El Síndrome de Esquilo
Hay, en la historia de la literatura, novelas cuya gestación y lanzamiento bien podrían dar pie a otra novela. En estas vacaciones volví a un libro cuya primera edición fue lanzada simultáneamente por cuatro editoriales, el 28 de abril de 1981: Bruguera en España, Oveja Negra en Colombia, Sudamericana en Argentina y Diana en México. Una novela cuyo tiraje inicial en español rebasó los dos millones de libros para los que se requirieron más de 200 toneladas de papel y más de 1,600 kilos de tinta. Para transportar tan sólo la primera edición impresa en Colombia habrían sido necesarios 45 aviones Boeing 727. Una novela que a la fecha ha vendido, según los expertos, por lo menos veinte millones de ejemplares alrededor del mundo.
Me refiero, muchos ya lo habrán adivinado, a Crónica de una Muerte Anunciada, la novela de Gabriel García Márquez que comienza por el final, revelándonos en la primera frase el destino del protagonista: "El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo". Célebre por su arranque, este libro de 125 páginas tiene tras de sí una historia tan apasionante como la que cuenta la novela misma.
Resulta que la ficción está basada en un drama que realmente ocurrió en la población colombiana de Sucre el 22 de enero de 1951: Cayetano Gentile Chimento fue asesinado frente a todo el pueblo por los hermanos Víctor y José Joaquín Chica Salas. Cuando ocurrió la tragedia, García Márquez era un joven periodista de 24 años que sólo había publicado algunos cuentos en suplementos dominicales. Él y la víctima tenían la misma edad e incluso el mismo signo zodiacal: Piscis. Además, sus familias eran muy cercanas.
El primer impulso del joven narrador fue contar la noticia con tratamiento periodístico. Su madre lo impidió. "Mi reacción inmediata fue sentarme a escribir el reportaje del crimen, pero encontré toda clase de trabas. Lo que me interesaba ya no era el crimen mismo sino la historia literaria de la responsabilidad colectiva. Pero ningún argumento convenció a mi madre y me pareció una falta de respeto escribir sin su permiso. Sin embargo, desde aquel día no pasó uno en que no me acosaran los deseos de escribirlo", cuenta el novelista en la página 460 de sus memorias. La condición de la madre de García Márquez era una sola: que su hijo esperara a que muriera la progenitora de la víctima antes de escribir esa fatídica historia. Habrían de pasar treinta años antes de que aquella experiencia pudiera fraguar, ya no en forma de reportaje, sino como novela.
Para redactar el libro, García Márquez volvió a los escenarios donde ocurrió todo, haciendo esfuerzos para recomponer el espejo roto de la memoria: "escribí en calzoncillos de nueve de la mañana a tres de la tarde durante catorce semanas sin treguas, sudando a mares, en la pensión de hombres solos donde vivió Bayardo San Román los seis meses que estuvo en el pueblo (…) A medida que escribía me daba cuenta de que la realidad inmediata no tenía nada qué ver con la que yo trataba de escribir, ni tal vez tampoco con la que recordaba, y estaba tan confundido que llegué a preguntarme si la vida misma no era también una invención de la memoria", escribió en su columna periodística el 2 de septiembre de 1981.
Finalmente, después de varios intentos, dio con la fórmula para contar la historia: el secreto estaba en volver al impulso primero y relatar lo sucedido como si se tratara de una reconstrucción periodística. Como era de esperarse, las antiguas trabas volvieron. Pero ahora, el narrador estaba preparado para enfrentarlas. Eligió la solución mejor, que era también la más sencilla: incluir las trabas mismas en la historia. Así, por ejemplo, cuando el personaje narrador nos cuenta el reencuentro con su prima, la protagonista de la historia, consigna: "me resistía a admitir que la vida terminara por parecerse tanto a la mala literatura". Pero también se cumple una de las premisas de García Márquez para el periodismo: "la mejor noticia no es aquella que se cuenta primero, sino aquella que se cuenta mejor".
Comentarios: @vicente_alfonso