart y la Reforma Hacendaria

JULIO FAESLER

Nos llegan noticias de que en noviembre próximo se inicia en Cancún la construcción del gran complejo comercial denominado Dragon Mart donde millares de productos y servicios chinos serán promocionados al mercado interno mexicano así como al área del Caribe, Centro América y puntos del litoral del Golfo de México.

El Dragon Mart en ciernes es simplemente el más reciente eslabón de un esquema mundial de cuyos efectos negativos para la producción regional y que México tiene que saber desligarse. Las autoridades federales tienen las normas adecuadas para proteger los intereses sociales y ecológicos que en este proyecto están amenazados.

Desde hace algún tiempo venimos lamentando que se promueva esta plataforma de despegue de productos precisamente de China, país que, independientemente de su admirable desarrollo, es el que más ha venido inundando nuestro mercado con artículos de todo tipo a precios que, por la integración de sus cerradas estructuras de producción, nos llegan a precios, frecuentemente por debajo de costo, que excluyen de toda posibilidad de competencia a los productos mexicanos.

El empuje comercial de China es ampliamente conocido y padecido en todo el mundo. Se debe a una combinación de bajos salarios, facilidades financieras, apoyo oficial para compras masivas de materias primas a precios castigados. Los productores chinos reciben premios sustanciales por promover la "marca" de China en todos los productos que se exportan.

Son numerosos los procesos que se siguen en la Organización Mundial de Comercio (WTO) para atender los miles de casos que provoca el gigante económico chino que con el Dragon Mart pretende instalarse aquí en casa.

A nuestro país se le plantea el dilema de optar por fijar restricciones a los artículos chinos o bien dejar que las cosas pasen. No debe dudar de la acción que se requiere para defender la producción mexicana. Beijín es duro negociador no sólo en cuestiones económicas sino en tópicos que involucran su orgullo nacional. Las protestas que formula a Tlatelolco no tienen empacho en pretender regular hasta las relaciones que mantenemos con otras naciones, lo que nosotros jamás hemos hecho con países amigos. Con arrogante vehemencia China osa amagarnos con degradar las relaciones diplomáticas si el Presidente de México habla con el Dalai Lama sobre temas que sólo a éstos incumben. México tiene también su dignidad.

Hay que notar que la realización del Dragon Mart nace viciada. Una autorización de afirmativa ficta provocada en la negligencia real o intencionada de la autoridad local abre la puerta a la incursión china. Tratándose de cuestiones de hondo interés socioeconómico y ecológico nacionales y no meramente regionales, esa negligencia no debe prevalecer.

La única justificación para el Dragon Mart, consistiría en que, en lugar de ser un lugar de ventas de productos mayoritariamente extranjeros, se convirtiera en un centro de adiestramiento uniendo fuerzas chinas y mexicanas, sumándose a programas de desarrollo con personal técnico y profesional calificado dedicado a enseñar oficios y artes que mucho necesita nuestro pueblo particularmente en el sur del país.

No hay desde luego ningún indicio en tal sentido. El desarrollo se dedicará a exacerbar el consumismo. Una vez más el gobierno deja a un lado su misión de promover la producción. Aceptamos mansamente que se implante en nuestro suelo, una unidad comercial que no aporta a la educación o al progreso de México. Ocupará a cientos de campesinos y trabajadores en sus seis meses de construcción y posteriormente a los servicios varios para los cientos de nacionales chinos que se nos anuncia resolverán hasta entonces estrictos reglamentos migratorios, para ocupar las 722 casas que son parte del gran proyecto.

Hay que entender que el incipiente Dragon Mart se inserta en el fenómeno del consumismo que abre brechas en todo el mundo entre ricos y pobres. El consumo ilimitado de objetos y servicios innecesarios excede la capacidad productiva y el poder básico de compra de la sociedad. Una plétora crediticia lo suplementa artificial y provisionalmente. El gobierno está obligado a frenar este proceso.

La inminente aprobación de una verdadera Reforma Fiscal en México debe dirigirse a fortalecer la producción que el país requiere y la creación de empleos que urge y no la insistencia en fórmulas del comercialismo que ha dañado el progreso nacional. Ello debe acompañarse de un presupuesto nacional que estimule la inversión en producción firme y efectiva que no endeble que encierra problemas de solvencia.

Estas razones, además de las sociales y ecológicas ya ampliamente esgrimidas, son las que deben llevar a las autoridades a detener el avance, de por sí muy precariamente sostenido, del Dragon Mart de Cancún, porque de no hacerlo, claramente se pensará que el Gobierno habrá cedido a intereses inconfesables.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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