La disminución del 80% del padrón de miembros del Partido Acción Nacional revela claramente la dimensión de la crisis de dicho partido, no tanto por el posible impacto que dicha caída tenga en los próximos resultados electorales, sino porque refleja cómo el partido se despegó de los principios que le dieron origen y el desencanto que esto provocó en la ciudadanía.
De acuerdo a las cifras que el propio partido da a conocer en su página oficial el número de miembros activos de dicho partido disminuyó de 354,486 antes del procedimiento a 207,609, es decir, se volvió a afiliar el 58.6%, lo que por descarte indica que el 41.4% decidió no volver a afiliarse al partido. Sin embargo, la caída más dramática se da entre los llamados adherentes, que representaban el 81% del total de afiliados y de los cuáles únicamente acudió al llamado el 10.9%, es decir, se ausentó el 89.1%, para pasar de 1'514,257 a sólo 165,026. Así en las cifras totales lograron mantener al 19.9%, que significan 372,635 militantes contra 1'868,743 que tenían antes.
Para ser miembro adherente del PAN únicamente se requiere solicitar su adhesión y comprometerse a contribuir a la realización de los objetivos del partido, además de pagar la cuota correspondiente; en cambio para ser miembro activo se establecen requisitos más puntuales, entre los que se encuentra el acreditar un proceso de evaluación, que fundamentalmente consiste en tomar un pequeño curso de inducción al partido, que permite que conozcan más a fondo los documentos básicos del mismo y se comprometan con los mismos.
Los llamados miembros activos tienen plenos derechos dentro del partido, lo cual implica que participan en los procesos de selección de candidatos a puestos de elección popular y de dirigentes partidistas, además de poder proponer precandidatos a las distintas posiciones; mientras los adherentes, únicamente participan en los procesos de selección de candidatos a puestos de elección popular.
De esta manera la caída que les debe preocupar a los dirigentes partidistas es la de los militantes activos, pues esa sí refleja el desencanto de su militancia y, desde luego, también tiene un impacto en la fuerza movilizadora del blanquiazul en los procesos electorales, pues de sus filas salen los principales colaboradores en las campañas. Y una caída de un 40% es un porcentaje muy importante.
En este sentido es muy preocupante que en el Distrito Federal (que era la cuarta entidad en número de militantes activos) de 17,193 únicamente acudieran al llamado 7,754, es decir, el 45.1%, lo cual indica que un 54.9% decidió no reafiliarse; algo muy similar sucedió en Jalisco, el estado con mayor número de activos (antes y después del procedimiento) donde de 34,798 solamente se reempadronaron 17,940, que representa el 51.5%, así casi la mitad se retiró del partido. Estas son señales que la dirigencia partidista no puede ignorar ni minimizar, pues son militantes activos, que debido a los complicados procedimientos de afiliación deberían conocer muy bien al partido y haberse afiliado con plena conciencia de lo que hacían, así que su deserción es un síntoma inequívoco de un profundo malestar.
Del otro lado, la caída tan drástica en los adherentes demuestra, tal como declaró a El Norte de Monterrey el senador panista José Rosas Aispuro, que "el padrón prácticamente sirve para elegir candidatos…". Efectivamente muestra la inflación artificial de esa militancia por parte de quienes ocuparon puestos de dirección partidista o de servidores públicos, que en algunos casos incluso con recursos públicos o presiones indebidas obligaban a la ciudadanía a afiliarse al partido.
Aunque, sin duda, también debe haber otra parte de ciudadanos que simpatizaban con el blanquiazul y decidieron ingresar como adherentes para conocer más de cerca sus prácticas, no únicamente sus postulados y principios, y se decepcionaron de los mismos. Éstos también los deben preocupar mucho.
Y, seguramente, otros que su único objetivo era llegar al poder y consideraban que el PAN era el mejor medio para ello, pues era el partido en el poder. En este caso hay incluso servidores públicos de primer nivel que decepcionados por no haber sido postulados por este instituto político para un puesto de elección popular decidieron alejarse del mismo. Lo cual también refleja otro tipo de problemas.
Así las cosas, aunque las causas de una caída tan drástica del padrón de militantes son muy variadas, todas revelan alguna problemática dentro del partido que debe ser atendida. No porque el impacto de esta disminución se traduzca directamente en una reducción de sus preferencias electorales, ya de por sí mermadas, sino porque sí son un síntoma inequívoco de una crisis interna que debe ser atendida.
Es otra manifestación de dicha crisis, pues la pérdida en las preferencias electorales ya se había evidenciado con la caída de 2.75 millones de votos en 12 años, que es la diferencia entre los casi 16 millones de votos que obtuvo Vicente Fox en el 2000, para ganar la Presidencia, y los poco más de 13 millones que obtuvieron los candidatos al Senado blanquiazules (que fueron los más votados) en la elección del 2012; pero mucho mayor en porcentajes de votación pues pasaron del 42% en el primer año a apenas el 26 en este último, es decir, 16 puntos porcentuales menos.
La caída en el número de militantes no es en sí misma la crisis, pero sí es un indicador que los dirigentes tienen que atender si quieren salir del tobogán.