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El próximo paso

FEDERICO REYES HEROLES

Vivimos tiempos fascinantes, de cambios acelerados, de ruptura de equilibrios, de sorpresas. Se podría contraargumentar que esos cambios siempre han estado presentes en la historia de la humanidad. De Alejandro Magno o el ascenso y colapso de Roma, o la Serenísima República de Venecia, a la Italia Renacentista o al ascenso de España o Portugal o los Países Bajos como potencias marítimas, o la expansión inimaginable del Reino Unido a latitudes remotas. Es cierto, como lo han demostrado muchos autores entre ellos Paul Kennedy en Ascenso y caída de las grandes potencias, la dinámica de cambios muy profundos siempre ha estado allí. La gran diferencia en siglo XXI es que el conocimiento del ser humano se ha ampliado, hasta antes del siglo XX las cifras globales eran muy escasas. Hoy no intuimos, podemos saber por dónde van esos cambios.

Agnus Madisson, el gran economista británico fallecido en 2010, elaboró las que quizá sean las series estadísticas de mayor alcance temporal que existen. Madisson demostró cómo el PIB mundial tuvo un crecimiento muy lento hasta el siglo XIX y a partir de allí es que asciende de forma extraordinaria sobre todo en el XX. La riqueza generada por el ser humano es muy reciente. Fueron las revoluciones industriales las que sacudieron al mundo. En 1820 alrededor del 95% de la energía utilizada por el ser humano provenía de la madera. Para 1920 casi el 80% provenía del carbón. Para 2020, ahora lo sabemos, después del auge del petróleo, el carbón sólo abastecerá poco más del 15% y el petróleo ya en caída alrededor del 25% siendo sustituido por el gas y otras fuentes.

Hoy sabemos que para el 2050 India será la nación más poblada con alrededor de 1650 millones, seguida China con 1400, y que países como Indonesia o Nigeria se acercarán a los 300 millones. Sabemos que el 60% de la población del orbe vivirá en Asia, que África será el segundo continente más poblado con más del 20% y que Europa y todo el continente americano seguirán decreciendo en proporción con el 8% y 10% respectivamente. A pesar de las crisis económicas de Europa y Estados Unidos, el PIB mundial sigue creciendo más del 2%. Crece gracias a las fantásticas tasas de las economías emergentes de Asia, de la que hablamos mucho, pero también de África, continente del cual casi nunca hablamos: Ghana 14%; Liberia y Zimbawe 9.4%; Eritrea, Ruanda, Nigeria, Etiopía y Mozambique por arriba del 7%.

Hoy sabemos que -de seguir con las actuales tasas de crecimiento y dado el tamaño de su población- China regresará a ser la primera potencia mundial como lo fue hasta el siglo XVIII. Autores como Kishore Mahbubani han sostenido que el desplazamiento de China es un período de excepción. ¿Cuándo ocurrirá el simbólico cambio entre el primer y el segundo lugar que ya ocupa China? Podría ser en menos de 15 años. Ese es el nuevo mundo en el que México tendrá que desenvolverse. Ser el tercer socio comercial de la primera potencia del mundo es una condición pasajera. Pero la cuestión es aún más urgente. Contra todos los vaticinios de los pesimistas, el TLC con Estados Unidos ha sido un éxito no sólo en términos del fuerte superávit que tenemos de cerca de 60 mil mdd. Pero resulta que con China tenemos un déficit de alrededor de 50 mil mdd., si le sumamos el déficit con Japón el asunto es muy grave.

México tiene que aprender a penetrar los mercados asiáticos. Ese es el próximo paso obligado del cual dependerá en buena medida el bienestar de las futuras generaciones. El reto es mayúsculo pues comienza, en algunos casos, por establecer vínculos diplomáticos con países que están lejanos, no sólo geográficamente sino de nuestra agenda. Después está el reto de atraer a inversiones que se están instalando en China y otros países. La Inversión Extranjera Directa en México se ha desplomado de más de 22 mil mdd., a menos de 13 mil en 2012. El asunto por supuesto pasa por la competitividad industrial en la cual ONUDI otorga a China una calificación de 0.557 sobre uno y a México de 0.286. México sólo será exitoso en la Alianza del Pacífico y el TPP -que podría ser el mayor mercado global- si incrementamos la competitividad. Y qué decir de la productividad en la cual hemos perdido -de 1960 al 2005- 50% frente a EE.UU. Pero la comparación se vuelve dramática si observamos como China -en el mismo período- ha ganado más de 220%. Ellos van para adelante y nosotros para atrás. De ahí la importancia de la instalación del Comité Nacional de Productividad y de la visita del presidente Chino Xi Jinping.

En México la prospectiva, los asuntos de largo plazo no son populares. La visita y la instalación del Comité son de largo plazo. Pero México no será una de las principales potencias del mundo, no disminuiremos la pobreza ni incrementaremos el bienestar general, si no incrementamos la productividad y si no penetramos Asia, comenzando por China. Las futuras generaciones nunca nos perdonarían la miopía, en el XXI no se vale.

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