De la noche a la mañana, la llamada Perla de La Laguna se convirtió en el principal bastión del PRI en Coahuila. Con una ventaja mínima -apenas cuatro mil 300 votos, es decir, 1.7 por ciento- el priista Miguel Riquelme fue electo como próximo alcalde de la segunda ciudad más importante del Estado. De este hecho, hay varias lecturas que deben colocarse sobre la mesa para empezar a vislumbrar lo que le espera al corazón de La Laguna en los próximos cuatro años, a partir del primero de enero de 2014.
I.- Debería preocupar a los partidos, sobre todo al ganador, el escaso nivel de participación ciudadana, que quedó por debajo de la expectativa del 58 por ciento planteada por el instituto estatal electoral. De acuerdo con los datos preliminares, 46 por ciento de los integrantes de la lista nominal en Torreón no salieron a ejercer su derecho al sufragio. Casi la mitad. Estamos hablando de alrededor de 210 mil ciudadanos mayores de 18 años con credencial para votar que por alguna razón decidieron no acudir a las urnas. ¿Apatía? ¿Desconfianza? ¿Miedo? ¿Protesta? ¿Qué significa que la elección del nivel de gobierno más cercano a la gente tenga tan escaso poder de convocatoria? La respuesta a estas interrogantes es digna de un profundo análisis. El instituto electoral y los partidos, sobre todo el ganador, tienen una enorme tarea pendiente en este sentido.
II.- El candidato del PRI, con todo y sus partidos satélites, gana la elección de Torreón con una sangría de 20 mil votos aproximadamente, en comparación con la elección de 2009, en donde Eduardo Olmos resultó victorioso. La cifra de 112 mil 690 votos que alcanzó Riquelme está muy por debajo de los 150 mil votos proyectados por su partido. También la expectativa del hoy alcalde electo fue demasiado alta, pues él esperaba obtener 120 mil votos. ¿Pesó la mala imagen que tiene la cuestionable administración de Olmos? ¿Hasta qué punto el escándalo de la deuda de Coahuila fue factor? ¿No hubo el suficiente dinero para movilizar a toda la red clientelar? ¿Qué tanto afectaron los liderazgos caducos de esa maquinaria? Es cierto, dirán los priistas, aunque por poco margen, pero se ganó. El "detalle" es que ahora les toca gobernar con un 75.4 por ciento de electores que no votó por el candidato de ese partido, si consideramos a la totalidad de la lista nominal. En fin, así es nuestra democracia, nuestro sistema de gobierno de la "mayoría".
III.- En la medida en la que se respondan las preguntas planteadas arriba es que el Miguel Riquelme podrá conformar su equipo de gobierno. Es una verdad a gritos que luego de un triunfo electoral vienen el reparto de cuotas, el pago de favores y los acomodos entre quienes trabajaron para dar la victoria al candidato. Debido al escaso margen con el que logró hacerse de la alcaldía y considerando el incumplimiento de la expectativa, Riquelme podrá desechar fácilmente ciertos compromisos. A la hora de revisar quién hizo la "tarea" y quién no, muchos de los que esperaban un cargo seguramente quedarán relegados. Ya lo anunció el alcalde electo en su primer discurso en calidad de tal: "los que bailaron en esta (administración), tendrán que esperar en la que sigue". ¿Habrá en realidad una renovación de cuadros en el gobierno municipal? ¿Hasta dónde llegará? ¿Cuál será el criterio para seleccionar a los nuevos funcionarios? ¿Lealtad o capacidad? ¿Servilismo privado o servicio público?
IV.- Ahora bien, para el triunfo de Riquelme fueron clave los partidos que se sumaron al PRI en la candidatura común. Aunque pocos -algo más que siete mil-, los votos de estas agrupaciones marcaron la diferencia. Ante este hecho, vale la pregunta: ¿cómo van a cobrarse los partidos satélites el haber dado el gane al priista? ¿Qué van a exigir o negociar por este favor? ¿Qué van a hacer cuando no se cumplan sus expectativas? ¿Los dos regidores provenientes de las filas de Nueva Alianza y el surgido del Verde, todos bajo el membrete del PRI, serán incondicionales al futuro alcalde?
V.- Riquelme se empeñó durante la campaña en no parecer un político creado por los Moreira. Ha dicho, cada vez que ha podido, que su carrera empezó antes de que Humberto llegara a la gubernatura. Y es cierto. Pero lo es también que su trayectoria comenzó a cobrar notoriedad gracias al régimen de los hermanos. Antes del moreirato, pocos sabían del hoy alcalde electo de Torreón. De nueve años a la fecha, Riquelme ha sido un alfil de la familia que controla el Estado. De diputado local pasó a ser subsecretario y secretario de Desarrollo Regional; luego diputado federal; después secretario de Gobierno, y antes de su candidatura, secretario de Desarrollo Social. ¿Seguirá el próximo presidente municipal de Torreón la misma política de sumisión frente al poder central estatal como lo hizo Eduardo Olmos? ¿Hasta dónde estará dispuesto a aceptar las órdenes del gobernador Rubén Moreira? ¿Qué pesará más en las decisiones de Miguel Riquelme: la voz de la ciudadanía o, como siempre, el mandato de Saltillo?
VI.- Por último, hay que ver qué papel va a jugar la oposición dentro del Cabildo torreonense. Además del PAN, con cinco escaños, estarán presentes el Movimiento Ciudadano, por primera vez, y el PRD, que regresa al ayuntamiento tras dos administraciones ausente. De la fracción de los albiazules, sólo son medianamente conocidos dos: Ignacio Corona y Sergio Lara, quienes ocuparon delegaciones federales en la era calderonista. Sin embargo, no tienen trayectoria en cargos de elección popular y se desconocen sus dotes negociadoras y legislativas. La sindicatura de vigilancia recae en Gabriela Casale quien, con nula experiencia, tendrá el enorme reto de suceder a Natalia Virgil, la principal "fiscalizadora" de la actual administración. ¿Quién llevará la batuta a la hora de cuestionar y señalar las fallas del gobierno de Riquelme? Por otro lado, las divisiones internas del PAN, el doble juego del PRD con el PRI y la indefinición del Movimiento Ciudadano motivan a cuestionar ¿será la oposición un bloque homogéneo o responderá cada edil a los intereses del grupo que lo apadrina?
Conforme avance el periodo de transición y ya sobre la marcha del nuevo ayuntamiento, podrán irse respondiendo una a una estas preguntas. Por lo pronto, queda ahí el gran desafío que tiene frente a sí Miguel Riquelme: contribuir a hacer de Torreón una ciudad próspera, segura, habitable y sostenible; objetivo que las últimas dos administraciones, una panista y la otra priista, lejos de alcanzar, se encargaron de alejar.
Dialoguemos en Twitter:
@Artgonzaga
O por correo electrónico: argonzalez@elsiglodetorreon.com.mx