Lo que ocurre en el mes de octubre que sin duda es la mejor época del año con la llegada de la Serie Mundial, la NFL en su apogeo, así como el arribo de la pretemporada de la NBA, es toda una incógnita porque de lo único que estamos seguros es que nadie sabe quién ganará el Clásico de Otoño porque el calendario regular entrega recomendaciones y desvanece probabilidades, pero cuando la temporada finaliza, lo imaginable hace acto de presencia.
Lo único que se podría recordar es que ni los Indios ni las Rayas tuvieron la oportunidad de ganar la Serie Mundial algo que ya es una realidad con la tribu después que cayeron precisamente frente a la gente de Joe Maddon porque un fragmento de esta descripción de la analogía de los juegos de postemporada es lo limitante con lo que se encara la gran fiesta del "rey de los deportes".
El calendario de 162 encuentros ha sido una parte de este bello deporte desde hace 52 años y el diseño actual de 5-7-7 de la gran fiesta, se encuentra vigente desde e1 1995 por lo que siempre está la gradual impresión de que el mejor equipo de la gran carpa normalmente no emerge como el ganador del "Clásico de Octubre" lo cual conlleva a que surjan nuevas protestas con esta forma de guiar la postemporada como el decir que lo que actualmente se está viviendo en las series divisionales es muy reducida en la primera ronda.
No obstante de que con la importancia de obtener la tarjeta comodín en un partido de vida o muerte (Casi como lo de los seleccionados el próximo viernes contra Panamá), que se agregó apenas hace un año, todo indica que las intenciones para modificar el proceso del beisbol de que se corone a un rey, inclusive a los que se encuentran que apenas se les puede ver la luz, está muy retirado.
Pero ¿qué deja todo esto? Sólo intentar adivinar lo impensable, como lo que sucedió en el segundo de la serie entre Atlanta y Los Ángeles porque era evidente que la tropa de Mattingly se iría a casa con una ventaja de dos encuentros ya que tenían la oportunidad inmejorable de ponerle otro clavo al sarcófago de los Bravos porque era echarse la soga al cuello toda la banda de Fredi González, viajar a Hollywood con la encomienda de obtener los dos partidos en Dodger Stadium y así regresar a Georgia.
Y a lo que vamos es que se enfrentaban a uno de los mejores lanzadores de la segunda parte, como lo es Zach Greinke, y hasta podemos decir mejor que Clayton Kershaw, porque estos dos ya han sido galardonados con el Cy Young pero para mala fortuna de los Dodgers, Mike Minor salió en esas tardes como las que en alguna ocasión llegaron a tener Glavine, Maddux o el mismo Smoltz.
Y ahí están los Cardenales, Piratas y el nuevo circuito, Boston, Tampa, Detroit y Oakland.
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