Las pobres actuaciones que ha tenido la selección mexicana provocaron una baja venta de boletos, aunado al horario de las 19:00 horas y al día laboral. (Notimex)
El olor a cempasúchil y a incienso predominaban en los alrededores y dentro del estadio Azteca, pero no por alguna ofrenda referente al aún lejano 2 de noviembre, sino porque sencillamente el “Coloso de Santa Ursula” estaba realmente “muerto” ante la poca afluencia de aficionados para el México-Costa Rica.
Contrario a lo que sucedió en el último juego que se celebró en esta cancha, que fue la final del Torneo Clausura 2013 entre América y Cruz Azul, el ambiente fue muy diferente.
Más bien parecía que iban a jugar los desaparecidos Curtidores contra el representativo de barrios de Santa Ursula, equipo que cuenta con muchos seguidores, dada la densidad de población que hay en esta zona de la ciudad.
Las pobres actuaciones que ha tenido la selección mexicana, dicho así por los diversos analistas deportivos y público en general, los cuales si saben de algo son de cerveza, tacos y por supuesto balompié, provocaron una baja venta de boletos, aunado al horario de las 19:00 horas y al día laboral.
Con todo, no faltan aquellos, que encumbrados en las actuaciones de “súper” Cuauhtémoc Blanco en anteriores procesos, así como la dirección de Javier Aguirre, recordaron que con el “Tri”, en las buenas, en las malas y, como ahora, en las más que peores, deben estar.
No todos pensaron así, algo que afectó enormemente a los comercios establecidos cerca del inmueble y, sobre todo, a los semifijos que están en el estacionamiento.
Los locatarios, conscientes de la situación, seguramente decidieron comprar un kilogramo menos de bistec o acaso de longaniza y de todo freír la mitad para evitar que se les quedara algo.
Asimismo, los revendedores, siempre se frotan las manos cuando se acercan estos partidos, sólo que esta tarde la situación fue completamente diferente, ya que no pudieron recuperar esa inversión que hicieron para adquirir los boletos.
Debido a que en taquilla todavía era posible encontrar entradas, de todas las zonas, parece que hasta para los vestidores, los “amos del mercado negro” no tuvieron más remedio que intentar deshacerse de su botín.
No obstante, según su costumbre, sin regalar absolutamente nada, ya que los daban 100 pesos por arriba del precio original “para que ya no se formen y entren rápido”.
Los que mejores ganancias tuvieron fueron los “huleros”, pero no esos a los que la afición hace referencia cuando algo no les parece, para nada, sino a los que venden capas de hule para resguardarse de la lluvia, ya que algunas gotas se dejaron sentir y otras amenazaban con dejarse caer de manera esplendorosa.
A una hora del inicio, las gradas lucían semivacías, destacaba una mancha roja en la cabecera sur, eran unos dos mil costarricenses que hicieron el viaje o ya radicados en el país, quienes se dieron cita para apoyar a su equipo en este partido que parece no es importante, pero que podría definir en parte el futuro del balompié nacional.