Iniciaron las campañas para renovar las alcaldías en Gómez Palacio y Lerdo y las cosas no pintan bien para el Partido Acción Nacional, principal rival del Partido Revolucionario Institucional. Con las preferencias en contra según las encuestas, con una seria división interna y con el aparato del Gobierno del Estado de Durango como adversario, el panorama para los albiazules no es halagüeño.
El Siglo de Torreón publicó el 15 de mayo, día de arranque de las actividades proselitistas en La Laguna de Durango, sus encuestas sobre las preferencias electorales de gomezpalatinos y lerdenses. De acuerdo con los resultados publicados por este medio, los panistas comienzan la contienda con una desventaja de 2 a 1 en Gómez Palacio. El PRI, con su candidato José Campillo, tenía en la semana del 7 al 13 de mayo, fecha del levantamiento, un 40.5 por ciento de las preferencias contra un 20 por ciento del PAN, quien postula, por tercera ocasión, a Augusto Ávalos para la alcaldía.
En el caso de Lerdo, el aspirante del PRI, Luis de Villa, tenía una ventaja menor pero aún considerable sobre Ángel Luna, abanderado del PAN. Para el tricolor las preferencias se ubicaban en un 37.9 por ciento contra el 24.8 del candidato albiazul.
No obstante, hay variables a considerar que, en caso de saber capitalizarlas, podrían operar a favor de los aspirantes panistas. Una de ellas es el número de indecisos, que en el caso de Gómez Palacio era de 32.8 por ciento, es decir, 12.3 puntos porcentuales mayor que la diferencia entre los dos candidatos. En cuanto a Lerdo, los indecisos eran de 32 por ciento, o sea, un 19.7 mayor que la ventaja del priista sobre el panista.
Por otra parte, en Gómez Palacio, Augusto Ávalos tenía al momento del levantamiento de la encuesta un mayor nivel de conocimiento (92 puntos) que José Campillo (68 puntos). Este hecho se puede explicar por la exposición que ha tenido el candidato del PAN debido a las dos elecciones anteriores en las que ha participado.
Además, en cuanto a imagen, Ávalos obtuvo la calificación mayor entre los encuestados, 7.8, por encima del 7.6 de Campillo. En el caso de Lerdo no ocurre los mismo, ya que el aspirante tricolor tenía un mayor nivel de conocimiento y una mejor calificación que el panista.
El gran problema para el PAN es que tiene que remontar en un mes y medio el resultado adverso en medio de una división interna que, por un lado, disminuye las posibilidades de que todos los panistas se sumen a la campaña de los candidatos y, por el otro, afecta su imagen frente al electorado en general. Como se recordará, el partido derechista pretendió armar una coalición con el izquierdista Partido del Trabajo, la cual fue echada abajo por impugnaciones de militantes del propio Acción Nacional. Además, los precandidatos Jorge Calero, en Gómez Palacio, y Jesús Martínez, en Lerdo, presentaron impugnaciones contra las candidaturas de los actuales contendientes panistas.
La postura del comité directivo estatal, presidido por Víctor Hugo Castañeda, frente a estas acciones fue la de denunciar de forma pública que dentro del partido había gente operando para los intereses del gobierno del priista Jorge Herrera Caldera. La acusación no sólo descalifica a los "disidentes" panistas sino que golpea de lleno al propio partido y sus estructuras de control interno. ¿Cómo es posible que, sin que nadie se diera cuenta, aparecieran como militantes personas que "trabajan" para el gobernador? ¿Quién permitió que esto ocurriera? ¿Cómo puede un partido hacer frente al enorme reto que significa una elección con este nivel de divisionismo e infiltración?
En Lerdo las pugnas internas escalaron a otro nivel. Antes del proceso interno, cuando apenas se configuraban las precandidaturas, la excoordinadora del Instituto Nacional para el Federalismo y Desarrollo Municipal, Rosario Castro, denunció en desplegados pagados en medios de comunicación los presuntos nexos con el crimen organizado de su correligionario, Raúl Villegas, presidente del comité municipal del PAN en Lerdo. Ante esta acusación, Villegas amagó con presentar una denuncia por difamación y daño moral contra la también exalcaldesa. El caso quedó sólo en dimes y diretes, pero el daño al partido ya estaba hecho.
Este es el PAN al que se enfrentará el PRI el próximo 7 de julio. Un PRI que se ha convertido en Durango en una especie de agencia del gobernador Jorge Herrera Caldera, quien, valiéndose de los medios a su alcance, ha eliminado las voces inconformes dentro del partido que, hay que decirlo, siempre actúan por debajo del agua, contrario a lo que ocurre con el PAN. El antiguo cacicazgo de Carlos Herrera en La Laguna de Durango parece ya parte del anecdotario político regional y la reciente preeminencia de la familia Rebollo en Gómez Palacio ha quedado acotada por los controles que se ejercen desde la capital del Estado.
Con este escenario, la maquinaria priista luce aceitada para enfilarse a lo que posiblemente será un nuevo triunfo en las dos ciudades más importantes de La Laguna de Durango. Para revertir esta tendencia, el PAN tiene que construir una campaña novedosa, inteligente, sólida y, sobre todo, alejada de la soberbia visión de que la ciudadanía es un ente adormecido porque el voto del electorado no les favorece a los albiazules. El desafío se antoja difícil. La hazaña se ve muy lejos.
Habrá que estar muy atentos a las propuestas de los candidatos y a los proyectos que pretenden impulsar para sacar a Gómez Palacio y Lerdo del rezago urbano e institucional en el que se encuentran. Tristemente, los ajustes políticos hasta ahora vistos no auguran que esto vaya a suceder en el corto plazo. Se requiere mucho más de lo que los gobernantes han hecho hasta ahora.
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