Huxley, en la primera mitad del siglo XX, escribe el "Mundo Feliz" en donde presentaba a la sociedad mecanizada, y los niños se recreaban en probeta dándoseles las características necesarias para acoplarse a la vida social. Había personas alfa, betas y los esclavos venían a ser los épsilones.
Otra novela de este estilo es 1984 de Owen y de ella surge el personaje del gran hermano. Las noticias se acoplaban a las necesidades del momento. Otra novela que viene a completar el cuadro es la de Ray Bradbury, Farenheith, donde aquí la característica era la guerra en contra de los libros y la función de los bomberos era quemarlos.
En las novelas futuristas se presenta el mundo aséptico y controlado por una fuerza que está más allá de las personas comunes y corrientes, en donde el orden y el control es imprescindible. Recordamos aquí la famosa frase del Porfirismo, Orden y Progreso, que es también la aspiración del positivismo con la absoluta confianza en la ciencia.
¿Para que traer a colación los datos anteriores? Hay que relacionar las lecturas con las noticias que nos ofrecen los periódicos: la última, es el retiro de los saleros de la mesa de los restaurantes porque la sal produce hipertensión; y no dudo que no sea cierto, pero lo que se me hace exagerado es el extremo de retirarte el salero de la mesa porque el gran hermano está vigilando la hipertensión ciudadana, como vigila la obesidad, (para lo cual también puede retirar las azucareras) y todos los demás productos que son negativos para la salud y que de una buena vez pueden prohibir.
Aunque en esto de las prohibiciones no están del todo parejas. Por ejemplo, nos estamos llenando de envases desechables y no los prohíben, porque al hacerlo terminarían con una buena industria, que se fundamenta en la flojera de ir por el envase reciclable a casa. A largo plazo, es peor llenarnos de envases que abusar de la sal. ¿O no lo creen así?
Pero el contexto aquí es otro, el de la sociedad que en realidad estamos edificando o intentamos edificar, la sociedad democrática y la sociedad liberal. En primer lugar, democrática, la que entre todo, según esto, gobernamos como personas ciudadanas, lo cual supone adultos, que parten de ser capaces de gobernarse a sí mismos, y gobernar al todo. En segundo lugar, liberal, que se sustenta en el dejar hacer y dejar pasar. ¿Hasta dónde se deja hacer y se deja pasar? ¿Según conviene?
Aquí es donde comienza la discusión. Que se prohíba fumar en lugares públicos se basa en el daño que le provocas a terceros; eso me parece que está correctamente fundamentado. Retirar los saleros de la mesa de los restaurantes, ¿a qué terceros daña? Creo que la labor informativa es más que suficiente, la decisión final depende del consumidor como el caso del envase desechable u otras decisiones que se toman erróneamente.
Y vamos con los errores; los chicos de las escuelas qué opciones tienen para aprender a comer, cuando todo lo que se les ofrece está muy lejos de relacionarse con la buena alimentación. Yo no he visto que en las escuelas se vendan los cuartos de leche (que dicen que la leche también es mala) o el cereal (ahora resulta que el cereal tampoco es nutritivo) y es más complicado ofrecerle al chico un par de huevos (producen colesterol) o fruta y vegetales. Lo sencillo es la gordita, el burro, la comida chatarra y el dulce. Es aquí donde me salta la incongruencia de preocuparse tanto por la sal y muy poco por esclarecer y poner a la mano una dieta balanceada y benéfica desde la infancia.
Hay que ser congruentes, de eso es de lo que se trata. En esta sociedad que estamos construyendo, hasta donde las autoridades pueden intervenir; ¿se puede prohibir el tener saleros en las mesas? ¿Comenzará el mercado negro de la sal? La India inició su independencia a causa de la sal; o por esa causa fue una de las grandes manifestaciones de Gandhi. ¿Qué es lo que seguirá?
Una cosa es informar y otra diferente es obligar. En una democracia como la nuestra, ¿hasta dónde se informa y hasta dónde se obliga?