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El Síndrome de Esquilo

CAMPAÑAS PA'L PERRO

El Síndrome de Esquilo

El Síndrome de Esquilo

VICENTE ALFONSO

Si algo quedó claro en el debate entre seis candidatos a la alcaldía de Torreón realizado la semana pasada en la Universidad Iberoamericana, es que a falta de ideas y de propuestas, asistimos a una guerra de lodo. Muchos ataques, algunas promesas, prácticamente ninguna propuesta sustentada. La misma impresión me dieron las páginas de los candidatos en las redes sociales, que consulté con la intención de hacer un test para ayudar a mis tres lectores a decidir su voto. No pude armarlo porque no encontré propuestas. Puras promesas, que no es lo mismo.

No obstante, dicen que en política la forma es fondo, así que veamos qué comunican las páginas de facebook de quienes aspiran a gobernar nuestra ciudad. Hasta el momento en que escribí esta columna, Jesús de León contaba con 54,322 "me gusta" contra 50,582 de Miguel Ángel Riquelme. Si nos vamos a los números, el albiazul supera por 3,740 simpatizantes al tricolor. La mala noticia es que los "likes" no son votos.

Además de los números, hay cosas que debemos tomar en cuenta: la página de Chuy de León no tiene una sección destinada a propuestas. Quienes se encargan de su página parecen empeñados en demostrar que De León es el más popular, no el más capacitado para gobernar.

La página del candidato Riquelme, por su parte, nos habla de una forma de operar que corresponde a las viejas maneras de hacer política: sí existe una sección destinada a propuestas, pero quien no le da "me gusta" a la página, sencillamente no puede verlas. Flaco favor le hacen sus asesores a este candidato, que va por todos lados prometiendo transparencia y no la tiene ni en campaña.

Esta actitud de "si me das tu voto, te digo qué propongo" parece replicarse en la entrevista publicada por La i Laguna el 4 de junio, donde Miguel Riquelme dice: "El primero de enero tengo que salir con un proyecto de desarrollo económico donde el ciudadano se sienta confiado en que vamos a crecer el próximo año y no vamos a esperar otros cuatro años".

En este juego de la democracia, hacer campaña implica lo contrario. El momento en que los candidatos deben presentar sus planes de trabajo es antes de la votación, no después.

Mucho se ha comentado en los medios la aparición del candi-gato Morris, postulado por algunos ciudadanos para la alcaldía de Xalapa. En Torreón, desde la semana pasada, ya tenemos una opción similar: el perro Oliverio. El chucho, además de simpático, tiene colmillo para prometer: sus promocionales de campaña aseguran que acabará con las tolvaneras, que frenará el calor, que repartirá huesos para todos y que de paso acabará con las alergias.

¿Qué es lo que, de fondo, nos dice Oliverio? Refleja el hartazgo de los ciudadanos ante la gastadísima repetición de fórmulas que utilizan los candidatos reales. La campaña del pulgoso nos resulta simpática porque está llena de promesas que son, a todas luces, impracticables. Y de pasada exhibe que las campañas reales no son mucho más serias que la suya, pues abundan las promesas y faltan las propuestas. Para prometer basta con decir QUÉ, para proponer hay que decir CÓMO. Si me dicen "Regresaré a Torreón la vida nocturna", se trata de una promesa, no de una propuesta, porque no dicen cómo. Si me dicen "Retomaremos la prosperidad que caracterizaba a Torreón", es también una promesa y aún más ambigua.

No voy a llamar a votar por el perro. Llamo a que seamos realistas: como pinta la cosa, el próximo alcalde de Torreón se apellidará De León o Riquelme. Es preocupante que ninguno de los dos esté poniendo sobre la mesa ideas claras, realistas, que estén a la altura del reto que es gobernar una ciudad como la nuestra.

@vicente_alfonso

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