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El Diván

Lic. José Antonio Miranda Hernández

La mayoría de las religiones, ideologías o creencias en nuestro planeta parten de la idea que después de la muerte viene una vida nueva ya sea por medio de la resurrección, la reencarnación o la entrada a otra dimensión, sólo muy pocas teorías se centran en la vida como único fin del ser humano y lo que hagas en este mundo quedará en este mundo y se acabó.

En el caso de México la religión católica, al menos en las estadísticas, es la que mayor población capta entre sus fieles, seguida muy de cerca por el cristianismo, que en términos prácticos sería lo mismo por seguir a Jesucristo como su salvador, por lo que la muerte física representaría un paso hacia el objetivo principal que sería la resurrección.

En la práctica desafortunadamente aunque nos decimos cristianos, no lo practicamos, y no porque se desee que todo mundo tenga estas creencias, sino por el hecho de que la congruencia entre lo que dices y practicas debería estar presente, y muchos de nosotros no asistimos a misa o vamos muy pocas veces al culto, o por el contrario estamos todo el día en la iglesia pero no practicamos sus principios.

Hace unos días, la semana pasada para ser exactos falleció mi abuela, después de 8 décadas de vida, decir que no duele, y que no pasa nada, no he cierto, se siente como me diría una compañera, los sonidos difusos, magnificados en ocasiones, confusión, impotencia, una profunda tristeza, desilusión, pena, entre otras muchas cosas que usted mi estimado lector seguramente ha experimentado en alguna ocasión, sin embargo la pregunta sería ¿Por qué se convierte en sufrimiento? ¿Por qué existen personas que mueren con la partida de un familiar? Si estamos inmersos en los principios de cualquiera ideología o religión que crea en la vida más allá de la muerte, se debería, si bien he cierto no feliz (aunque sería la finalidad), en paz porque el ser humano tan querido y tan amado en vida, terminó su propósito en la tierra y ahora parte a disfrutar del verdadero objetivo.

El problema desde mi humilde punto de vista, es que hablamos de la muerte, convivimos con la muerte, sabemos que la muerte es lo único seguro e incluso nos burlamos de ella dedicándole un día del año específicamente, pero no estamos preparados desafortunadamente para cuando llega, para la pérdida, para la separación, para el supuesto adiós que debería tener la esperanza de un hasta luego. Creemos, porque así se nos ha sido enseñado, que lo importante es tener, pertenecer y entre más se tiene, más exitoso se es: el mejor coche, la mejor casa, la mejor escuela para los hijos, las mejores vacaciones, la mejor ropa, etc., tratando esta vida como si fuera la única, igual y sí es, pero con una doble esperanza, de que se disfrute en ésta y luego combinándolo con la idea de que resucitaremos y allá en el otro mundo, como diría José Alfredo Jiménez, estarían los bmw, mi casa en zona residencial, pero no con las broncas de senderos, los colegios más baratos y deduciendo el IVA, incluso un gobierno honesto y democrático.

Esto nos hablaría de dos cosas, una, el gran apego que tenemos sobre las cosas materiales relacionado a que entre más tengo más valgo, y lo segundo, que sólo nos refugiamos en nuestra religión cuando la necesitamos o estamos cerca de una situación de riesgo o muerte aparente.

Sé que muchos de ustedes diferirán de este divanero columnista, y ése es el objetivo, tener y respetar diferentes puntos de vista, pero estoy convencido que si seguimos los principios de la ideología que practiquemos, no debemos de estar contrariados, si tristes porque se extraña al ser querido, tristes porque dejaremos de verla un tiempo, pero podríamos estar en paz porque se quiso, se amó, se valoró, durante esta vida y alegres porque sabemos que están en un mejor lugar, y que han llegado al objetivo final de esta vida que es la muerte para tener nuevamente vida.

Espero que el Siglo de Torreón tenga distribución en el cielo, o que no se caiga el internet en las alturas, para que desde allá, mi querida y amada abuela sepa que estamos bien, tristes, que la vamos a extrañar, pero muy contentos porque ahora está disfrutando lo que se merece. Disfrútelo enormemente, por lo pronto nosotros le diremos con el corazón en la mano y agradecidos un Hasta pronto, ya que como diría mi padre, finalmente todos estamos formados en la fila de espera.

Facebook: Toño Miranda, el psicólogo de cabecera.

Twitter: @neuomiranda

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