¿Tiene derecho o no el político Fernando Castro Trenti, aspirante a una gubernatura, en dedicarse a la compra de inmuebles en pomadosos fraccionamientos, los que previo acicalamiento o manita de gato, pone a la venta con una justa ganancia? El candidato, dice él, compró en año de 2010 una casa para lo cual habría solicitado un crédito bancario. Antes había comprado, cuando era secretario de Gobierno en el ayuntamiento que presidía Jorge Hank Rhon, una preciosa finca en Chula Vista, en un 1. 1 millones de dólares, ubicada al otro lado de la frontera y dos propiedades más en San Diego. El infrascrito a dicho a los medios que entregaría los comprobantes de que sus adquisiciones están en regla, tanto legal como moralmente. No lo hizo, hasta donde se sabe. En posterior entrevista Castro Trenti dijo que formaban parte de una campaña negra orquestada por sus adversarios políticos.
Aquí nos ocupamos de este señor, en una columna anterior cuando hablamos de su inverecundia homofóbica, de su intolerancia hacia personas del tercer sexo. A los que no pidieron nacer así y sin embargo conviven en el medio social junto a los demás. Mientras exista un respeto hacia el medio social en el que se desenvuelven merecen recibir el mismo respeto. Sin que pretendan que los demás cambien no tenemos por qué exigirles que tengan un comportamiento semejante al nuestro. Son diferentes sin duda, pero no por ello están obligados a cambiar. Una cosa es reconocer su existencia, sus derechos y otra es buscar su exterminio como si fueran seres carentes de derechos o algunos los consideren una mera lacra social, como al parecer los consideran.
Reconoce el candidato de marras dedicarse como modus vivendi al negocio de compra y venta de bienes inmuebles, no vemos la necesidad de molestarle exigiéndole que demuestre cómo, a qué horas y en qué circunstancias realiza sus operaciones comerciales, A menos que a resultas de ello se conculque el orden público. Que sea una gran mentira lo de que esté dedicado a comprar y vender, ¿qué hay detrás de todo esto?, si es que acaso hubiera un detrás. Lo único que se sabe es que adquirió un préstamo bancario, que así fue como él dice, pagó el precio de una finca y la remodeló. Mas allá de lo que él mismo declaró a los medios no se sabe. Lo que está muy claro es su homofobia pues aunque su partido político lo disculpó al parecer no tuvo estómago para hacerlo él mismo, queda claro no se atrevió a desmentirse porque cabe pensar que sigue obsesionado como homofóbico, es tal el tamaño de su odio que no ha disminuido ni un ápice. No se atrevió a poner en su lengua lo que su cerebro ni sus hormonas aceptarían abiertamente. Y creo que hace bien: un palacio de gobierno no vale lo que sus más íntimas convicciones.
Un hombre sólo es hombre cuando conserva sus sentimientos ecuánimes y sin mácula. Cuando es sincero consigo mismo, cuando es como el clavo que ya viejo y ruin no deja de ser clavo. Si manifestó en un discurso de campaña frente a sus partidarios, que no cedería en sus principios fuera cual fuera la causa que quisiera obligarlo. Dejó en manos de su equipo de campaña, él no, que pidieran una disculpa. Él sigue firme al pensar que no está de acuerdo en que se legalice la unión entre personas del mismo sexo. Y eso de algún modo habla bien de él, aunque no tiene razón. Quizá recordó el poema, del argentino Pedro Bonifacio Palacios conocido por el seudónimo de Almafuerte, que dice: No te des por vencido, ni aún vencido,- no te sientas esclavo, ni aún esclavo trémulo de pavor, piénsate bravo y arremete feroz ya mal herido. Ten el tesón del clavo enmohecido, que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo y no la cobarde estupidez del pavo que amaina su plumaje al primer ruido. Procede como Dios que nunca llora o como Lucifer que nunca reza o como el robledal cuya grandeza necesita del agua y no la implora. Que muerda y vocifere vengadora ya rodando sobre el polvo tu cabeza.
