Hay una realidad incuestionable, al menos en nuestro entorno: el desequilibrio ecológico por supuesto que está rotando el clima mundial, y con ello, paulatinamente está llevando al mundo a unas condiciones climáticas que irán en detrimento de la vida que conocemos actualmente.
Las emisiones de bióxido de carbono que la industria y los cientos de millones de vehículos propician el efecto invernadero, son el principal factor del calentamiento global. Pero en los países del tercer mundo, como el nuestro, más allá de las emisiones de gases, porque de ésas los responsables son mayoritariamente las naciones industrializadas, lo que ha contribuido a esta catástrofe ecológica es la deforestación y contaminación vía basura de todo el medio ambiente. El uso indiscriminado de los recursos naturales, como el agua, los bosques y selvas, son causa importante de los desequilibrios que ahora se viven.
Esto viene a cuento porque por fortuna, han empezado a caer lluvias en la región y con eso se disipa un poco el fantasma de la recurrente sequía que ha venido apareciendo cada vez más frecuente y que en el año 2011 alcanzó su nivel histórico. En ese entonces, la carencia de precipitaciones pluviales fue tal, que más allá de las millonarias pérdidas por los pastizales que no crecieron y que afectaron a la ganadería de pastoreo fundamentalmente, y que desencadenó un disparo en los precios de los forrajes y granos después, que impactó en la ganadería estabulada, (fundamentalmente la lechera) el problema alcanzó niveles alarmantes para el consumo humano. Centenares de comunidades padecieron sencillamente el no tener agua hasta para beber, con consecuencias que no son difíciles de imaginar.
El año pasado, se tuvo un registro lluvioso que no alcanzó la media histórica, pero comparado con el anterior fue mucho mejor. Esto provocó que poco a poco se disipara la carestía para el consumo humano; los embalses en las todas las presas que fueron afectadas por el fenómeno del año anterior continuaron a la baja. Al transcurrir 2013, los almacenamientos no se han recuperado y pueden ser presagio de ciclos agrícolas raquíticos el año entrante.
Pero ahora parece que se tendrá un año lluvioso, este mes que está por concluir tiene registros favorables. En los estados de Durango y Coahuila, e incluso en Chihuahua, se han tenido zonas de inundaciones graves. Piedras Negras, Coahuila, sufrió una tromba que puso a gran parte de su mancha urbana bajo el agua. Las capitales de Durango y Chihuahua se vieron afectadas de igual forma y el fin de semana pasado sus habitantes tuvieron primero que guarecerse del agua que caía para después tratar de recuperar lo que pudieron tras limpiar el fango que se metía por todos lados a sus viviendas por las grandes concentraciones de agua.
Con estas circunstancias y la situación real en este momento de los embalses de las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco es que ni por mucho se puede cantar victoria. Es cierto que en un día se captó el 1% de la presa Cárdenas, que equivale a unos 30 millones de metros cúbicos. Pero el pronóstico inmediato es que las lluvias se alejarán al menos una semana.
Actualmente la Lázaro Cárdenas tiene tras su cortina alrededor de 800 millones de metros cúbicos, mientras que la Zarco apenas pasa los 100 millones. Este año se tuvo un ciclo de riego de 600 millones de metros cúbicos, 400 menos de lo que se puede considerar normal. Esto quiere decir que se requiere de una captación fluvial de al menos 600 millones para poder apenas repetir este miniciclo, y para tener un calendario normal, tendríamos que esperar una captación de al menos unos 900 millones. No está pues dado el asunto.
Cierto es que las lluvias de julio fueron copiosas, pero la resequedad que había no permitió que las presas se recuperaran hasta ahora, faltan los meses de agosto y septiembre que son los históricamente llovedores y entonces tener ya una perspectiva clara de lo que vendrá.
Pero más allá de todo esto, el sufrimiento por la cada vez más notoria carencia de agua es producto de la erosión propiciada por la tala indiscriminada de nuestros bosques.
La contaminación a nuestros ríos y la sobreexplotación de los mantos freáticos, son en mucho responsables de la emergencia de la que aparentemente la fortuna parece que nos va a sacar, al menos por ahora, si es que se sostiene este ritmo llovedor.
Sin embargo, mientras no se contribuya a conservar el equilibrio ecológico, el fantasma de la sequía y desolación, pronto volverá.