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EL DIVÁN

Lic. José Antonio Miranda Hernández

EL DESEO, EL DESEADO Y EL QUE NO QUIERE

¿Qué guapa te ves? ¡Estás más delgada! ¡Eres muy atractiva! Son palabras o piropos que muchas de las mujeres mexicanas escuchan en algún momento de su vida. Las respuestas por lo general tienden a devaluar o a negar estas aseveraciones con oraciones como ¿Qué te tomas? ¿Cómo crees? Es el vestido, o no para nada, atractiva mi hermana.

Hace no mucho tiempo un jabón de tocador con un porcentaje alto de crema realizó una encuesta con una parte de la población femenina de nuestro país para determinar qué tan bonitas o guapas se consideraban las mujeres. El resultado de esta encuesta fue más que alarmante: sólo el 2% de las encuestadas se consideraban atractivas o bonitas.

Desde luego se le pueden dar un sinfín de interpretaciones a los datos estadísticos, sin embargo me gustaría centrarme en un tema tabú para muchos de nosotros, en especial para el público femenino: el ser deseado.

Hemos crecido con la idea de que la culpa, el recato, el comportarse como rige la sociedad hace de una mujer una dama, y que el deseo y las ganas de ser atractiva sólo se da en mujeres de otro esquema, en otras palabras de moral como el Santos Laguna al momento de meter los goles, bastante distraída.

El problema viene cuando las mujeres quieren encontrar la felicidad o al menos ser plenas en todos los aspectos de la vida, y se encuentran que el deseo o ser deseadas o incluso parecer atractivas es algo que les produce miedo, incomodidad y hasta culpa, debido a que pueden pasar desde ser un "objeto" hasta sentir que ése no es su papel en la sociedad, ya que una mujer primero es madre, esposa, hija, amiga, pero no una mujer deseante o deseada.

Según el padre del psicoanálisis una mujer tenía temor a ser deseada porque de manera inconsciente ese deseo era hacia el padre, el cual se encontraba idealizado y se veía como perfecto, esto se proyectaba en la figura de la pareja, a la que finalmente se rechazaba por la culpa que se experimentaba por estar en competencia con la madre y "desear" inconscientemente al padre, lo que producía que la mujer en cuestión saliera huyendo después de flirtear con la futura pareja o al menos candidato.

Sabemos de antemano que las teorías freudianas no son de las más equitativas y tienden a centrarse en el aspecto masculino, sin embargo siguen siendo pilar para el entendimiento inconsciente. También no es la idea que la mujer, con sólo ser deseada encontrara su felicidad, ya que esta situación sólo la pondría en un estado pasivo en función del hombre.

Es precisamente todo lo contrario, saber que es un ser pensante, deseante y sobre todo individual, que si está ligado a una pareja, a un trabajo, a ser madre, a tener amigas es una decisión que pasa por ella, y no por lo que le determina el otro.

Pero parece que existe un miedo a expresar estos deseos, que si la mujer en la cama dice que le gusta, se va a hacer rojinegra del Atlas, y no por el color, sino por ser pareja del Zorro, que si es deseada se va a acostar con alguien más o se hará liberina, dejando su lado el poder de raciocinio y decisión, que el verse bien es señal de sexo.

Estoy de acuerdo que las cosas han cambiado, y que existe una mayor libertad en la mujer, he cierto, que hay avances y que hay mujeres de calzón largo, también estoy de acuerdo, sin embargo el inconsciente colectivo, diría que las formas de violencia hacia ellas ha cambiado, se ha "modernizado", a través de un control más sofisticado y con un machismo disfrazado de modernidad, y es el deseo y la capacidad de expresar este deseo una de las cosas que más reprimidas se encuentran actualmente en la mujer, primero porque nunca dará con los estándares internacionales que derivan en situaciones de anorexia y bulimia, tema de otra ocasión por cierto, y otra porque han sido enseñadas a que una mujer valiosa no desea, tiene que ser deseada, incluso bajo ciertas circunstancias y personas, y si decide dar rienda silueta a sus deseos deja de ser una mujer "buena" y socialmente apreciada y valiosa, cuando el deseo forma parte inherente del ser humano.

¿No le parece?

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