"No hay que juzgar a los hombres por sus opiniones, sino por aquello en lo que sus opiniones los convierten", escribió Lichtenberg en el siglo XVIII. Buen consejo para un país donde las promesas se confunden con los hechos.
El gobierno de Peña Nieto ha desplegado un teatro optimista en el que se representan soluciones y los artífices del Pacto por México señalan que oponerse al acuerdo significa estar contra la patria (que en esa concepción de la identidad se ve reducida a los partidos).
Ciertamente el ánimo mejoró con la salida de Calderón. ¿También mejoró la realidad? Algunos datos demuestran que el quehacer político actual es una comedia de las simulaciones. La declaración patrimonial de los miembros del gabinete consagró un nuevo eufemismo: la "donación". Los funcionarios al mando, comenzando por Peña Nieto, tienen propiedades que no han sido compradas ni heredadas sino "donadas". ¿De dónde provienen esos regalos y a cambio de qué se hacen? Todo indica que en esa economía de la dádiva un terreno no se consigue con ahorros sino con un cargo público.
La impunidad que el PRI ejerció durante 71 años ha cambiado de discurso. Para acallar sospechas en una época informada, los engaños se exhiben con descaro. ¡Bienvenidos a la época de la claridad oscura! La opacidad se ha convertido en espectáculo.
Durante décadas, el PRI perfeccionó la técnica de declarar sin decir nada y alcanzó un momento cumbre en las conferencias de los lunes de Fidel Velázquez, donde el eterno líder de la clase obrera lanzaba aforismos en voz tan hermética que necesitaba subtítulos en la televisión.
Como el disfraz es un sello dominante de la política nacional, más que un país de instituciones tenemos un país de siglas. En el carnaval de 2013, los protagonistas son el IFE y el IFAI.
Mientras Peña Nieto viajaba en misión de buena vibra y daba aventón al presidente de Uruguay, que carece de avión oficial, su partido esquivaba una multa récord a través de una dudosa decisión.
En un principio, los consejeros del IFE eran ciudadanos. Hoy son representantes de los partidos. Esto priva de imparcialidad al Instituto.
Todas las campañas exceden los gastos previstos por la ley, porque no hay forma de auditarlas en detalle. Este desastre se agrava porque el Trife debe juzgar la elección sin conocer el uso de los dineros; sólo medio año después de la contienda se tiene información al respecto. Las denuncias contra el PRI a propósito de los casos Monex y Soriana, la compra de votos en plena casilla, la coacción y el acarreo no pudieron ser valorados en su momento.
Seis meses después los consejeros del IFE, de inevitable filiación partidista, deben analizar el tema. Sergio García Ramírez señaló que no podía juzgar el caso Monex por ser amigo del dueño de la empresa. Esta razonable abstención no tuvo efecto. La votación terminó 4-4 y García Ramírez regresó a la escena; no lo hizo por capricho ni por petición propia, sino por acuerdo de los demás consejeros, urgidos de alcanzar un desempate. Así se llegó al voto definitivo, que exoneró al PRI.
¿Es lógica una dinámica en la que un juez se declara incompetente y luego es llamado a decidir? ¿Tiene sentido manifestar un conflicto de intereses como antecedente para intervenir? Por supuesto que no.
Algo similar ocurre en el IFAI, único legado significativo de la administración de Vicente Fox. En su empeño por impedir la participación ciudadana en la política, Calderón politizó a este Instituto. Al respecto, escribió Fernando Escalante Gonzalbo: "No deja de ser irónico, lamentable también, que el más panista de los presidentes que hemos tenido haya dedicado buena parte de su energía a la destrucción de instituciones -empezando por el PAN".
Calderón llevó al IFAI a la comisionada Sigrid Arzt, que antes se desempeñaba en el Consejo de Seguridad Nacional y a quien se le imputa haber solicitado investigaciones con los seudónimos de Alberto Vital Rall y María González, gesto muy propio de la mascarada dominante cuyo alcance deberá ser probado.
La oficina de las aclaraciones se ha convertido en una comedia de enredos. El comisionado Ángel Trinidad Zaldívar acusó a Gerardo Laveaga, nuevo presidente del Instituto, de tener la mayor cantidad de rezagos en sus investigaciones y ofrecer impunidad a Arzt para que votara por él. La gestión del abogado y escritor dependerá de sus resultados. Por lo pronto, el IFAI, custodio de la transparencia, es un foro de la imputación y la sospecha.
La república restaurada por el PRI se parece cada vez más al Retablo de las maravillas de Cervantes, donde dos pícaros presentan un espectáculo mágico. Antes de la función aclaran que sólo los conversos y los bastardos serán incapaces de presenciar los prodigios teatrales. En consecuencia, todos fingen ver leones, ratones y diablos. La metáfora es demoledora: los títeres no están en el escenario sino en el público.
El viejo PRI dominaba las mañas del ocultamiento. El nuevo PRI se exhibe en un retablo donde busca que la opacidad se convierta en maravilla.