Los comentarios en una mesa de comensales, iban y venían con desaforada velocidad. Un grupo de abogados penalistas se ponía de acuerdo sobre la legalidad de la detención de la profesora que, hasta donde se sabía por la noticia que uno podía leer en El Siglo de Torreón, fue llevada e internada en el penal de Santa Martha Acatitla, por presunto desvío de dinero de cuentas sindicales para pagar gastos personales.
El procurador Jesús Murillo Karam indicó que esa dependencia detectó operaciones irregulares en cuentas bancarias del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Dijo que se desviaron sistemáticamente recursos del sindicato, por personas no autorizadas para su manejo. De acuerdo con las declaraciones del funcionario federal el afectado en tal caso, de acuerdo con el grupo de profesionistas, que discutían el caso sería el sindicato, pues dichas substracciones afectarían su patrimonio, siendo los únicos legitimados para denunciar los hechos.
EL abogado de la nación dijo, según la prensa, que la educadora participó en los delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita. Los analistas indican que no hay tal, puesto que las cantidades proceden lícitamente de las arcas públicas, llegándose al caso de que los propios agremiados pueden acordar que hubo la legal disposición de los fondos que ahora dicen dispuso la mentora en su personal provecho con lo que el procedimiento, quedaría sin materia.
Apuntaban que como en el caso de Al Capone, a quien la Policía no podía echarle el guante, al que tras años de persecución policial infructuosa, y ante la falta de pruebas, fue detenido finalmente por evasión de impuestos y en el año1931 condenado a 11 años de prisión. Se había enriquecido tras deshacerse a sangre y fuego de una banda rival el Día de San Valentín dedicado al amor y a la amistad, en un garage, para lo cual sus captores, vestidos de policía ordenaron se pusieran contra la pared para de inmediato acribillarlos.
-Cuentan que cuando sus almas llegaron al más allá aún conservaban una sonrisa en sus rostros al creer que su permanencia en la cárcel sería momentánea pues tenían comprados a sus jefes, codeándose unos a otros en señal de que estaban en manos amigas-.
A propósito, esto último me trajo el recuerdo de la fábula de la ardilla que huía del lobo que la perseguía tenazmente desde que se percató que ahí estaba su almuerzo. La ardilla llegó a una hondonada en la que pastaba una vaca a la que se acercó despavorida diciéndole que un lobo rapaz la perseguía, con cara de pocos amigos y relamiéndose el hocico. El rumiante comprende y le dice colócate abajo y se hizo del vientre encima del animalito que quedó sepultado en el excremento. Llegó el lobo, volteaba la mirada de un lado a otro sorprendiendo a la asustada ardilla chilllando bajo el estiércol la tomó y la lavo concienzudament en un arroyo cercano. Luego se la comió.
De esta fábula se desprenden tres moralejas, a saber:
Primera: no todo aquel que te llena de inmundicia es tu enemigo.
Segunda: no todo aquel que te saca de la inmundicia es tu amigo.
Y tercera: cuando estés hasta el cuello de porquería, no te muevas.
La profesora será enjuiciada por disponer de esos recursos sin pagar impuestos tratándose en tal caso de una evasión fiscal. Ahora que todo se deriva de que se movió, como un boxeador que mueve la cabeza para evitar el puño de su adversario, pero extrañamente la profesora lo hizo hacia donde iba a parar la guantada. Nadie se lo aconsejó. Últimamente no escuchaba más que las alabanzas de sus corifeos. Es obvio que no se hace leña del árbol caído, ni se da gran lanzada a moro muerto.
Años atrás mostramos nuestro repudio a quienes permanecían inamovibles en las organizaciones gremiales considerando que la permanencia de sus dirigentes era contrario al espíritu democrático que debe prevalecer en esas instituciones.
La profesora guiándose tan sólo de un triunfalismo que sólo ella podía ver, se dejó llevar por un entusiasmo que creía que ella provocaba cuando en realidad se rendía pleitesía a la que trajera el bastón de mando. Hablaba y creía que las multitudes le responderían siempre, pero ¡oh, cruel decepción! se entera que esos mismos grupos batirán palmas a quien se quede en su lugar, igual como hicieron con Carlos Jonguitud Barrios y Manuel Sánchez Vite, que la antecedieron en el cargo sindical.