El Síndrome de Esquilo
Hace un par de días, en la página electrónica de este mismo diario, la joven columnista Karen Leyva nos llamaba a estar atentos a los cambios sociales que pudiera acarrear el nombramiento del Papa Francisco I: "¿será un Papa que opine al igual que Juan Pablo II sobre temas político-sociales?" se preguntaba. Creo que muchos tenemos en mente la misma interrogante, que se irá despejando con los días.
Por lo pronto, y como son días santos, me ha dado por recordar a otro religioso: un hombre admirable que es poeta y sacerdote, como lo fue Karol Wojtyla, pero que no contaba con el visto bueno del llamado "Papa viajero", quizá porque el hombre de quien hablamos es un férreo defensor de la Teología de la Liberación. De hecho, aunque han pasado 30 años, todavía muchos recuerdan las imágenes del Papa Juan Pablo II regañando airadamente a este personaje en el aeropuerto de Nicaragua, frente a las cámaras de televisión de todo el mundo. Me refiero, por supuesto, a Ernesto Cardenal.
Nacido en 1925, Cardenal es teólogo, traductor, escultor, y uno de los mejores poetas que ha dado nuestro continente. En este último terreno, como en los demás, ha mantenido siempre una postura firme. La poesía debe hablar de cosas concretas, palpables, inmediatas. Yo lo entrevisté alguna vez, hacia 2006. Entonces me dijo: "Una poesía surrealista, onírica y enigmática no puede ser política en realidad, ni hablar de la Unión Soviética, ni de Bush, ni de ninguna cosa. Hay un poema en que yo digo: no podemos hablar con los gorilas con metáforas surrealistas".
Cuando le pedí que me explicara mejor aquello, agregó: "hay poesías que para mí no comunican nada porque son pura metáfora: metáfora sobre metáfora. Yo escribo una poesía concreta", me respondió el ex Ministro de Cultura del régimen sandinista y sacerdote. Aclaró que las "formas concretas son las que pueden servir para la poesía social o política, pero también para la poesía de amor, la poesía histórica o de cualquier tema. Para mí, para nosotros, eran exterioristas Homero, o los poetas de la Biblia que siempre están hablando de cosas concretas. Así es gran parte de la poesía de la Edad Media, gran parte de la poesía Norteamericana, en contra de la poesía que yo podría personificar como la de Octavio Paz".
Cardenal ha vivido en su Nicaragua natal, en México en Nueva York, en España, Suiza e Italia. En 1954 participó en la Revolución contra Anastasio Somoza García, y en 1957 entró en la abadía trapense de Nuestra Señora de Getsemaní (Kentucky, Estados Unidos), donde fue alumno del monje escritor norteamericano Thomas Merton. Luego volvió a México para estudiar teología y fue ordenado sacerdote en Managua en 1965. Fundó una comunidad cristiana, casi monástica, en una de las islas del archipiélago de Solentiname. En 1979, el mismo día de la victoria de la revolución nicaragüense, fue nombrado ministro de cultura de su país.
En aquella entrevista, al referirse a la función de la poesía en la América del siglo XXI, Cardenal me dijo: "la función de la poesía es la de siempre: se trata del lenguaje condensado. La poesía es la primera forma de hablar que tuvo el hombre. Después quedó lo que Emerson ha llamado poesía fósil, que con el tiempo se convirtió en una forma común de comunicarnos con el lenguaje, pero que en un principio era una metáfora, por ejemplo cuando se dice un mar de lágrimas. Eso es ya un lugar común, pero el primero que usó esa expresión fue un poeta. Son metáforas que fueron hechas por grandes poetas y que han quedado después en el lenguaje como fósiles".
"En nuestra América es muy importante que tengamos un lenguaje nuevo para expresar las realidades nuevas de nuestro continente. Denunciar la injusticia que tenemos ahora y anunciar un futuro nuevo para nuestra América".
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