A Pemex le llueven las calamidades, desde las exacciones del gobierno federal y los actos de corrupción hasta robos de combustibles por mafias del narcotráfico y accidentes fatales como el de la Torre B2, donde se han registrado al menos 37 muertos y más de 40 heridos en estado crítico.
Anoche, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, informó que la tragedia del jueves pasado sucedió por una acumulación de gas metano o natural en los sótanos del edificio B2 y cuya procedencia aún no se determina. Se supone que sucedió algo similar a lo que ocurrió en un hotel de Cancún, que quedó semidestruido por el gas metano acumulado en sus tuberías. Puntualizó que no hubo atentado.
De siempre, Pemex navega entre tormentas. "Aportó" al gobierno federal, el año pasado, 1 billón 67 mil 767 millones de pesos y a causa de ello registra en sus libros pérdidas de casi 34 mil millones de pesos. Esto advierte por qué sus instalaciones, en particular refinerías y oleoductos, son de desastre.
El anterior director general de la paraestatal, Juan José Suárez Coppel, se fue a su casa tan tranquilo, después de obtener un préstamo de 1 mil 600 millones de dólares a la banca europea sin dar aviso al Consejo de Administración de Pemex, a fin de adquirir acciones de la española Repsol y endeudar a México. Tal asunto refleja los manejos de la petrolera nacional.
A causa del abandono de Pemex sucedió el estallido de Guadalajara en 1992. Nadie se percató del derrame de gasolina que llegó a los drenajes, ni se dio importancia a los olores intensos del combustible. Entonces hubo 209 muertos y más de 500 heridos.
Otro percance, por descuidos, sucedió en la gasera de Reynosa, Tamaulipas, en diciembre pasado, con saldo de 31 muertos y 47 heridos. Y la tragedia de San Juan Ixhuatepec, con más de 500 decesos, se debió a la falta de vigilancia en una gasera.
AL NUEVO TITULAR DE PEMEX, Emilio Lozoya Austin, no se le puede culpar por lo sucedido el jueves pasado, pero tampoco inspira confianza en la conducción de la empresa. Es economista egresado del ITAM, con maestría ¡en Harvard! y sin ninguna experiencia petrolera. ¡Ninguna! Su padre, Lozoya Thalmann, fungió como secretario de Energía en el régimen de Salinas de Gortari. Son salinistas puros.
Esa designación preocupa y con ella se ha desatado una corriente condenatoria sobre la presunta privatización de Pemex. Lo niega el titular de Hacienda, Luis Videgaray, quien insiste que sólo se quiere inyectar capital privado a la empresa para fortalecerla y elevar su producción.
Es puesto este ejemplo: cuando a Pemex se le computarizó fue necesario adquirir equipos y tecnología de empresas extranjeras. Nadie habló entonces de privatización y si hoy requiere México de técnicas y sistemas avanzados para explorar y extraer gas y petróleo, se incomoda el incendiario de pozos petroleros de Tabasco -López Obrador- y sus congéneres le hacen eco, cual marionetas.
Así, Petróleos Mexicanos es vértice del dinero, de las discordias y las rebatiñas. Debido a la incapacidad del gobierno para recaudar recursos suficientes y cubrir sus gastos, quita a la paraestatal sumas cuantiosas como la que arriba mencionamos y clama por una reforma fiscal a fin de ampliar la base de contribuyentes.
Sin embargo, ante la posibilidad de que Enrique Peña Nieto quiera elevar el IVA en medicinas y alimentos ya se le fue encima la nueva bandada de defensores de pobres, encabezada por el panista Ernesto Cordero. Ahora los blanquiazules se conmueven por la gente con hambre.
En ese escenario de oposición y disputas precisa evitar peores derrumbes financieros y tragedias como la del Edificio B2.
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