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El regreso de Josefina

PATRICIO DE LA FUENTE
"El que se fue y regresó, su nido ocupado halló".— Anónimo

Observo su manejo mediático de las últimas semanas -entrevistas, declaraciones, hasta el más sutil guiño y expresión, lo que dice y lo que calla, las sonrisas que no son tan frecuentes, pero sí más genuinas y espontáneas- y por primera vez en mucho tiempo, la noto cómoda en su piel, con rumbo y dirección, se dosifica, sabe que desenvainar la espada a la primera de cambios no es necesariamente el mejor camino para lograr su cometido.

La campaña le enseñó a tener muy claras las cosas, dice. Primeramente necesita de una estrategia contundente y con propósitos suficientemente claros; segundo, construir un equipo poderoso en sus comisiones de trabajo, y tercero, tener confianza, pero supervisar más, considera Josefina Vázquez Mota, la primera candidata mujer a la presidencia de la República que postulara el PAN.

Llega -la percibo distinta- más sabia quizá. Acude al llamado de la democracia, y asevera que Acción Nacional de cauce a sus principios rectores y a la razón que por tanto tiempo, tal parece, extravió: ser contrapeso del gobierno en turno. Ella, en un lejano tercer lugar durante los pasados comicios, perdidos los motivos y las razones tras la derrota, hoy aparece respaldada por pesos pesados y dirigentes históricos del panismo, pues se siente capaz de enderezar a un buque que tan sólo hace algunos meses, se adivinaba a la deriva.

¿Pero dónde estuviste?, con justificada razón le preguntan. ¿Llorando tu dolor? ¿Lamiéndote las llagas y las heridas? ¿Lanzando vituperios contra tantos de tus propios correligionarios que, como Judas, habrían de negarte tres veces? ¿Tan atroz es la resaca que te impidió acompañarnos a librar las batallas de los últimos meses? ¿Dónde estabas, querida amiga, señora candidata, dónde diantres Josefina?

Pero Josefina, la que llega reinventada, piensa y actúa como si estuviera jugando ajedrez; la nueva Josefina Vázquez Mota es más cabeza y menos emoción, adivino. Así son los políticos de carrera cuando por fin logran curtirse y madurar: ajedrecistas natos que mueven las piezas y observan el tablero a partir de la frialdad, del cálculo, nunca desde los vaivenes ni las tribulaciones pasajeras. Se nota dispuesta a librar no la más grande, pero sí la mejor de sus batallas, esa que supondrá arrebatarle la dirigencia del partido a los advenedizos, a la gente de Felipe Calderón, a los remanentes del sexenio pasado, para entregárselo a la gente, a quienes la siguen y creen en la apuesta de un PAN menos elitista y más cercano a la militancia donde, renovados sus estatutos, no diferencie entre panistas de primera y de segunda.

Pero si también a cobrar facturas pendientes ha venido Josefina, no estaría mal que releyera a Sun Tzu y su "Arte de la Guerra". "El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si se está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que se está lejos; si se está lejos, aparentar que se está cerca", reza.

Josefina perdió, Josefina reculó, Josefina regresa. Vilipendiada por las cúpulas, extranjera entre las élites, una extraña en Los Pinos de tiempos de Felipe Calderón, abandonada a su suerte en una campaña sin bríos ni luces y sí muchas sombras. Porque su fuerza radica entre la gente que, sobra decir, mucho la quiere. Ahí el talón de Aquiles de Gustavo Madero y Ernesto Cordero, contrincantes naturales, que aunque capaces y necesarios para el partido y su vida interna, no generan mayor simpatía entre la militancia. Son, para muchos, meras aves de paso.

No en tanto Josefina, quien de pedirle a Dios que la hiciera viuda, hoy alza los ojos al cielo buscándolo, pidiéndole que atienda su última plegaria. Catorce millones de votos a modo de capital político, y la promesa de hacer de Acción Nacional lo que antes fue, así, sin tapujos ni medias tintas, antes de extraviarse: el farol de todas las calles, el receptáculo de aquellos inconformes que disienten y quieren gritar.

Llega, muy bien armada, Josefina. Es su última oportunidad.

Twitter @patoloquasto

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