Solamente pasaron las elecciones y todo está empezando a dar un viraje en las declaraciones que realiza el gobernador de Durango, Jorge Herrera Caldera.
El mandatario, que se ha distinguido por la prudencia y su trato diplomático para con todos, ahora que ha sacado diez para su partido en los pasados comicios, tiene una abrumadora mayoría en su Congreso local y todas las alcaldías representativas de su estado, comienza a mostrar otra cara en cuanto a sus declaraciones.
Primero, se exaspera cuando se le pide opinión acerca de las alertas que emite el gobierno de los Estados Unidos hacia sus ciudadanos con recomendaciones de no viajar por ciertas zonas de México, para este caso, las alertas señalan al estado de Durango excepto en la capital estatal. El gobernador Herrera truena y cuestiona la calidad moral del gobierno de ese país para andar haciendo juicios, pero la realidad es que ciertamente no es seguro todavía transitar por las carreteras duranguenses.
Al final de todo esto, lo novedoso es la postura que ha tomado el gobernador ante los señalamientos de los gringos. Antes, el mandatario matizaba o ponderaba sobre este tema de las advertencias de zonas peligrosas hechas por el gobierno norteamericano: hoy las confronta.
Siguiendo en ese tenor, el día de ayer se publicó en El Siglo de Torreón una información que ciertamente es desconcertante: el costo de la autopista Durango-Mazatlán tuvo un sobreprecio de más del doble del presupuesto original, que era de 9 mil 588 millones de pesos, pero la obra que está anunciada para estrenarse el próximo 17 de octubre, terminó costando 20 mil millones de pesos, de los cuales 3 mil millones se justificaron, pero los otros 7 mil millones simplemente no están acreditados.
Partiendo de la base que Jorge Herrera Caldera, cuando fungía como secretario de Finanzas del gobierno de Ismael Hernández Deras, fue una piedra fundamental en el ingeniería financiera para que esa carretera se realizara, es justificable que el hoy gobernador conozca a detalle todos los pormenores de esa magna obra, y eso le da autoridad moral completa para opinar a detalle de las características de toda la autopista. Lo que sorprende es el viraje nuevamente de sus declaraciones, que tienen un tono que antes no se le conocía.
El gobernador sin más ni más atribuye que ese crecimiento en el costo de la obra fue debido a la gran corrupción que se vivió en el gobierno del presidente Felipe Calderón, encargado de ejecutar (se le olvidó al gober agregar que también pagar) la obra.
Exigió además auditar las cuentas de la pasada administración federal, ya que consideró indebido que el monto de la carretera se haya duplicado. "Claro que debemos exigir rendición de cuentas, porque la gran corrupción del gobierno panista ofende a todos los mexicanos".
Parece entonces otro gobernador. El otrora moderado y conciliador al menos en el discurso, porque ha sido aguerrido en los hechos, como la destitución a sangre y fuego del rector de la UJED, Rubén Calderón al inicio de su sexenio; la desaparición del Cereso de Gómez Palacio, que necesitó mucha valentía por parte del propio gobernador para tomar esa decisión; la confrontación abierta contra el importante empresario Carlos Herrera Araluce, pasando por el atropello que por ello vivió el notario Rendón; han sido todas muestras que en el actuar es decidido, pero no tanto así en el decir. Tan es así, que ahora que truena contra Felipe Calderón, es imposible no recordar que el gobernador Herrera se deshacía en elogios hasta en tres ocasiones cuando recorrieron juntos esa autopista el año pasado.
Hay un generalizado consenso entre los grupos políticos que el gobernador Jorge Herrera es realmente un buen hombre, y que incluso esos lances como lo de la UJED y lo de su confrontación con la familia de Carlos Herrera no nacen de él. Pero ahora que quizá sabe que ha cumplido con los objetivos de su partido, el mismo pasar del tiempo y el ejercicio del poder, lo han ido transformando, de ese político conciliador a un mandatario que sabe que en su estado no se mueve una hoja sin su consentimiento. Vaya cambio.