Simplemente soy maestro
Profesiones son muchas, las universitarias y las no universitarias, todas importantes para la sociedad. Lo necesario es comprometerse con lo que uno hace y sentir la vocación, y si uno no tiene la vocación, pues fomentarla porque es la única manera de sentirse realizado con lo que uno hace.
El ser maestro se ha venido desvalorizando con el paso del tiempo. Este oficio o profesión ya no es exactamente lo que era antes. El formar personas no implica categoría social, algunas veces simplemente es una profesión más al nivel de la servidumbre.
No se inquiete usted que no es de ahora; acabo de leer la biografía de Hegel, quien en sus inicios a eso se dedicaba, a formar parte de la servidumbre por ser el encargado de educar a los hijos de una familia. Este no ha sido el único, la historia de Roma nos enseña que sus maestros fueron los esclavos griegos quienes los introdujeron a la cultura del país conquistado y fueron los primeros traductores de las obras griegas al latín.
No es que quiera compararme con los antes mencionados, ni siquiera con los griegos, simplemente aclaro que esta profesión no tiene el glamour que algunas veces quisiéramos darle para sentirnos arriba de otros.
También existe la otra cara, la que dice que un profesionista que no encuentra chamba utiliza esto de dar clases como un paracaídas y si le resulta se queda en las escuelas que no le va a implicar más que aprenderse un libro de texto y aplicar ese conocimiento en cada curso. Si mucho, batallará con las novedades metodológicas y saldrá al paso.
La tercera cara es la que vivimos en nuestros días, estos maestros que están en contra de las reformas y quieren el puesto por el chambismo. Que no les pongan exámenes porque los niños no son muy exigentes. Un pupilo se conforma con lo que le den, con tal de que lo pasen, porque él no sabe para qué sirven los conocimientos. Si el país se va a pique a ellos que más les da.
Insisto, simplemente soy maestro, y desde muchacho me gustó serlo. Mis primeras clases las di acabando la preparatoria cuando tenía 18 años y consecutivamente desde mis 25 ó 26. Actualmente tengo 63. O sea que ya corrió el río, y eso ha implicado irme amoldando a los tiempos, no sólo en aplicar las nuevas tecnologías sino indagar de aquellas cosas que ahora hay que enseñar y que a ti no te enseñaron en la escuela porque en aquellos tiempos no se inventaban o se manejaban los conocimientos que hoy se manejan.
Soy maestro, entonces, porque también me gusta estudiar; más bien dicho leer, indagar sobre los temas que no conozco; lo que se va hilando con lo que sí conozco porque en esta profesión hay que estar preparado a lo que el alumno pueda preguntarte. Que siempre está dispuesto a preguntarte para probar que él sabe cosas y que tú no necesitas enseñarle nada, ni siquiera lo importante que es entrar a una disciplina, que en estos tiempos está muy fuera de moda.
Soy maestro para descubrir que todos los ensayos que puedas encargar ya están hechos en el rincón del vago y que todo consiste en copiar y pegar que tienes que inventar viejas formas de pedir trabajos para que no exista el fraude.
Soy maestro porque me gustaría influir en alguien en alguna área del conocimiento o en un sentimiento noble que sacara a esta sociedad del bache de donde se encuentra. Quiero ser como algunos de mis maestros, como Óscar Reynald, como Paco Prieto, como la maestra que me daba literatura en segundo de profesional, (el chino sabe su nombre ¿Aurorita Bab?) y como el profesor de matemáticas de la secundaria, Rosales.
No sé si lo logre, pero yo sigo insistiendo; es lo que se hace en todas las profesiones, insistir a diario para lograr alguna que otra satisfacción. Uno nunca llega a saber qué tanto es la importancia de lo que hace, pero me conforman algunos comentarios de mis alumnos; cuando me dicen, usted me hizo leer, o simplemente, me gustaban sus clases, ya con eso es suficiente.
Soy maestro de los antiguos, de los que les gustan las bibliotecas, por lo menos las literarias. Los que buscan libros que ya están fuera del mercado y que alguna vez leyó y hoy no encuentra. Soy simplemente maestro para aprender y tratar de enseñar lo que he aprendido.
Mi hermana Elvira y mi sobrina también son maestras, así que muchas felicidades a ellas en su día, y a todos mis compañeros de la escuela.