El salón de fiestas "La Quinta Jarrones", a unos 4 kilómetros al sur del centro histórico de Oaxaca, está de manteles largos. Durante el fin de las fiestas de Independencia, este salón rectangular y al aire libre ha sido la sede de un festejo adelantado de uno de los grupos más tradicionales y menos conocidos de la diversidad sexual: las muxes.
Las muxes son un grupo identitario con raíces zapotecas y que en el siglo 21 permanecen con tradiciones propias que se han mezclado con la globalización. Si bien es difícil definir qué es una muxe, en general se acepta que son personas que nacen con el sexo masculino y que desde niños asumen roles femeninos y de travestismo en el hogar. En general, las muxes, palabra que se deriva de mujer, son las personas que se encargarán de cuidar a los mayores en su hogar. En esas comunidades zapotecas no hay sólo dos sexos. Hay hombres, mujeres y muxes.
De acuerdo con las antropólogas Marinella Miano y Águeda Gómez, la identidad muxe es tan amplia que lo mismo son aquellos hombres que todos los días hacen una performance de lo femenino, se visten de tehuanas, se maquillan, adoptan nombres femeninos, aunque hay también hombres que lo hacen solamente en las fiestas de las "velas". Aunado a lo visual, se mezclan también todas las orientaciones sexuales. Hay muxes célibes, hay otras que tienen sexo con "mayates" (hombres que no se identifican como homosexuales, pero que tienen sexo con otros hombres o con muxes), etc.
Las muxes tienen un papel fundamental en sus comunidades. Son curanderas, como las hijras de la India, bordan los trajes típicos, son las encargadas de las decoraciones y organización de las velas (bailes en honor a los santos), son el sostén económico de sus hogares. Algunas son educadoras en escuelas rurales, hablan zapoteco y usan tehuanas, son las muxes "clásicas". En contraste, las muxes urbanas de Oaxaca, siguen la moda más a la Britney Spears que a la Frida Kahlo glam, usan vestidos entallados, son más perras, bailan bachata, reggaeton, pop en inglés, no hablan lenguas originarias y son las que se ponen silicones o se inyectan aceite en el cuerpo. Son las muxes "modernas".
La muxes saltaron a la fama internacional gracias a un documental de Alejandra Islas titulado "Muxes: Auténticas, Intrépidas y Buscadoras del Peligro", del año 2005. Desde entonces, la hipsteriada defeña acude a Juchitán en noviembre, seguida por los turistas extranjeros que cada año van al Istmo al jolgorio de las velas muxes a beber mezcal, bailar y alguno que otro a enamorarse de alguna muxe.
El baile del pasado domingo es para anunciar los nuevos "mayordomos" -son los patrocinadores de la música en la vela, que ahorran entre 15 y 35 mil pesos en un año para pagar la música en noviembre de 2014. El baile también sirve para que la reina muxe empiece a ejercer su influencia y a dictar el tono de las fiestas en noviembre. Es una fiesta comunitaria. Algunas traen tamales oaxaqueños, hay cartones de cerveza por todos lados. La audiencia es una mezcla entre las muxes clásicas, las modernas, familiares que las acompañan y las cortes de hombres que quieren bailar con ellas.
Una muxe moderna pasa entre las parejas danzantes con una botella de mezcal y sirve un poco en jicaritas de bule. El mezcal viene en una botella transparente - aquí no funciona la mercadotecnia de la botella bonita con el nombre del maestro mezcalero, el número de producción y el aperlado que promocionan las tiendas que han hecho del mezcal la bebida de moda en México. La muxe bailadora toma un sorbo, pero pide que le den dos o tres tragos a sus parejas danzantes.
En el escenario, con los músicos, se sube una muxe clásica. Una de las asistentes me dice "esa muxe es de las más importantes del Istmo" -hay niveles entre las muxes, aparentemente. La muxe toma el micrófono. Es la encargada de dar el Grito patrio. Entre risas se equivoca. Empieza diciendo que la batalla independentista inició en 1910 y luego dice "pendeja, ésa es la Revolución". Corrige inmediatamente y empieza el guión que se repite en todo México y que Peña Nieto, sin teleprompter, repetiría un par de horas más tarde en Palacio Nacional: ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! ¡Vivan los héroes que nos dieron Patria! La muxe agrega: ¡Viva la diversidad! ¡Viva el respeto! ¡Viva la comunidad gay de Oaxaca! ¡Vivan las muxes! La audiencia estalla en gritos nacionalistas y corean ¡Viva México! tres veces.
Después del grito, la muxe anuncia que la fiesta continuará hasta las 5 de la mañana y promete un mariachi a las 3. Se baja del escenario y empieza el DJ con música electrónica. Las muxes modernas se levantan a taconear.
Una señora me llama. Me pide que le tome una foto. Me dice: mi hija Frida te conoció y me habló de ti. Yo le sigo la corriente porque no recuerdo haber conocido a ninguna muxe Frida. La señora me sermonea sobre la importancia de las muxes. A lado está su yerno y otra muxe que me dice que es embajadora de Guerrero y que está preocupada por su mamá y las inundaciones. La señora me dice "tener una hija muxe es una bendición". Me invita un mezcal y una cerveza. El yerno me echa ojos y me cuenta su historia amorosa. Me despido no sin antes recibir una lección de baile de Gaby, una muxe clásica. Ya quiero que sea noviembre.
Politólogo e Internacionalista
Twitter @genarolozano