“No renuncio a nada, simplemente hago lo que puedo para que las cosas me renuncien a mí”
Julio Cortázar
Renunciar nunca es fácil, es una decisión propia que repercute significativamente en otros, mientras mayor es el cargo, más son las responsabilidades, a mayores responsabilidades más ansiedad, más pretextos para dimitir y más impacto social, "Ya no puedo más", me refiero a tirar la toalla, o en este caso, la casulla.
Me arriesgo plenamente a hablar de la Iglesia con cotidianeidad, sin persignarme cada cierto número de oraciones, ni flagelarme cuando cometo errores de puntuación. Al provenir de una escuela nazi lasallista, en donde la moralidad era el pan nuestro de cada día, me doy la libertad de hablar de renuncias y abdicaciones, como si fuese cotidiano quedarse sin Papa en plena pascua entrante.
Durante el festival de Cannes 2011, se presentó un polémico filme nostradámico titulado "Habemus Papam", largometraje que cuenta la historia de un Sumo Pontífice que al ser elegido sufre una crisis de ansiedad y se siente incapaz de asumir el cargo. Para tratar de curarle el Vaticano contrata a un psicoanalista.
Algo parecido sucedió la semana pasada, cuando en pleno Lunes, cual trabajador explotado, decidió dimitir al cargo más importante e influyente del mundo, "por razones de salud, Ratzinger decidió dejar de ser el representante de Dios en la Tierra" rezaba la prensa mundial hace pocos días.
El pretexto ideal surgió al presentar un justificante médico al todopoderoso, en donde por motivos de salud próximos, se habría tomado la decisión de dejarle el puesto a un pontífice más joven y sano, y ¿Por qué no? Con más carisma que su hoy santidad Benedicto. En mi rancho se conoce como "Curarse en salud".
Se mancha de suposiciones por el mismo contenido lucroso y morboso que deja hablar de la iglesia, hoy se cumple una semana de la noticia, y he escuchado más de 15 versiones diferentes con la "Verdad absoluta" de la decisión de Ratzinger, una de ellas habla de unos supuestos cargos en contra de Benedicto como persona, no como santidad, otras versiones hablan de la necesidad de un Pontífice más sonriente, mientras que las otras 13 rasguñan el morbo hablando del fin del mundo y la llegada de un Papa negro, para cumplir las profecías del apocalipsis.
¿Cuál será la verdadera razón de la decisión de Benedicto XVI? ¿Será ansiedad por los cargos y responsabilidad? ¿Contará con el cansancio suficiente como para retirarse?
Si bien como punto de vista psicológico, existe área de la psicología industrial que se encarga de seleccionar el personal para ocupar un puesto llamado "Selección y reclutamiento de personal", esto abarca elegir entre los prospectos al candidato adecuado para el puesto indicado.
¿Cuántos psicólogos se necesitan para El Cónclave que dará inicio el 15 de Marzo?
La respuesta es sencilla: Ninguno, porque los pontífices no van a terapia.
Me resultaría difícil el imaginarme un pontífice en terapia comentándole a su psicólogo que se siente responsable del bien y el mal en todo el mundo, contando sus traumas de infancia y rematando la sesión con su frustración sexual por haber renunciado a ello. Sugeriría terapia cognitivo conductual, un poco de psicoanálisis y posteriormente, que se tomara el resto de sus días en un tal monasterio con nombre "Mater Ecclesiae".
Pueden ir en paz, formen sus propias deducciones.
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