¿Quién no ha tomado el té de la abuela? En México, la medicina tradicional sigue viva y se usa en combinación con terapias alópatas, remedios caseros y otras alternativas.
¿Quién no ha tomado el té de la abuela? En México, la medicina tradicional sigue viva y se usa en combinación con terapias alópatas, remedios caseros y otras alternativas, advierte Carlos Zolla, coordinador de Investigación del Programa Universitario México Nación Multicultural.
El investigador, quien ha logrado reunir más de mil monografías sobre creencias, terapias y conjuros que suelen ocupar los curanderos del País, considera que pese a la demanda y la enorme biodiversidad de plantas que hay en México, el apoyo que otorga el Gobierno Federal a esta alternativa es mínimo.
Para quien cree que las "limpias", los curanderos y los remedios a base de plantas tradicionales son cosa del pasado, basta con echar un vistazo a la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana de la UNAM para modificar su percepción.
Sólo de abril de 2012 a los primeros días de marzo de 2013, esta página web registró 261 mil 569 visitas de 91 países entre los que destacan -después de México y Estados Unidos-, China, El Salvador, Francia, Gran Bretaña, Australia y Suecia, los cuales descargaron casi 4 millones de archivos.
Carlos Zolla, coordinador de Investigación del Programa Universitario México Nación Multicultural e impulsor de la biblioteca, advirtió que, a la fecha, en México se vinculan permanentemente las esferas de la medicina tradicional, la casera y los servicios médicos.
"Si tengo una fractura expuesta no voy con el sobador sino al primer hospital donde haya rayos X; pero en cosas 'menores' los atiende un sobador, un yerbero o una partera. También en la casa se toman una serie de decisiones donde está presente esta cultura", señaló.
El investigador argentino radicado en México se ha realizado múltiples 'limpias', tomado diversas infusiones y ha experimentado de cerca los beneficios de los también llamados remedios que recaba la Biblioteca Digital, aún así, dice no mitificar este tipo de terapias.
"Creo que ninguna medicina tiene la solución a todos los problemas", explicó.
"He tomado desde 'tecitos' para padecimientos respiratorios o gastrointestinales, o dermatológicos, y en algún momento crítico de mi vida, sobadas, masajes, el temascal y no pocas veces me han hecho una limpia", dijo entre sonrisas el creador del Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana.
Prácticamente desde que llegó a México, en 1976, el especialista comenzó a trabajar en el Instituto Mexicano para el Estudio de las Plantas Medicinales (Imeplam), que tenía como propósito la investigación histórica con las ciencias experimentales, lo que le permitió apreciar los diversos beneficios de las plantas y los remedios de la medicina tradicional.
Durante estos años de investigación ha detectado que la medicina tradicional mexicana ha cambiado en el curso de los siglos, interactuando con otros modelos terapéuticos para conformar lo que Zolla llama el "sistema real de salud" de millones de mexicanos del Siglo 21, habitantes del campo y la ciudad.
"Cuando llegué a México me empecé a dar cuenta de que además de la medicina académica está la tradicional, la casera, la acupuntura, los iridólogos, homeopatía, naturista, etc., y en el campo, principalmente, el sistema era la medicina casera y la tradicional", señaló.
Pero pese a la demanda y la enorme biodiversidad que hay en México, los apoyos que otorga el Gobierno Federal a este tipo de remedios es demasiado débil, aseguró el investigador de la UNAM.
"Creo que el Sistema Nacional de Salud no solamente comete una injusticia al excluir a la medicina tradicional, sino que además se ahorra miles de millones de pesos con lo que hace la medicina doméstica y la tradicional", mencionó.
Recordó que México tiene la segunda o tercera flora medicinal del mundo en diversidad de especies y no se le ha concedido importancia al desarrollo de cultivos controlados.
"Hace un par de años nos visitaron colegas vietnamitas, un país arrasado por las bombas de Estados Unidos, y cuando veía el desarrollo de la herbolaria de cultivo (de ese país) me daba vergüenza. Ése es el tipo de cuestiones en las que seguimos en deuda con la medicina tradicional".
Hacia la década de los 80, y trabajando en el IMSS, Zolla detectó que había casi 14 mil terapeutas tradicionales cuya función iba desde el alivio de la salud hasta ceremonias para pedir mejores cosechas.
En ese momento se estimó que el 55 por ciento de los terapeutas reportaban al mal de ojo en el primer lugar de sus consultas.
"La medicina tradicional es más que herbolaria, se usan minerales, temascales y demás, pero las plantas se llevaban los principales recursos, y poco a poco se comenzó a definir lo que sería el Diccionario", comentó Zolla.
Ya en la década de los 90, el proyecto para elaborar la Biblioteca de la Medicina Tradicional Mexicana fue acogido por el Instituto Nacional Indigenista y la UNAM. Participaron más de 3 mil especialistas desde sociólogos, ecólogos, químicos y todos aquellos que en ese momento realizaban algún tipo de investigación relacionada con este tipo de medicina.
Debido al éxito de la obra, que se agotó a los primeros meses de su publicación, la UNAM decidió preparar una nueva versión, recurriendo a las posibilidades y ventajas que ofrecen las tecnologías de la información y creó, bajo la tutela de Zolla, la Biblioteca Digital que se abrió en 2012 y, actualmente, recibe visitas de todo el mundo.
Tradición en la ciudad
Zolla añadió que debemos reconocer que en nuestro País existe una fuerte presencia de indicios de la medicina tradicional no sólo en el campo, sino también en las ciudades como el Distrito Federal.
"Mi primer trabajo 'de campo' fue en el mercado de San Ángel, y cuando le preguntaba al yerbero quiénes eran los usuarios me dijo que las familias de San Ángel, que no iban las señoras, pero enviaban a las empleadas, las mucamas o las nanas, pues ellas sí saben", comentó entre risas Zolla.
México tiene una estructura de mercados y tianguis milenaria, lo que representa una importante riqueza en distribución de recursos en un área enorme, circulación de información y especies que es necesario preservar, advirtió.