El extécnico de la Agencia Central de inteligencia de Estados Unidos ha de sentir lo que una paloma en pleno vuelo asediada por un halcón refugiándose en Hong Kong para después arribar casi enloquecida a la instalaciones de un aeropuerto ruso, en donde encontró el cobijo que le habían negado las demás aves temerosas de verse involucradas en un asunto en que advierten les puede costar caro. Lo que deben valorar los soviéticos es si vale la pena correr el riesgo de proteger a un prófugo. Tómese en consideración que el asilo es para evitar que sufra violaciones. irreparables a sus derechos, pero que no lo excusa de cumplir con las leyes de su país de origen. Es verdad o no que la causa de su pedimento es que puede ser condenado a la pena de muerte por el gobierno estadounidense, pero es el caso que el gobierno al que ahora pide la protección no le corresponde el estudiar si es culpable o inocente.
Sería un caso para a Sergio Jaubert especialista en técnica del retrato hablado, psicología del rostro y grafoscopía, teniendo enfrente la fotogafía de Edward Snowden que aparece en la edición matutina de El Siglo de Turreón, página 13 A, del mierccoles 17 de julio último, en la que se ve un rostro juvenil que como se suele decir parece que no quiebra un plato, pero tiene rota la vajilla entera, pues está siendo perseguido por las autoridades de su país al revelar detalles de un programa de espionaje del gobierno que abarcaba países amigos y a la mismísima comunidad estadounidense. La cara del joven no revela otra cosa que inmadurez y que obró sin sopesar las consecuencias ni percatarse del daño que causaba o que no le importó ateniéndose a valores que debió soterrar cuando aceptó trabajar para oficinas gubernamentales carentes de escrúpulos, porque así tiene que ser.
Estamos en un mundo en el que quien traga más saliva come más pinole, lo que traducido al asunto que aquí nos ocupa: el que espía a otro es porque puede hacerlo. No hay nada ni nadie que se los impida. Hay aparatos modernos tan sofisticados que se acabó aquello de que cuando hacía ruido el teléfono se decía que había pájaros en el alambre. Las sedes de las embajadas era común estuviesen intervenidas sus aparatos de comunicaciones, de ambos lados. Esto es, tanto el que llamaba como el que recibía estaban intervenidos. Usted recordará al Superagente 86 protagonizada por Don Adams, Barbara Feldon y Edward Platt, en serie de televisión muy popular a mediados de los 60. Trabajan para CONTROL, parodia de la CIA. El contrario era KAOS, a su vez parodia de la KGB. Es significativo que Maxwell Smart personificado por Don Adams, usara un zapato-fono, que actualmente sería un celular, En CONTROL utilizaban un Cono del Silencio que bajaba del techo y cubría a las personas que usaban los teléfonos.
En estos días recibirá Edward Snowden, quien se les volvió ojo de hormiga a sus persecutores, la venia del Servicio Federal de Migración para ingresar legalmente a suelo ruso atendiendo a su solicitud de asilo temporal. En Washington se escucha el rechinar de dientes de las autoridades gringas ante lo que significa un evidente desafío de los rusos, pero aquéllos no harán nada que no sea esperar la oportunidad de obtener un desquite mientras el tal Snowden les enseña el color de su lengua desde un lugar seguro en el Kremlin. Aunque los servicios secretos de los yanquis renieguen como el Pato Donald, brincando y vociferando. Ha habido amenazas de tomar represalias en caso de que algún país auxilie al desertor, mientras el asesor legal en tierras rusas Anatoli Kucherena, pasea por la Plaza Roja cubriéndose la boca con la palma de la mano sofocando un bostezo.