Otra diferencia notable entre el beisbol de hace más de un siglo, tal como se practicaba en Yucatán y Campeche, con el cual se relaciona con el tiempo de duración de los juegos. En el libro de Carlos R. Castillo Barrio, mencionado en el artículo anterior, se hace referencia a alrededor de unos sesenta desafíos (como entonces se les solía llamar), tanto de equipos profesionales como de aficionados. Pero sólo incluye el dato relativo al tiempo de duración de exactamente 27 encuentros.
Hechas las operaciones aritméticas del caso, el tiempo promedio de duración de esos 27 juegos, aunque parezca increíble, fue de apenas ¡¡una hora y 53 minutos!! Ninguno pasó de dos horas y media y buen número de ellos anduvo en torno a la hora y media.
Hoy nos daríamos por bien servidos si la duración por juego fuera de dos horas y media, pues ahora tal promedio supera las tres horas, aun en Grandes Ligas. ¡Qué mal! No deja de ser una terrible paradoja que antaño, cuando el tiempo corría despacio, los juegos duraban poco. Y hogaño, con la vida moderna llena de aceleración y extremadamente dinámica, los juegos de beisbol parecen durar una eternidad. ¡Algo hay que hacer!
Por cierto, este problema no es exclusivo del beisbol mexicano. Como arriba se indica, también lo padecen las Ligas Mayores. Casualmente, como dato anecdótico, el autor incluye (en la pág. 210 del libro) la información del juego de más innings registrado hasta entonces en la Gran Carpa. Tuvo lugar el 4 de julio de 1905 en Boston entre los "Campeones" de esta ciudad y los "Atléticos" de Filadelfia. Fue de 20 entradas, lo ganaron los últimos con 4 carreras contra 2 y el juego tuvo duración de tres y media horas.
Por mera coincidencia, el pasado 8 de junio hubo otro encuentro también de 20 innings. Fue de Marlines contra Mets en el estadio de estos últimos, que perdieron el juego 2 carreras a 1. Para igual número de episodios que el de 1905 su duración, en notorio contraste, fue de seis horas con 25 minutos. Es decir, casi tres horas más que el de hace 108 años para igual número de entradas. No cabe duda, hay que analizar a fondo las causas de este problema y hacer lo necesario para resolverlo. Bajo la premisa de que no porque el espectáculo dure más, necesariamente es mejor. Vale.
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