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El papel de papá en educación

ROLANDO CRUZ GARCÍA

"A la memoria de Don Reyes Cruz Estrada, mi padre"

En ocasión del día del padre, cabe reflexionar cómo en México celebramos dicho acontecimiento y cómo con mucho orgullo nos declaramos fervientes admiradores de tan importante personaje de nuestras vidas; sin embargo, poco hemos reparado en la importancia que tiene la figura paterna, en una de las áreas en las que el "jefe" es extraordinariamente valioso: la educación. Y es que si la participación social en educación es importante, la figura paterna es imprescindible.

La verdadera educación de un niño comienza antes de su nacimiento y se inicia con la propia educación del papá, quien debe prepararse con mucha anticipación, mediante una mejor comprensión del papel que le corresponderá vivir frente a sus hijos: ser ejemplo.

Al ser consciente de los poderes que se le han conferido, tanto la naturaleza como la sociedad, deberá trabajar para poder dar a este nuevo ser, un cuerpo físico, psíquico, espiritual y social; si millones de papás en el mundo decidieran prepararse para desarrollar bien este papel, la humanidad se transformaría radicalmente en pocas generaciones.

La experiencia y las investigaciones científicas han demostrado que el padre graba profundamente en su hijo lo que él mismo es; existe un período muy importante y bien definido (de los 2 a los 12 años, aproximadamente) durante el cual el padre desempeña un papel preponderante en lo que serán las tendencias y los hábitos morales de su hijo. Es la etapa en la que los niños tienen como figura central a seguir la de su papá y que se constata en expresiones tales como: "mi papá es el mejor" o "mi papá es el más fuerte" o "cuando sea grande voy a ser como mi papá", etc.

Las mejores condiciones físicas, psicológicas y sociales, para que el niño se desenvuelva lo más sanamente posible, son las que se derivan del hecho de ser querido y respetado por la figura paterna; ya lo dice la propia filosofía: "Te hace más fuerte sentirte amado que sentirte fuerte", (Imannuel Kant).

La solidaridad más íntima es la que une al padre con su hijo y lejos de desaparecer cuando éste crece, continúa y se fortalece durante mucho tiempo. Por eso es tan esencial que se encargue el propio padre de la educación y el cuidado de su hijo menor y que no se resigne, por necesidades de trabajo o por lo que sea a confiarles las primeras enseñanzas a otros.

Los niños deben aprender de su padre a estar solos, a divertirse solos, a sentirse seguros; es la figura paterna la que nos da seguridad y confianza. Sentir la presencia de papá, nos hace confiados y felices.

El razonamiento de los papas con los niños debe ser firme y claro desde un principio, pensar con él, pero con calidad, con verdades absolutas, con firmeza, pero sin rigidez, ya que no están aún en posesión de un pensamiento lógico completo.

Cuando a los hijos se les trata de resolver todo desde su etapa pequeña, se corre el riesgo de convertirlos en dependientes para toda su vida; uno de los mayores servicios que se pueden proporcionar al niño es reglamentar sus hábitos, porque es como liberarlo de una responsabilidad que todavía no tienen y que les ayudará más adelante a enfrentar trabas, incertidumbres e inhibiciones.

El papel de papá en la primera educación de los hijos, es el de facilitar su desenvolvimiento moral y social, ayudarle a conquistar su verdadera libertad; el orden y la regularidad son casi tan indispensables en esta edad como el cariño. Depende del papá, incluso que a temprana edad el pequeño sepa cosas y se interese por leer, por ejemplo.

Respecto al amor paterno, está científicamente comprobado que es "condicional", a diferencia del amor materno que es incondicional (Eric Fromm), es decir que el hijo sabe desde niño que para que papá nos quiera, tenemos que cumplir con ciertas condiciones, como son portarnos bien, obedecer, hacer nuestros deberes, parecernos a él, cuidar nuestras cosas, etc. Por lo que se vuelve una complicación y un reto conservar el amor de papá, sin embargo no hay nada más importante para todos los que somos y hemos sido hijos que saberse amados y reconocidos por nuestro padre.

Todas estas ideas se han ampliado en un gran abanico de posibilidades en educación y lo que buscan es fomentar la responsabilidad de la coparticipación civil, al menos en dos vías: la obligación de los padres de crear un ambiente positivo para la vida escolar de sus hijos y la implicación individual y obligatoria de los papás de trabajar en colaboración con la escuela de una forma regular, buscando ayudar en el mejor desarrollo de los hijos para el logro de los aprendizajes.

Para finalizar, quiero reconocer ampliamente el extraordinario papel que desempeñan los papás en la vida escolar, sin ellos sería prácticamente imposible educar y educarnos. Gracias a papá por ser guía y ejemplo y por estar siempre presente, aunque algunas veces ya no estén.

Agradezco sus comentarios a: rolexmix@hotmail.com

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