La quiebra del Sistema de Aguas y Saneamiento del Municipio de Torreón y la renuncia de su gerente Jesús Campos Villegas, ofrecen tema de reflexión.
Cuando Jesús Campos fue designado gerente de Simas hace casi cuatro años, era un ciudadano distinguido que gozaba de grande reconocimiento como ejecutivo del sector bancario regional. Su ingreso a la función pública en un puesto tan sensible como la gerencia de la empresa municipal de referencia, generó expectativas positivas y fue vista con agrado.
A través del tiempo, se vio que ni Campos Villegas ni el Consejo de Administración de la empresa integrado por ciudadanos, regían los destinos de Simas, sino una estructura paralela perniciosa vinculada directamente al moreirato, que ha estado actuando los últimos cuatro años y hasta el día de hoy, bajo el más obscuro velo de opacidad.
Durante los últimos cuatro años Jesús Campos, al igual que el Consejo de Administración de Simas, estuvieron pintados en la pared, como ahora lo reconocen algunos de sus consejeros ciudadanos, que al momento de acceder al cargo, también gozaban de buena reputación.
El mal desempeño de la empresa como proveedora de los servicios de suministro de agua y drenaje, la sed en las colonias sin precedente en la historia de nuestra ciudad y la falta de recursos pese al endeudamiento creciente, han colocado a Simas en la mira del reclamo ciudadano, que exige una auditoría para conocer la realidad de la empresa al día de hoy y su funcionamiento en los últimos cuatro años.
El moreirato responde a este justo reclamo de los torreonenses, mostrando los resultados de una supuesta auditoría que se dice fue practicada al organismo, respecto a la operación del año dos mil nueve, último de la administración municipal presidida por José Ángel Pérez Hernández.
El trabajo de revisión se atribuye a la Auditoría Superior del Estado de Coahuila, y señala una serie de anomalías graves que serían dignas de tomarse en serio, si se hubieran dado a conocer en forma oportuna, y se hubieran consignado los presuntos responsables a las autoridades penales, respetando su derecho a ser oídos en su defensa. Hoy día, el derecho a la querella o denuncia de parte ofendida ha caducado y por tanto, se ha extinguido conforme a la Ley Penal de Coahuila.
El objetivo político del moreirato, de publicar a estas alturas los resultados reales o falsos de la supuesta auditoría son varios. En primer lugar es un distractor, que tiende una cortina de humo sobre un reclamo ciudadano actual y vigente, que exige se audite a la presente administración en tiempo y forma y se llame a cuentas a los responsables de la quiebra de Simas resultante de hechos recientes, no de hace cuatro años o más.
Un segundo objetivo es medir con el mismo rasero a las administraciones priistas y panistas para llegar a la cínica conclusión según la cual todos "son iguales…" y alentar el derrotismo cívico y moral que proclama: "no tenemos remedio…". Otro de los objetivos es denigrar a los torreonenses y hacernos ver como idiotas ingobernables, necesitados de un liderazgo que no faltaba más, nos ofrece y proporciona el moreirato.
A ello corresponde que los consejeros de Simas se declaren sorprendidos y que el Contralor Municipal asegure que él mismo pidió la auditoría de hace cuatro años y hasta hoy se entera de sus resultados. Por lo que toca a Jesús Campos, elemento de la sociedad civil que desde la perspectiva que se nos quiere vender, ha defraudado la confianza que en él depositó la majestad del gobierno, hoy es llevado al sacrificio como chivo expiatorio.
Después de esta campaña extemporánea, infamante y denigratoria, el sentido común reivindica una sola cosa: La necesidad de una auditoría externa a la actual administración de Simas, que a satisfacción de los ciudadanos revele el verdadero estado de la empresa al día de hoy y señale a los responsables.