EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

En seguridad pública vamos bien; avanzamos

Ciudad posible

ONÉSIMO FLORES DEWEY

Si nos dicen que "vamos bien" y que "estamos avanzando", la pregunta "¿qué tan bien?" no debería resultar ofensiva. Podrían decirnos, "vamos bien, pero los resultados todavía no se notan", o "avanzamos porque ya no estamos empeorando a la misma velocidad de antes", o "vamos bien porque aunque estamos igual de mal la gente siente que avanzamos". Podrían decirnos incluso que la evidencia es información reservada. Las condicionantes valen. Sin embargo, cuando las autoridades adoptan un tono contundente para describir sus resultados -por ejemplo, declarando sin cortapisas que la tranquilidad vuelve a la ciudad- deberían estar listas para presentar pruebas rotundas. En otras palabras, hay que tener huevos para cacarearlos.

El pasado 27 de abril, el alcalde de mi ciudad tuiteó una fotografía en el marco de la celebración del día del niño. En la imagen aparecen, muy sonrientes, un niño, el alcalde, la mascota de los Saraperos de Saltillo, y tres policías élite portando armas largas. Todavía no logro explicarme la foto. Quizá Kike Conejo exigió la presencia de los guardaespaldas, pues todavía no se repone de la balacera ocurrida afuera del Estadio Madero el 13 de marzo de 2012. A lo mejor los niños de Saltillo están tan acostumbrados a ver policías militarizados, que las metralletas no los asustan. Quizá el alcalde pensó que compartir esta fotografía con 38,000 seguidores es una forma efectiva de recordarnos que "vamos bien".

Días después, el Gobernador declaró que "Coahuila avanza en materia de seguridad". ¿La evidencia? Una fotografía en la que aparece saludando a tres policías enmascarados vestidos de negro, y una larga lista de acciones que presumiblemente deben hacernos olvidar las recientes desapariciones de periodistas, la criminalización de las víctimas y el incremento en la tasa de homicidios. Vamos bien porque tenemos policías equipados. Avanzamos porque compramos patrullas. Vamos bien porque hay doce motocicletas patrullando el centro. Avanzamos porque cerramos los casinos. Vamos bien porque "hay reuniones periódicas con los mandos de las corporaciones policiacas y militares". Avanzamos porque "hemos hecho muchas cosas para recomponer el tejido social". Todas estas acciones suenan tan razonables, que extraña que nuestras autoridades no acompañen sus declaraciones con datos, indicadores, o estadísticas que demuestren su efectividad. Ayer mismo, el alcalde de Saltillo continuó con el abuso de la retórica, sugiriendo que "gracias al apoyo del Gobernador" le hemos dado la vuelta "a la espiral de violencia que la ciudad estaba padeciendo". Estaba padeciendo. Pretérito imperfecto.

No critico la política de seguridad sino la estrategia de comunicación que han adoptado nuestras autoridades. Ojalá sus acciones rindan los resultados esperados, pero mientras tanto, parecen dispuestos a tratarnos como menores de edad. ¿Cómo vamos en realidad? ¿Bien, en camino a estar bien, o confiando en que eventualmente estaremos bien? ¿Cuál es la evidencia, cuáles son los indicios, qué sugieren los números?

Miremos las estadísticas -una tarea de por sí complicada porque ni los municipios ni el estado publican datos al respecto. Hurgando en el Inegi y en la poco amigable base de datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública es posible identificar la tendencia. Tomo el caso de Saltillo como ejemplo. Entre 1990 y 2006, la tasa de homicidios cayó sostenidamente. Avanzábamos. Íbamos bien. Tan es así que en el 2006 Saltillo registraba menos homicidios per cápita que Bruselas, Bélgica.

Sin embargo, a partir de 2007 -año que coincide con la llegada de Humberto Moreira a la Gubernatura y de Felipe Calderón a la Presidencia- Saltillo se descompuso: la tasa de homicidios creció exponencialmente. Pasamos de 17 homicidios en 2006, a 93 en el 2011. Saltillo, tan peligroso como Dili, Timor Oriental.

Podríamos pasar horas discutiendo si ese resultado es atribuible al Presidente, al Gobernador o al Alcalde. Sin embargo, todos esperamos un cambio a partir de la llegada de las nuevas autoridades. Jericó Abramo llegó a la Alcaldía en 2009, Rubén Moreira a la Gubernatura en 2011 y Enrique Peña Nieto a la Presidencia en diciembre de 2012, y ninguno de esos sucesos ha impactado todavía la tendencia al alza.

En 2012 Saltillo registró 114 homicidios, y los datos sugieren que en 2013 llegaremos a 130. Si revisamos los robos con violencia, el resultado es similar. Si evaluamos lo que ocurre en Torreón, es realmente aterrador.

Logros de esta semana: Desaparece la Secretaría de Seguridad Pública. Se crea la figura del Comisionado Estatal de Seguridad Pública. Los GROMS pasan al mando único estatal. Los GATES tienen nuevo edificio. Vamos bien. Avanzamos.

@oneflores

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 868524

elsiglo.mx